ESCRIBAS DE LA HISTORIA 6º C - PESTA

Grey polka dot border

Tiene un hacha mágica que le dio el dios Ares (en griego antiguo Ἄρης, en griego moderno, Ἄρη). En una de sus batallas contra los espartanos y una bruja, peleó hasta matar al último espartano pero la bruja hizo trampa: lanzó un hechizo al lado derecho de Kulümnus&nbsp;por lo que él se vio severamente afectado ya que se desintegró toda la carne del lado derecho de su cuerpo. Su hacha estaba detrás de la bruja. Ella le dijo: - Ya verás… - Y de la nada, el hacha de Kulümnus salió disparada hacia el cuello de la bruja y sssss…. la cabeza salió rodando. Así es como Kulümnus consiguió la maldición. &nbsp;Kulümnus es un minotauro mitad esquelético que puede mover su hacha mágica con la mente&nbsp;y matar a sus enemigos con ella. Además, desprende un fuego color celeste capaz de quemar cualquier cosa.

Por Sol Giniger y Mora Taboada

El cambiaformas es una criatura marina y es uno de los seres mitológicos más&nbsp;peligrosos. Lo que lo hace tan peligroso es que al cambiar de formas, es casi imposible identificarlo,&nbsp;al tener metensomatosis, ningún ser mitológico logró vencer a los cambiaformas. Al principio eran débiles y bondadosos pero como nadie los ayudó a fortalecerse e hicieron lo contrario, con el tiempo se hicieron más fuertes y más y más… &nbsp;Al principio no sabían que tenían poderes pero, al&nbsp;pasar el tiempo, descubrieron eso y los fortalecieron,&nbsp;tanto que se dieron cuenta de que tenían algunas características más. Una de ellas es la defensa propia. Por ejemplo, si alguien se acercaba lo suficiente para estirar el dedo y tocarlo, el cambiaformas nadaba tan rápido que iba largando un veneno que le daría el tiempo suficiente para escapar.

A mis hermanos los aburría bastante, pero para mí era ¡fascinante, deslumbrante, maravilloso aprender todo eso! Escuchaba atentamente&nbsp;lo que ellos me decían. Con cada palabra, suma, idioma o historia que yo aprendía, me sentía orgulloso de mí y más grande, pero no más grande de altura o porque engordaba, sentía que mi cerebro crecía.&nbsp; &nbsp;&nbsp;La peor situación en la que he de haber estado fue cuando tenía unos ocho o nueve años. Nunca lo superé, fue horrible. No sé si lo sabían, pero yo no soy el mayor, soy el cuarto hermano. Todo empezó así: mis padres tuvieron que hacer un viaje de unos meses, como era usual en verano. Cada vez que ellos se iban nos quedábamos con mi hermana mayor, Aileen. Un día ella salió a hacer algunas compras, porque mis hermanos y yo le habíamos pedido determinadas&nbsp;cosas. Mis padres siempre decían: “No salgas de la casa en épocas de verano”, cosa que me parecía muy injusta ya que a mi hermana sí la dejaban. Pasadas unas horas desde que mi hermana salió a comprar, empecé a preocuparme. Tanto me preocupé que empezamos a gritar como unos desgraciados: “¡Aileen, Aileen, Aileen, Aileen!”, pero nada.&nbsp; Vimos pasar a lo lejos, por la ventana, alrededor de diez personas que estaban armadas y que no parecían muy amigables.

Detrás llevaban a un grupo de todo tipo de gente, desde los más pobres de la isla a los más ricos, desde niños hasta ancianos, pero lo que todos tenían en común era que estaban llorando desesperadamente.&nbsp; &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;En ese momento me largué a llorar yo también, pero lo que más me angustió fue que entre toda esa muchedumbre estaba Aileen. Cuando ella me vio, intentó salir de esa masa de gente, sin embargo, uno de&nbsp;los captores la vio y le pegó un palazo en la cabeza. En ese momento mi corazón se derrumbó. Me di cuenta, yo ya lo sabía, de que Aileen había muerto por mi culpa. Y ahí mi llanto se volvió descomunal. Pero mi hermano, Aetos, el más grande luego de Aileen, nos dijo que a él también le dolía mucho, pero teníamos que hacer lo que nos habían enseñado: tirarnos cuerpo a tierra y dejar de llorar.&nbsp; De inmediato supe que nunca jamás volvería a ver a Aileen, y en ese mismo instante me desmayé. Según mis hermanos, desperté unas dos horas después de lo ocurrido. Cuando me levanté, sentía un dolor terrible en la pierna izquierda, aparentemente porque me había caído para ese lado. Afortunadamente, los esclavistas no nos notaron ni a mí ni al resto de mis hermanos, así que nos salvamos de ser atrapados.

Segunda misión: Ayudar a un personaje de esa época a escribir su autobiografía. El desafío: que los personajes de todas las autobiografías estén relacionados.

