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La verdadera libertad: La libertad de un Quetzal

by Lisbeth Dayana Castillo Hernández

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La verdadera libertad: La libertad de un Quetzal
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Por Lisbeth Castillo
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Esta es una historia que nos embarca en un viaje de amistad, valentía, héroes, sacrificios y sobre todo libertad, empezaré a contarte desde él principió está historia que ocurrió ya hace mucho tiempo y que seguramente ya casi nadie recuerda.

Nuestra historia comienza hace tiempo en un lugar llamado Guatemala. Existió un quetzal llamado Kalan que vivía pacíficamente en lo profundo de un bosque junto con sus amigos, pero de repente un día unos extraños intrusos entraron en su bosque, Aj Koo (el amigo de Kalan) llegó volando muy rápido y dijo: ¡Kalan debemos de irnos de aquí rápido han entrado intrusos a nuestro bosque y están capturando a todos nuestros amigos si no nos vamos ahora seremos atrapados también! —Muy bien, entonces debemos de irnos ahora— dijo Kalan, pero cuando ellos estaban a punto de salir del bosque apareció una figura misteriosa y dijo: ¡Aja!, por fin los atrapé general Aákan estos son los últimos pájaros que quedaban en el bosque ahora que ya hemos capturado a todos podemos retirarnos. —¡Muy bien! Entonces ya podemos regresar con el rey— dijo el general.
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Esta es una historia que nos embarca en un viaje de amistad, valentía, héroes, sacrificios y sobre todo libertad, empezaré a contarte desde él principió está historia que ocurrió ya hace mucho tiempo y que seguramente ya casi nadie recuerda.

Nuestra historia comienza hace tiempo en un lugar llamado Guatemala. Existió un quetzal llamado Kalan que vivía pacíficamente en lo profundo de un bosque junto con sus amigos, pero de repente un día unos extraños intrusos entraron en su bosque, Aj Koo (el amigo de Kalan) llegó volando muy rápido y dijo: ¡Kalan debemos de irnos de aquí rápido han entrado intrusos a nuestro bosque y están capturando a todos nuestros amigos si no nos vamos ahora seremos atrapados también! —Muy bien, entonces debemos de irnos ahora— dijo Kalan, pero cuando ellos estaban a punto de salir del bosque apareció una figura misteriosa y dijo: ¡Aja!, por fin los atrapé general Aákan estos son los últimos pájaros que quedaban en el bosque ahora que ya hemos capturado a todos podemos retirarnos. —¡Muy bien! Entonces ya podemos regresar con el rey— dijo el general.
Comic Panel 1
Los encerraron en una jaula y esas extrañas personas los llevaron hacia un lugar desconocido.—¿Qué haremos ahora?— dijo Aj Koo. —Debemos de encontrar una forma de escapar de aquí— respondió Kalan. En todo el camino ellos estuvieron pensando en un plan para poder escapar de esa jaula, pero antes de que pudieran darse cuenta ya habían llegado a un lugar extraño que jamás habían visto, había muchas personas y había edificios, ellos se dieron cuenta de que estaban yendo hacia el edificio más grande de todos, Kalan logro escuchar de uno de los soldados que ese lugar se llamaba Tikal. —¿Tikal?— dijo Aj Koo, los soldados entraron en aquel edificio, adentro vieron a un hombre sentado en una silla muy grande. —Rey Yuumilká hemos regresado y le hemos traído un regalo, estas son unas hermosas aves llamadas quetzal que provienen de un bosque no muy lejano de la ciudad— dijo el general, — ¡Se los agradezco lleven a los quetzales al lugar en donde mantengo mis animales!— exclamó el rey.

Ellos fueron llevados a una jaula en donde pudieron reunirse con sus amigos, estaban felices por poder reencontrarse con los demás y saber que estaban bien, pero aún tenían un problema ¿Cómo iban a escapar de ese lugar? Estaban pensando en un plan para poder escapar cuando de repente escucharon una voz —¡Pero qué hermosas aves! Estas deben de ser las aves que el general Aákan le regalo a mi padre, yo soy la princesa Yaaxché, de seguro deben de tener hambre les traje un poco de comida — dijo una niña que se encontraba parada al lado de la jaula.

