¡Tod@s cuentan!

Historia colaborativa

Equipo 1
Optimismo

Me acuerdo perfectamente del día en el que empecé a trabajar en este colegio.
Era joven y tenía muchas ganas de iniciarme en el mundo laboral y aprender.
La razón por la que acabé en la docencia fue mi amigo Nicolás.

Mi clase estaba llena de chicos como Nicolás, pero ninguno se parecía a él. No obstante, eso no iba a durar mucho tiempo debido a que a mitad de curso, se incorporó un nuevo chico llamado Pedro. Era igualito a Nicolás. Desde ese momento, empecé a tener recuerdos de él; todas las clases que daba me transportaban a mi infancia con Nicolás.

Y cuando menos me lo esperaba, ahí vi a Sofía jugando con Pedro.
¡Era un espejo de mi pasado! ¿Sería casualidad?

Pasé el resto del día pensando en mi infancia y en el tiempo que compartí con Nicolás en el orfanato. Llegué a la conclusión de que tal vez fue el destino el que nos unió y después de tantos años finalmente puedo tener cerca de mí a alguien que se parece a él.

A la mañana siguiente ,cuando llegué al cole, encontré a Pedro y a Sofía hablando en el patio, igual que yo lo hacía con Nicolás, aunque a mis compañeras no les gustaba nada y a veces incluso me echaban broncas.
Me emocioné y me quedé mirando por la puerta , pero después de unos minutos ellos empezaron a bailar. Me quedé muy feliz porque esa escena me trajo recuerdos del día en que Nicolás no pudo salir al patio , porque estaba malito y nos quedamos en el aula. Le puse música, lo agarré fuerte contra mí y empezamos a bailar.

Nunca olvidaría ese día tan especial e importante para mí. Cuando Pedro y Sofía terminaron de bailar, Sofía le preguntó a Pedro si quería que fueran mejores amigos, y para que Pedro le pudiera contestar, Sofía le dijo a Pedro que pestañeara si aceptaba. Pedro de repente consiguió mover los labios inesperadamente para mostrar una sonrisa que definía su gran felicidad al escuchar la pregunta que ella le hizo. Después de que Pedro se le quedara mirando con una mirada perdida y embobada que demostraba lo emocionado que estaba... ¡pestañeó!

Maria ,ya siendo profesora de Educación especial, tuvo en mente adoptar a un niño con discapacidades iguales que las de su viejo amigo Nicolás y lo hizo; era un chico que le hacía recordar a Nicolás, aunque este sí podía hablar.

Este al principio era muy tímido con Maria, ya que nunca llegó a tener una figura materna, no obstante, después de semanas, ya no era tan tímido con María y se llevaban muy bien los dos.

Llegó un tiempo en el que María tuvo en mente mandarlo con un fisioterapeuta para saber si su hijo adoptivo podía andar o podía mover algunas partes del cuerpo.

Cuando fueron al especialista, analizaron al niño y dijeron que sí podría recuperarse solo que tendrían que empezar con una operación.

María aceptó ,pero le dijeron que la operación era muy costosa y que tendría que pagar parte de su bolsillo. Su sueldo de profesora de educación especial no le alcanzaba para tener ahorros, por eso se quedó muy triste. No sabía cómo iba a conseguir juntar tanto dinero para la operación de Nicolás. Además el especialista les dijo que no podrían esperar mucho más. La operación tendría que realizarse lo más pronto posible.

María le dio vueltas y más vueltas pensando cómo podría conseguir el dinero. Ninguno de sus familiares tenía posibilidades económicas para ayudarla y tampoco se atrevía a pedírselo. Su madre se enteró de la situación y decidió vender todas las joyas para conseguir el dinero, porque quería ver a su nieto recuperado. El joyero le dio más dinero que el que realmente valían las joyas, porque la situación de Nicolás le dio mucha pena.

María estaba contentísima, porque finalmente había conseguido reunir el dinero necesario. Pero cuando el día de la operación llegó, su hijo se puso enfermo y...