Sin perder un minuto, el batallador, empuñó sigilosamente su espada y, silenciosamente, la hundió en el pecho de la mujer.&nbsp;Su acompañante lo miró con asombro, pero a la vez con pavor. Dymas conminó a Anelli a que lo siguiera, para volver a casa triunfantes.&nbsp; Desafortunadamente, no sabían que otra bestialidad los acechaba desde las sombras. Ya más tranquilos, bajaron la guardia. Aquella cosa, con tres rostros de rata, piernas de humanos y cuerpo de rinoceronte, los atacó desde atrás y con sus cabezas intentaba arrancarles el pescuezo. Entretanto, Dymas trataba de proteger la esfera y el&nbsp;zopenco de Anelli sólo atinó a ponerle un nombre a la bestia. De repente se le ocurrió algo magnífico, se llamaría “Antrohipomintheus”, por todas las partes del cuerpo que tenía. Apenas Anelli le escogió el nombre, el Antrohipomintheus les arrancó el cogote. La esfera cayó y, como la vez pasada, quedó intacta.&nbsp; Hasta el día de hoy nadie sabe su posición exacta. Hubo otras expediciones para encontrarla, mas ninguna fue de mucha utilidad.

Autoras: Catalina Rubio Ballester, Jazmín Safirsztein, Angelina Rosello de Rosa, Sofía Riesco y Sofía Zonis Segovia.

Soy Dysthe, tengo treinta años y nací en la isla de Tera. Cuando era pequeño, mi sueño era ser como Hermes, tan ágil como él, tan inteligente y buena persona como ese dios; de hecho, cuando era chiquito a mis sandalias de cuero, atadas con cuerdas, les agregué unas alitas hechas de dos plumas de gorrión que encontré por ahí. Recuerdo que mi papá y mi mamá me dijeron que era como un mini Hermes, ¡fue tan gracioso! Cuando crecí un poco más, mi sueño cambió: quise ser historiador porque me fascinan los mitos y la historia, por ejemplo, la egipcia o la griega. Las dos me encantan por igual, pero creía que me iban a tomar más en serio si escribía sobre la historia de la humanidad. Otra de las cosas que también adoro hacer es narrar.

- Mmm... Antes quiero decirte que fui yo el que te puso todos los obstáculos e hice una promesa: si completabas todos mis desafíos te cumpliría tu deseo. Y lo hiciste. Por eso estuve pensando en qué darte y lo logré. Voy a regalarte algo llamado “río” ¿qué te parece? - ¡Muchísimas gracias, se lo agradezco un montón! Estoy muy agradecido. - Sí, ya veo… Bueno, ahora te puedes ir y no quiero que entres más en el Olimpo. - ¡Lo haré! Adiós. Al volver a su pueblo vio que estaban todos tomando agua alegremente del río y, cuando vieron al valiente viajero, empezaron a alzarlo y a bailar.

Autores: Eric Christeller, Liam Vogt, Nicolás Maino, Jazmín Safirsztein y Sofía Zonis Segovia.

Érase el siglo V antes de Cristo, en Likapolis, antigua Grecia. Hacía frío ya que era pleno invierno. Los pueblerinos estaban en sus chozas, descansando tranquilos. La princesa Altair, hija del anterior rey Lykaios, estaba felizmente casada con el nuevo rey y guerrero Dymas, quien lo había sucedido en el trono. Tenían un hijo llamado Aetos, quien era muy parecido a su padre, pero heredó los ojos azules de su madre. De pronto, irrumpió Aeneas, el consejero del reino, un poco exaltado, quien anunció que los espías que había enviado a Roma le contaron que los romanos habían descubierto el lugar preciso donde se escondía la esfera de las profecías. Si bien el consejero no había entendido del todo lo que era, le había parecido que podía ser una información muy importante para Dymas.&nbsp; Este recordó de inmediato una vieja leyenda que todas las noches le contaba su padre acerca de un rey muy antiguo, llamado Castroy, cuya hija, la princesa Pailla, había desaparecido sin dejar rastro.

Autores: Vera Abiad Rabinovich, Mora Taboada, Julián Lejtman, Sol Giniger, Juan Bautista Dellutri y Manuel Henschel.

Hace muchos años, en una aldea llamada Arenolis, había mucha escasez de recursos. Guillermo, un campesino que vivía en esta, emprendió una odisea para conseguir agua para el pueblo.&nbsp; - Tengo sed -&nbsp;dijo un niño de la aldea. -&nbsp;Lo sé, pronto tendremos agua, incluso para bañarnos - contestó Guille - ¿Cómo? ¿Cuándo?&nbsp; - Iré ante Poseidón y le pediré abundancia de agua, pero necesito su cooperación y paciencia. Por la noche comenzaré el camino - contestó. - Bueno, te ayudo con las provisiones. - Gracias&nbsp; - ¡Guille! - gritó su amigo Dymas. - ¿Qué? - ¿Quieres que te acompañe y te ayude ? - No, no quiero que te pongas en peligro. - Quiero ir y ayudarte. - No puedes, lo siento, pero gracias. A la mañana siguiente, partió a su destino.