La princesa dejó un plato con comida para ellos, todos los días la princesa regresaba, les llevaba comida y conversaba con ellos, poco a poco la princesa se hizo su amiga, aunque Kalan y Aj Koo seguían tratando de idear un plan para que todos pudieran escapar.
Los encerraron en una jaula y esas extrañas personas los llevaron hacia un lugar desconocido.—¿Qué haremos ahora?— dijo Aj Koo. —Debemos de encontrar una forma de escapar de aquí— respondió Kalan. En todo el camino ellos estuvieron pensando en un plan para poder escapar de esa jaula, pero antes de que pudieran darse cuenta ya habían llegado a un lugar extraño que jamás habían visto, había muchas personas y había edificios, ellos se dieron cuenta de que estaban yendo hacia el edificio más grande de todos, Kalan logro escuchar de uno de los soldados que ese lugar se llamaba Tikal. —¿Tikal?— dijo Aj Koo, los soldados entraron en aquel edificio, adentro vieron a un hombre sentado en una silla muy grande. —Rey Yuumilká hemos regresado y le hemos traído un regalo, estas son unas hermosas aves llamadas quetzal que provienen de un bosque no muy lejano de la ciudad— dijo el general, — ¡Se los agradezco lleven a los quetzales al lugar en donde mantengo mis animales!— exclamó el rey.

Ellos fueron llevados a una jaula en donde pudieron reunirse con sus amigos, estaban felices por poder reencontrarse con los demás y saber que estaban bien, pero aún tenían un problema ¿Cómo iban a escapar de ese lugar? Estaban pensando en un plan para poder escapar cuando de repente escucharon una voz —¡Pero qué hermosas aves! Estas deben de ser las aves que el general Aákan le regalo a mi padre, yo soy la princesa Yaaxché, de seguro deben de tener hambre les traje un poco de comida — dijo una niña que se encontraba parada al lado de la jaula.

La princesa dejó un plato con comida para ellos, todos los días la princesa regresaba, les llevaba comida y conversaba con ellos, poco a poco la princesa se hizo su amiga, aunque Kalan y Aj Koo seguían tratando de idear un plan para que todos pudieran escapar.
Un día mientras la princesa Yaaxché estaba dando un paseo sin querer escuchó la conversación de su padre con un soldado. —Sabes soldado he estado pensando en esos quetzales que me regaló el general y decidí que haré una corona con sus plumas así que quiero que mañana los mates— dijo el emperador. Cuando ella escuchó esto estaba muy sorprendida, no podía creer lo que acababa de escuchar debía de hacer algo, no podía dejar que su padre los matara tenía que encontrar la forma de salvarlos, pero ¿Qué podía hacer?

Esa noche ella se escapó de su cuarto y se dirigió al lugar en donde se encontraban los quetzales —¡Rápido deben de escapar de este lugar!, exclamó la princesa mientras abría la jaula, ellos estaban sorprendidos, pero no tenían tiempo, tenían que aprovechar esta oportunidad para que todos pudiesen escapar, ellos salieron de esa habitación y fueron en dirección al gran bosque.

De repente escucharon una voz — ¡Qué crees que está haciendo princesa esas aves son de su padre!— exclamó el general Aákan —¡No dejaré que los maten, voy a protegerlos de ustedes!— gritó Yaaxché —Debemos de adentrarnos en el bosque solo así podremos perder a los soldados y estaremos a salvo— dijo la princesa, —¡Atrápenlos! No deben dejar que entren al bosque el rey Yuumilká necesita a esas aves— ordenó el genera —Pero ¿No iba el rey a matar a esas aves para hacerse una corona? Sería mejor matarlas en vez de perseguirlos— dijo un soldado. — Tienes toda la razón entonces deben de preparar sus arcos y flechas para dispararles cuando yo lo ordene— respondió el general Aákan —¡Sí mi general!— exclamaron los soldados, —¡Disparen!— gritó el general, Yaaxché se dio cuenta de las flechas que se dirigían hacia sus amigos ella no podía permitir que los matara así que ella se puso en medio y la flecha le dieron a ella y murió.
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—¡Yaaxché! ¡Tenemos que ayudarla!— exclamó Kalan —Ya no podemos hacer nada por ella Kalan debemos de llegar a lo profundo del bosque y escapar de los soldados solo así su muerte tendrá sentido— dijo Aj Koo.

Ellos volaron más rápido y lograron adentrarse en el bosque en donde lograron perder a los soldados. Unos años después de que ellos lograron escapar de ese lugar regresaron a donde había muerto la princesa y para su sorpresa un pequeño árbol había empezado a nacer en ese lugar y no mucho tiempo después ese árbol creció y se hizo más alto y fuerte y muchos animales empezaron a vivir en ese árbol al igual que ellos, a ese árbol le pusieron de nombre Ceiba en honor a Yaaxché para poder agradecerle por el sacrificio que ella hizo por ellos, pero sobre todo para poder agradecerle por otorgarles la verdadera libertad.

Y se preguntarán ¿Qué pasó con el rey Yuumilká al enterarse de la muerte de su hija la princesa Yaaxché? Pues esa es una historia que tendremos que dejar para otro momento.


----------------------------------------- ¿Fin? ----------------------------------------




“El final de una historia es solo el comienzo de otra”
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