LEYENDAS DE LA CULTURA MESOAMERICANA
PROFESORA: KAREN LANDA
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Leyenda de Sac MuyalEsta es la historia de un guerrero que estaba en busca de su amada en el bosque, ya que esta había sido robada por Sac Muyal. En el camino se encontró con una serpiente que le indicó los pasos a seguir para poder conseguir a la joven que buscaba, más adelante se consiguió con una mujer que también le indicó lo que debía hacer, el siguió con la búsqueda y fue un venado que se consiguió el que le dijo cual era el camino que debí seguir, lo mismo pasó con el águila y un escarabajo.
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Luego de seguir todas estas indicaciones llegó a una cueva en la que estaban todos los anteriormente mencionados que lo ayudaron en el camino. En ese momento cada uno le indico algo diferente que debía hacer para finalmente conseguir a su amada. Así que se dispuso a cumplir todo lo que le pedían. En ese momento se le nubló la vista y despertó como de un sueño, se sorprendió al ver que tenía a su amada en brazos, muy lejos de Sac.Loading...
Leyenda del colibrí maya
La leyenda del colibrí maya cuenta como un día los dioses estaban formando en barro a todos los animales e insectos que habitan la tierra. En un momento se les acabó el material y les pareció que sería una buena idea continuar con una piedra de jade. Así que moldearon una flecha pequeña y fina, le dieron vida y esta al instante salió volando.
De esta manera se creó el colibrí. Era hermoso en todos los sentidos, al volar y chocar con el sol sus plumas brillaban, lo que hizo que de inmediato el hombre quisiera atraparlo. Esto hizo que los dioses se enojaran muchísimo, por lo que decidieron que si alguien llegaba a atrapar al colibrí este moriría. Desde ese momento nadie volvió a intentar atraparlo, solo dejaban que volara libre y admiraban de lejos su belleza y rapidez.
La leyenda del colibrí maya cuenta como un día los dioses estaban formando en barro a todos los animales e insectos que habitan la tierra. En un momento se les acabó el material y les pareció que sería una buena idea continuar con una piedra de jade. Así que moldearon una flecha pequeña y fina, le dieron vida y esta al instante salió volando.
De esta manera se creó el colibrí. Era hermoso en todos los sentidos, al volar y chocar con el sol sus plumas brillaban, lo que hizo que de inmediato el hombre quisiera atraparlo. Esto hizo que los dioses se enojaran muchísimo, por lo que decidieron que si alguien llegaba a atrapar al colibrí este moriría. Desde ese momento nadie volvió a intentar atraparlo, solo dejaban que volara libre y admiraban de lejos su belleza y rapidez.
LA LEYENDA DEL CONEJO EN LA LUNA
La leyenda dice así: Kukulkán (la serpiente emplumada), el dios grande y bueno, salió a viajar una vez por el planeta, en forma de hombre.
Como había recorrido todo un día, a la caída de la tarde se sintió fatigado y con hambre. Pero siguió caminando, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomó en los cielos.
Entonces reposó a la orilla del sendero y, se encontraba ahí descansando, cuando vio a un conejito que había salido a cenar.
-¿Qué estás comiendo? -le hizo la pregunta Kukulkán al conejo.
-Estoy comiendo zacate (hierba) – respondió éste. ¿Quieres un poco?
-Gracias, pero yo no como zacate.
-¿Qué vas a hacer entonces?
-Morirme, quizás, de hambre y sed.
El conejito, triste, se acercó a Kukulkán y le dijo: -Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.
Entonces el dios, enternecido, acarició al conejito y le dijo: – Tú no vas a ser más que un conejito, pero todo el mundo se acordará de ti por siempre. Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo.
Luego el dios lo bajó a la tierra y le dijo: -Ahí tienes tu retrato en luz, para que todos los hombres en todos los tiempos logren verte.
La leyenda dice así: Kukulkán (la serpiente emplumada), el dios grande y bueno, salió a viajar una vez por el planeta, en forma de hombre.
Como había recorrido todo un día, a la caída de la tarde se sintió fatigado y con hambre. Pero siguió caminando, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomó en los cielos.
Entonces reposó a la orilla del sendero y, se encontraba ahí descansando, cuando vio a un conejito que había salido a cenar.
-¿Qué estás comiendo? -le hizo la pregunta Kukulkán al conejo.
-Estoy comiendo zacate (hierba) – respondió éste. ¿Quieres un poco?