Al comenzar el camino, no tuvo ningún altercado. Aunque sinceramente sentía un poco de intriga y miedo por lo que encontraría, debía&nbsp;hacerlo por su aldea. Luego de un tiempo de larga caminata, vio una leve sombra, pero como no supo qué era, siguió su camino. Un rato después la volvió&nbsp;a ver y otra vez y otra, entonces empezó a correr para saber si algo o alguien lo seguía y, lastimosamente, era así: un perro, un dinosaurio, un delfín, una planta, ¡no lo podía creer! ¡Era el Cambiaformas! No podría contra esa bestia que iba acercándose hacia él. Hasta que Dymas, su viejo amigo, salió de un árbol y saltó hacia esta temible criatura, pretendiendo salvarlo. Guillermo ansiaba preguntarle al héroe griego que lo había rescatado del peligro, qué hacía allí, pero no era el momento. Después de ver la batalla entre el guerrero&nbsp;y la criatura, escuchó que su salvador le gritó que corriera, que siguiera su camino. Al escuchar esas palabras Guille corrió a la velocidad de la luz, aunque preocupado por cómo estaría su amigo. Luego de muchas horas empezó a sentir que temblaba el suelo, no pensó qué era y decidió que correría con las pocas fuerzas que le quedaban. De pronto, se rompió el piso. No podía hacer nada, si corría se rompería más.

Sin embargo, no podía permitir que arruinara mi acuerdo con el padre de Anker, entonces decidí enviarlo a combatir contra el Pobrígarro, una bestia que puede transformarse en aquello que ve, imposible de destruir. Lamentablemente, Dymas salió victorioso de esa batalla y me obligó a enviar soldados para matarlo. Sin embargo, no tuve suerte porque él escapó.&nbsp; Un día, llegó mi consejero con un regalo: un esclavo, con muy buenos modales, llamado Dysthe. Era muy inteligente y podía servirme como profesor de Altaír. Sin embargo, se enamoró de mi esposa y eso no podía permitirlo, entonces,&nbsp; pensé un plan que, por suerte, salió como yo esperaba.&nbsp;

Autoras: Vera Abiad Rabinovich, Rosario Aladro Page, Clara Fierro, Rocío Faraja Adad, Clementina Duhalde, Sol Giniger.

El comienzo Un lunes de otoño, al despertar, me enteré de algo que me causó un vacío en el corazón: una cuchilla había atravesado, sin piedad, el pecho de mi padre. Eso ocurrió en aquella guerra a la que no me permiten mencionar. Aún sigo lidiando con ese sentimiento de estar hueca por dentro. Luego de ello, llegó el día en el que tuve que ocupar su lugar. Ser reina, no es un juego de niños, como pensaba en mi juventud. Es más difícil de lo que parece, pero, después de unos meses en mi reinado, lo hacía realmente bien.

Apolo estaba encantado con la bellísima flor.&nbsp; - Este pequeño milagro, tomará el nombre de “rosa” y Triantáfyllo la llevará con ella siempre - dijo Deméter. - Muchas gracias. Y así, Apolo se marchó a su boda con su amada .&nbsp; - Esta flor será una conmigo a la hora de mi muerte - dijo la joven al ver la rosa blanca y limpia. Apolo y Triantáfyllo se casaron al atardecer. La rosa blanca y espinosa yacía en las manos de la joven al cruzar el altar. Tenía cuidado de no pincharse al llevarla. Con el paso de los años, la rosa fue creciendo y tornándose de otros colores. Por ejemplo, al terminar la boda, la rosa blanca cambió para ser de un color rosa suave, lo que representa el amor y la amabilidad. Luego, al nacer su primer hijo, la rosa se tornó de amarillo, color de la felicidad y el optimismo. Su familia fue floreciendo tanto como la flor, hasta un terrible día.&nbsp; - Amor mío, debo dejarte por el bien de los dos- dijo Apolo mientras sus hijos dormían. - Siempre supe que nunca debería haberme casado con un dios - exclamó&nbsp;Triantáfyllo con los ojos vidriosos - Es porque no sabes la verdad que está escondida por detrás de tu rosa - dijo el dios asustado, sabía que cuando su amada descubriera la verdad, lo dejaría.

- Mi rosa es inocente. - Yo no lo soy, el precio de la rosa fue la muerte de tu padre - susurró&nbsp;Apolo con miedo de que su esposa lo escuchara.&nbsp; - ¡Mientes! - Triantáfyllo estaba llorando. Apolo la besó suavemente en los labios y partió volando hacia el Olimpo. Luego, cegada por el miedo, la joven tomó un cuchillo y lo clavó en su pecho. Hecho esto, la sangre salpicó la rosa , que a su vez se tornó roja, para nunca más volver a cambiar.&nbsp; Al enterarse de esto, Apolo enterró el cuerpo de Triantáfyllo como se debe, y como lo había prometido. Su cadáver yació allí por la eternidad con su rosa roja plantada en su tumba, que permaneció con ella para marchitarse y crear un rosal.

Tomó su escudo plateado, su espada con empuñadura de oro y plata, y salió al galope junto a Anelli y sus dos guerreros más fieles. Dymas, Anelli y los dos guerreros se adentraron en el tenebroso y oscuro bosque. Al principio todo iba bien. Dymas se encontraba algo asustado como consecuencia de que estaba seguro de que iba a haber trampas inimaginables. Sin embargo, al ver que no había ningún indicio de alguna de ellas, aceleraron el paso de los caballos. Al mediodía el cansancio los iba invadiendo. No habían llevado muchos refrigerios. A pesar de que tenían mucha hambre decidieron dejar los bocadillos para más tarde. La noche comenzó a cubrir todo el manto celeste y el frío se sentía como una bestia que los iba engullendo. De repente, un fuerte viento derribó un mar de árboles.&nbsp; A pesar de los obstáculos, decidieron seguir adelante con antorchas en las manos dado que deseaban llegar a su destino lo más pronto posible. De la nada, un cepo se oyó cerrándose estrepitosamente. El caballo de Anelli empezó a relinchar y a corcovear. El muchacho salió disparado del animal. Los dos guardias saltaron de sus monturas para ayudar al desdichado corcel. Se afligieron dado que el cepo le había provocado una gran herida en la pata.

Rápidamente, Dymas desmontó de su caballo para terminar con la vida del pobre animal que tanto sufría. Empuñó su espada y esta penetró en su cuello.&nbsp; Dymas ordenó a Anelli que montara sobre alguno de los rocines de los guardias. Este obedeció enseguida. Siguieron cabalgando, todos muy callados, dado que el caballo que acababa de irse hacia el Averno, era muy querido por Dymas.&nbsp;De todos modos, estaban todos mucho más atentos para que no volviese a suceder lo recientemente ocurrido. Por desgracia, no lo estaban tanto como creían y cayeron en una red trampa.&nbsp;

Aracne me miró fijamente, asqueada por lo horrible que le pareció mi cabeza con cuerno. Entonces, se abalanzó sobre mí y sentí que mi testa cambiaba. En el balde de agua de donde yo bebía, vi el reflejo de mi nueva cara, mejor dicho, de mis nuevas caras. Eran tres y peludas y feas como las de una rata. Aracne las había tejido en un santiamén. Apenas me vi, grité horrorizado como nunca antes lo había hecho. Instantes después, llegaron casi sin aliento dos cuidadores que aparentemente habían oído mi grito. Aracne se fugó para evitar que la atraparan. Los dioses estaban observando divertidos toda la situación desde el Olimpo. A Hera se le ocurrió cortarles las piernas a los hombres que estaban conmigo y reemplazar las mías con ellas, para que yo quedara más ridículo de lo que ya estaba. Así me convertí en la criatura espeluznante que soy ahora. En ese momento apareció el rey y se quedó contemplándome espantado. Llamó a sus guardias para que me ejecutaran. Apenas ellos abrieron mi jaula, intentaron atarme pero yo vi mi puerta hacia la libertad y no dejé que nada de eso sucediera. Los atropellé y corrí torpemente con mis nuevas piernas. Algunas lanzas me alcanzaron pero logré seguir. Mi primera preocupación fue salir de esa polis.

Cuando logré escapar de ese espeluznante lugar en el que tan mal la había pasado, me dediqué a pensar dónde viviría, cómo y qué comería. De pronto se me ocurrió que tal vez me podría esconder debajo de la tierra y que solo saldría para buscar alimentos y agua. Entonces empecé a escarbar la tierra con mis patas de humano, pero lamentablemente no servía ya que no tenían garras. En un momento dado, después de unas horas, me di cuenta de que jamás lo lograría de esa manera. Pensé que tal vez sería mejor si me fuera a una montaña o algo parecido. Estaba cansado y tenía muchísimo calor, a pesar de que debía de hacer unos diez grados.&nbsp; De pronto, llegó un señor, más bien joven. Llamativamente, no me tuvo miedo. Se me acercó y empezó a examinar todas las heridas que me había hecho. De un bolso de tela extrajo algunas vendas y me las sujetó alrededor de mis nuevas piernas de humano. Apenas terminó de curarme, salí disparado porque tal vez era una trampa para que me quedara hasta que llegaran el rey y sus guardias. En medio del camino se me ocurrió que una persona que no me había tenido miedo, y había detenido su paso para curarme no podía ser tan mala. Quizás incluso me podría ayudar a escarbar la tierra y así poder esconderme donde quería desde el principio.