-Gracias, pero yo no como zacate.
-¿Qué vas a hacer entonces?
-Morirme, quizás, de hambre y sed.
El conejito, triste, se acercó a Kukulkán y le dijo: -Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.
Entonces el dios, enternecido, acarició al conejito y le dijo: – Tú no vas a ser más que un conejito, pero todo el mundo se acordará de ti por siempre. Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo.
Luego el dios lo bajó a la tierra y le dijo: -Ahí tienes tu retrato en luz, para que todos los hombres en todos los tiempos logren verte.
LA CREACION DEL QUETZAL
Según una leyenda, el quetzal, conocido también como K’uk, nació del soplido de los dioses Kukulkán (Gucumatz, según el Popol Vuh) y Tepeu, quienes en la mitología maya-quiché son descritos como los creadores, los fabricantes y los antepasados.
Según una leyenda, el quetzal, conocido también como K’uk, nació del soplido de los dioses Kukulkán (Gucumatz, según el Popol Vuh) y Tepeu, quienes en la mitología maya-quiché son descritos como los creadores, los fabricantes y los antepasados.
con el soplo divino de los dioses, las hojas azul verdosas del árbol Guayacán cayeron y mientras llegaban al suelo tomaron la forma del majestuoso quetzal con largo plumaje.
Para la cosmovisión maya de toda Mesoamérica, el quetzal era símbolo de fertilidad, abundancia y poder por lo que era un ave considerada como sagrada. Según esta leyenda, previo a la conquista española el quetzal emitía un hermoso canto.
Para la cosmovisión maya de toda Mesoamérica, el quetzal era símbolo de fertilidad, abundancia y poder por lo que era un ave considerada como sagrada. Según esta leyenda, previo a la conquista española el quetzal emitía un hermoso canto.
LA LEYENDA DEL MURCIELAGO
Cuenta la leyenda que el murciélago hace mucho tiempo fue el ave más bella de la Creación.
El murciélago al principio era tal y como lo conocemos hoy, y se llamaba biguidibela (biguidi = mariposa y bela = carne; el nombre venía a significar algo así como “mariposa desnuda”).
Un día de mucho frío subió al cielo y le pidió plumas al Creador, como había visto en otros animales que volaban. Pero el Creador no tenía plumas, así que le recomendó bajar de nuevo a la tierra y pedir una pluma a cada ave. Y así lo hizo el murciélago, eso sí, recurriendo solamente a las aves con plumas más vistosas y de más colores.
Cuando acabó su recorrido, el murciélago se había hecho con un gran número de plumas que envolvían su cuerpo.
Cuenta la leyenda que el murciélago hace mucho tiempo fue el ave más bella de la Creación.
El murciélago al principio era tal y como lo conocemos hoy, y se llamaba biguidibela (biguidi = mariposa y bela = carne; el nombre venía a significar algo así como “mariposa desnuda”).
Un día de mucho frío subió al cielo y le pidió plumas al Creador, como había visto en otros animales que volaban. Pero el Creador no tenía plumas, así que le recomendó bajar de nuevo a la tierra y pedir una pluma a cada ave. Y así lo hizo el murciélago, eso sí, recurriendo solamente a las aves con plumas más vistosas y de más colores.
Cuando acabó su recorrido, el murciélago se había hecho con un gran número de plumas que envolvían su cuerpo.
Consciente de su belleza, volaba y volaba mostrándola orgulloso a todos los pájaros, que paraban su vuelo para admirarle. Agitaba sus alas ahora emplumadas, aleteando feliz y con cierto aire de prepotencia. Una vez, como un eco de su vuelo, creó el arco iris. Era todo belleza.
Pero era tanto su orgullo que la soberbia lo transformó en un ser cada vez más ofensivo para con las aves.
Con su continuo pavoneo, hacía sentirse chiquitos a cuantos estaban a su lado, sin importarle las cualidades que ellos tuvieran. Hasta al colibrí le reprochaba no llegar a ser dueño de una décima parte de su belleza.
Pero era tanto su orgullo que la soberbia lo transformó en un ser cada vez más ofensivo para con las aves.
Con su continuo pavoneo, hacía sentirse chiquitos a cuantos estaban a su lado, sin importarle las cualidades que ellos tuvieran. Hasta al colibrí le reprochaba no llegar a ser dueño de una décima parte de su belleza.