- Ya puedes ir a tu alcoba.&nbsp; Pero había algo entre el rey y yo que no iba nada bien; cada vez que nos cruzábamos teníamos peleas como:&nbsp; -Oh, Dysthe, no esperaba encontrarte por acá, anda a tu habitación ahora. Eso hacía cada vez que me encontraba hablando con la reina, y no tenía más remedio que decirle que sí. A veces, por suerte, me salía con la mía, diciéndole:&nbsp; - Oh sí, señor, es que fui a ver si la reina necesitaba algo y me pidió que la ayudara con algunos mandados, nada más. -&nbsp; Y así podría seguir hablando con ella. Unos meses después de haber empezado como esclavo, me crucé con mi amada “Afrodita “ y ella, con sus preciosos ojos profundos, me sonrió y me pidió que&nbsp; me acercara. Vi que tenía una copa de vino terminada y me imaginé que me iba a pedir que la llevara a la cocina para lavar; pero no fue así. Con su suave voz de sirena, me dijo que simplemente deseaba consultarme algo en privado.&nbsp; Mi corazón se aceleró y latía tan fuerte como doce caballos al galope. Estaba convencido de que me iba a confesar que ella también me amaba; que juntos íbamos a escapar e irnos lejos de este maldito reino a vivir nuestro amor. En mi cabeza todo era muy romántico.&nbsp;

Era de noche, más precisamente las doce en punto. Había una brisa fresca y suave, pero hacía calor; estábamos parados frente al rosal, al lado de la fuente, donde estaba posada una ranita. Se acercó tanto a mí que podía sentir el perfume de su pelo. 

Primera misión: Prepararse para viajar en el tiempo Conformar un grupo, elegir el nombre, símbolo y lema que los representará. Presentarse a cumplir con la misión, de manera tal que puedan integrarse con los habitantes de la polis, sin despertar sospechas. Nadie puede saber que vienen del futuro.

Autoras: Nili Schuster, Mora Taboada, Catalina Stutz, Camila San Agustín Apa y Mercedes Scheibler Mortier.

Mi nombre es Altaír, soy hija del rey Lykaios y de la reina Aglaia, a la que mi padre desposó a la fuerza.&nbsp; &nbsp;&nbsp;&nbsp;Él me quiere casar con Anker, un príncipe de otra polis, desde mi nacimiento, puesto que así lo habían decidido entre las familias pero yo no estoy de acuerdo. Mas no tengo el poder de opinar. Las mujeres no tenemos derecho para nada que tenga que ver con la guerra, la sociedad o la política aunque seamos de la realeza. Eso me pone muy triste, sin mencionar que me parece injusto.&nbsp; Anker no es lindo para mi gusto, a pesar de su pelo rubio, piel bronceada y buen físico.

Además, no es nada inteligente, ya que su educación se basa solo en conocimientos sobre la guerra. La verdad no me atrae... me interesa más la personalidad que el aspecto físico. Pero a mi padre no le importa. &nbsp;&nbsp; &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;Un día, durante los juegos olímpicos, me enamoré de un joven llamado Dymas. Era hermoso, tenía una fuerza realmente impresionante y una suerte incomparable, pero como saben no me puedo casar con él. Mi padre es muy estricto, la verdad no sé cómo me siento con eso, pero sí sé que voy a conseguir estar con Dymas algún día, si es que él me ama a mí también. Lo presiento&nbsp; porque durante los juegos me miró con esos ojos… no sé cómo explicarlo... es como si hubiéramos ido al cielo al mismo tiempo. Claro que no pasó, mas se sintió tan real que lo describiría, pero no tengo&nbsp; palabras.&nbsp; &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;Como expliqué antes, me atrae la personalidad, es una de las cosas que me agrada de Dymas. Es por eso que me enamoré muy&nbsp; rápidamente de él&nbsp; porque en los juegos olímpicos él llevaba la delantera, otro participante se cayó y él lo ayudó a levantarse, no le importó si iba primero o último, le preocupaba que su rival estuviera bien y que el juego fuera justo.

Por Vera Abiad Rabinovich y Rosario Aladro Page

Una de ellas es su cuerno. Esta es su fuente de poderes: te quita la memoria y los recuerdos, algo así como hipnotismo pero mucho más peligroso.&nbsp; &nbsp;Su apariencia ha sido un misterio por muchos años porque aunque estés parado frente a él, su mágico cuerno se encargará de que no lo recuerdes. Algo&nbsp;que no mencionamos antes es que, cuando ataca, se deja de ver como un humano y, como es lógico, toma su verdadera forma.

Esta criatura es llamada Féleo y se ve como un humano, pero no creas que&nbsp;es realmente así porque no lo es. Lo ves así porque tiene el poder de la ilusión, al verlo parece una cosa pero, en verdad, es otra.&nbsp;

Este temible individuo&nbsp;tiene cuerpo de león, patas de caballo, cabeza de toro y un brillante cuerno de unicornio. Estas piezas le dan determinados poderes que un simple humano ni en sueños podría tener. 

Hasta hace un año se creía que estaban extintos, pero se descubrió uno en el bosque Umah acechando a una indefensa ardilla. Tiene una cicatriz en el antebrazo (en su forma de humano) que le causa más problemas de los que uno puede imaginar.

Diana estaba emocionada porque ya sabía muchas técnicas: había observado a Dymas luchar con los monstruos, todo el tiempo. Los otros tenían mucho miedo porque nunca habían visto ni luchado con uno. La prueba comenzó. La única que estaba luchando con el monstruo. al principio, fue Diana. Al rato, Anker lo intentó pero el monstruo casi le come un brazo. La estrategia de Diana era herirlo cuando se distraía y cuando la criatura quería dañarla a ella, sacaba el escudo. Con los zapatos, volaba y lastimaba al ser con la espada. Al final Diana le dio tantas veces que lo mató. Había ganado. El rey Lykaios estaba sorprendido.

La ganadora lo miraba esperando que la felicitara, el rey dijo algo como: - Felicitaciones, Juan. Fue una felicitación muy seca y sin sentimiento pero Diana la aceptó igual. Lykaios procedió a darle el premio, era una flor. Pero no era solo una flor era "LA" flor pues era distinta a todas: si aspirabas su polvito te daba inmortalidad.&nbsp; Después de haberla recibido, Diana se sacó su disfraz y se mostró al público. Ya no le importaba nada. Todo el mundo, literalmente, se quedó asombrado. Anker se acercó y le dijo:&nbsp; - Bien hecho, Juan - y le guiñó un ojo. - Tú también- le dijo Diana. Después de eso, la joven se aventuró en un bosque. Nadie sabe dónde ni qué está haciendo ahora. Muchos dicen que lucha contra los animales más temibles. Hay otra versión que dice que tiene una cabaña y prepara pociones, como una bruja. Lo que es seguro es que sigue viva y lo más probable es que esté todavía en el bosque.

En cambio, los hombres podían estudiar lo que les interesaba. Dysthe me enseñaba todo lo que no era correcto que yo supiera. Como&nbsp;ya se habrán dado cuenta soy un poco rebelde. No sigo las reglas de mi padre, ni las de mi madre. Son muy absurdas, por ejemplo, las princesas no pueden tener que ver con la guerra y no pueden opinar sobre ninguna cosa. ¡Ni siquiera sé qué es ser una princesa si no puedo hacer nada! &nbsp;Cuando era pequeña&nbsp;pensaba que cuando fuera mayor, iba a hacer lo que quisiera pero estaba equivocada. Es mucho más complicado que eso.&nbsp; &nbsp;&nbsp;Yo siempre había querido ser una guerrera pero como soy mujer eso no va a&nbsp;pasar, igualmente sé que lo lograré. Algún día cuando sea reina voy a poner la ley de que todos puedan tener la profesión que elijan. Incluso, las mujeres o la realeza. Eso va a cambiar a Lykapolis por completo. Ojalá pase, realmente lo espero. Nadie cree que lo pueda lograr.&nbsp; &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;Me quería casar con Dymas pero sabía que sin una competencia mortal, eso no iba a ser posible. Le pregunté a mi padre si eso podría llevarse a cabo. El aceptó y, tiempo después, preparó el combate. Realmente pensó que el joven al que yo amaba perdería, por eso lo hizo.&nbsp;

El día de la competencia, había mucha tensión, estaban todos asustados pero Dymas iba a pelear por mí,&nbsp; por nosotros y nuestro compromiso. La pelea comenzó. La verdad estaba muy parejo, en un momento pensé que esto iba a terminar y no lo volvería a ver más, pero justo en ese instante Anker se rindió. Me sentía tan dichosa que fui corriendo con felicidad para abrazarlo. Pensé que esto terminaría con un final feliz pero justo entonces Anker se levantó y&nbsp; le cortó una parte de la pierna. En ese momento llegaron los guardias. &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;Como era de esperarse&nbsp; se llevaron a Anker&nbsp; porque, supuestamente, él ya se había rendido, eso era hacer trampa. Al final terminó en el calabozo. Mi padre se enojó por esto, entonces mi madre, Dymas y yo decidimos escapar, por la noche, para que no nos vieran. Nunca más volvimos a ver a mi padre.

A través de este proyecto, los chicos de Sexto Grado se adentraron en la mitología griega. Leyeron muchas historias, investigaron acerca de los principales dioses, conocieron las aventuras de héroes como Odiseo o Perseo, "viajaron en el tiempo, a una polis", para ayudar a personajes del año 10.000 a.C a escribir sus autobiografías. Crearon nuevos seres mitológicos, analizaron el rol de la mujer en la Antigua Grecia y elaboraron originales mitos en los que aplicaron los conceptos de escritura trabajados hasta la fecha y las características que transforman una narración en un mito, en este caso, "griego". ¡Ojalá disfruten de la lectura de este libro virtual tanto como nosotros nos deleitamos con su producción! Nora Anllo

Entonces, ella me dijo algo que no llegué a entender porque estaba algo atontado. Súbitamente, ella me preguntó: - Dysthe, ¿cuánto es ciento veintiocho menos ciento cuarenta y ocho? Me pregunté si había entendido bien o si mis sentidos me habían engañado. Eso claramente no era una declaración de amor. Luego ella añadió:&nbsp; -Dysthe, ¿me oyes?, ¿cuánto da? Mi alma se quebró en mil pedazos, al darme cuenta de lo que estaba ocurriendo. Mi amor no era correspondido.&nbsp; Entonces empecé a sentirme mal. Ya no mal del alma sino&nbsp;que mi estómago se estrujó. Mi vientre dolía como si me hubiesen atravesado con una espada. No entendía lo que pasaba. Caí al suelo y vi&nbsp;desde ahí que la reina me miraba estupefacta y que se acercaba corriendo a mí un esclavo casi sin aliento, que me entregó una nota.&nbsp; Con mis últimos latidos de vida alcancé a leerla. Era del rey Lykaios, y decía: “No puedo tolerar que alguien me quite mi dignidad. No debiste haberte enamorado nunca de ella. Es mía. Lo que ingeriste en la cena no es lo que pensaste, asqueroso, inmundo”.&nbsp; Mis dedos, ya muy débiles, dejaron caer la nota al suelo. Cerré los ojos para dormir para siempre y nunca más despertar…&nbsp;

La verdad Aquí, el tiempo pasaba sorprendentemente rápido, es más, ya me estaba volviendo vieja. Dysthe, el esclavo, era un gran profesor. Enseñaba tan bien, que Altaír se volvió tan inteligente como él. Un día, pensé que era el momento indicado para decirle la verdad a Altaír: cómo nos habíamos conocido su padre, Lykaios y yo. Cuando el rey salió del castillo, busqué a mi hija y le dije la verdad. Lo tomó mejor de lo que pensaba, pero me costó, porque temía que se enojara conmigo. Luego dijo:&nbsp; - Gracias, madre, por ser sincera conmigo, te seré sincera también, ¡me voy a casar con Dymas! - ¡Hija! ¡Qué buena noticia! ¿Le dirás a tu padre? - pregunté, intrigada.&nbsp; - Claro que no - dijo, y se despidió dándome las buenas noches.&nbsp; Tiempo después, logramos escaparnos de Lykaios. Costó unos años, pero al fin fuimos libres.&nbsp;

La torre más alta Eran aproximadamente las seis y media, ya estaba oscureciendo, debía llegar antes de que el sol cayera, no quería llegar de noche, pero, por fortuna, ya estaba cerca. Estaba jadeando como loca así que paré un momento. Llegué y lo primero que hice fue subir las extensas escaleras a toda velocidad. Al entrar en la habitación estaba muy cansada y decidí tomar un descanso. Cuando me recosté sentí algo frío que me recorrió la espalda, di la vuelta y era…¡Sebastian! Su corazón no bombeaba, no podía creerlo, definitivamente, estaba muerto.&nbsp; Luego de la tragedia, lo único que quedaba era saber quién, por qué y cómo había sucedido la muerte de Sebastian. Llamé a los guardias para averiguarlo y conseguir la mayor información posible. Cuando llegaron les pregunté, muy desesperada, qué era lo que había pasado. Me dijeron que iban a investigar sobre el tema. Bajé las escaleras cuidadosamente, fui a mi habitación y me quedé allí pensando. Al cabo de un rato me quedé dormida. Después de unas horas, desperté y subí a la torre para ver cómo iba la investigación. Al llegar me sorprendí mucho: los guardias no estaban. Rápidamente, llegué a la conclusión de que Lykaios estaba involucrado.

Fui a buscarlo lo más rápido que pude y, para mi sorpresa, estaba allí, en la puerta principal, riendo con los guardias. Me dirigí hacia él con paso firme, preparada para cualquier cosa.&nbsp; - Oh, Aglaia, ¿qué hacés aquí? - dijo como si no supiera nada de lo que había pasado.&nbsp; - Vengo a buscar la verdad - dije decididamente.&nbsp; - ¿De qué hablas? - preguntó.&nbsp; - No finjas que no sabes nada al respecto. Estoy segura de que estás involucrado en la muerte de Sebastian - le respondí. - ¿Sabes? Creo que no estás pensando con claridad, deberías dormir un poco, querida.&nbsp; - ¡Di la verdad! - grité enojada.&nbsp; - Si quieres la verdad, tendrás la verdad - me dijo confiado - Se suicidó.&nbsp;&nbsp; - ¿Qué dices? - le dije preocupada - ¿Cómo lo sabes?.&nbsp; - Lo vi - dijo. &nbsp;Y después de esa inesperada respuesta me fui corriendo a mi habitación. Ya a solas, me eché a llorar sobre la cama.&nbsp; El nuevo miembro Pasado un año, ya éramos una familia&nbsp;junto a Altair, mi hija recién nacida. Yo la amaba en verdad, pues ella era amable, leal y bella, lo contrario de su padre. Lo que más temía era que ella supiera la verdad de cómo nos habíamos conocido su padre y yo.

Arte: Reconocer en las pinturas de Ingrés y Caravaggio, la simbología de los mitos leídos. ESI: El rol de la mujer en la Antigua Grecia. Mitos griegos leídos: Perseo y las gorgonas Ulises y las sirenas El concurso de tejido (Aracne) Las cuatro tareas (Psique y Eros) Narciso y Eco Edipo y la esfinge

Psique abriendo la caja de oro (1903) - John William Waterhouse

Diseño de tapa: Vera Abiad Rabinovich, Sol Giniger, Mora Taboada, Julián Lejtman, Juan Bautista Dellutri y Manuel Henschel.

&nbsp;&nbsp;- Bien hecho - y después preguntó - ¿Cómo te llamas? &nbsp;- Juan - le dijo Diana - ¿Y tú? - Anker - respondió él. Después de eso, comenzó la segunda prueba que consistía en nadar con cocodrilos. Primero fue Diana y luego Anker, que estaba muy cerca. En un momento, un hombre se les acercó. Estaba a punto de pasarlos pero un cocodrilo lo alcanzó… le desgarró el brazo. De repente, el agua de color verde se volvió roja. La competencia siguió y todos los demás hombres abandonaron la prueba porque no querían nadar en sangre. La joven guerrera y el joven de pelo castaño siguieron compitiendo hasta terminar la competencia ya que ninguno quería darle la satisfacción al otro de ganar. Al final Anker tomó la delantera y él fue el que atravesó la meta primero. La tercera prueba fue más difícil que las anteriores. Consistía en saltar a través de múltiples aros con fuego. Diana tenía un poco de miedo pero no dejó que este le ganara. Ya estaba por comenzar, cuando uno de los concursantes le tendió una trampa: era un hilo transparente. El hilo hizo que se cayera y perdiera distancia. A lo lejos veía a Anker y a otro joven bastante parejos. Diana no era muy buena en esa prueba pero no se iba a rendir. Ella estaba muy cansada y empezó a saltar e ir más lento. Hacer eso casi la mata.

A lo lejos, se veía a Anker, que iba perdiendo, y que el joven de antes iba primero. El muchacho al final ganó la prueba. Diana no le dijo nada, a unos metros podía ver a Anker un poco molesto, ella pensó que era porque no ganó. La cuarta era un laberinto muy difícil. Diana no se sentía muy confiada, sin embargo, Anker se veía más seguro que en las anteriores pruebas. Lykaios gritó: "Tres, dos, uno" y la competencia comenzó. La joven mujer empezó siguiendo a Anker pero después se separó. Iba recorriendo el camino que veía primero. Varias veces se topó con senderos sin salida. Anker, por el otro lado, observaba el recorrido con detención y nunca llegaba a caminos sin salida. Cuando el joven estaba viendo la meta, Diana se acercaba también. Ambos empezaron a correr pero Anker fue más rápido y ganó la prueba.&nbsp; En el descanso, Diana se había encontrado con Dionisio, el dios del vino, quien le dijo que le regalaría unas zapatillas y una espada especiales. Con las zapatillas podría volar y la espada lastimaba más que cualquier otra. Lo que le dijo fue que le serían de gran ayuda. Diana estaba muy agradecida, pero lo único que le dijo fue "gracias". Esta era la quinta y última prueba, era la más difícil porque tenían que luchar contra un ser mitológico.

Gargano nació un poco antes que Zeus. Él era completamente horrible. Por esa razón, nadie lo mencionaba excepto su padre Cronos. Gargano era el único hijo de Cronos que sí creía en su padre, por eso, nunca se lo comió. El poder de Gargano era el de atraer y repeler, como un imán o como la gravedad. Se hacía llamar el señor de la gravedad. En una ocasión, mientras intentaba revivir a su padre, Helios lo vio desde su carro del sol y llamó a sus hermanos para que lo encerraran. Ellos no quisieron hacerlo y, en cambio, lo condenaron a pasar el resto de su inacabable vida encerrado en una cueva en el centro de la Tierra sosteniendo con su fuerza de gravedad el mundo, incluida la luna. Con su enojo, creó un campo magnético de gravedad que hoy sostiene al mundo, pero ese campo le costó sus poderes.

Su madre Rea, al enterarse lo que sus hijos quisieron hacerle a su pobre bebé, corrió a salvarlo. Luego de eso, él se vino a vivir a la Argentina. Fundó una empresa que transporta objetos que hoy sigue en pie (buscá Gargano en Google). En noches de borrachera, les cuenta a sus conocidos más fieles sus encantadoras historias.

Por primera vez lo disfrutaba, gracias a que encontré al amor de mi vida, Sebastian. Él me ayudó a sobrepasar la etapa de la depresión, que fue muy difícil para mí. Me había tomado un descanso, luego de gobernar las hermosas tierras de Jenópolis. Nunca hubiera creído que encontraría a mi amado en esos días. Pasamos unos momentos inolvidables y, desde el instante en que lo vi, supe que era mi destino.&nbsp; La pesadilla La noche antes de mi boda, me fui a dormir emocionada porque, a la mañana siguiente, me convertiría en otra persona. Fue la primera vez, en mucho tiempo, en la que me sentí verdaderamente feliz. Estaba por acostarme cuando escuché unos pasos en el pasillo, pero supuse que era la esclava, que era sonámbula, hasta que sonó un fuerte estruendo: mi puerta se estrelló contra la pared. Estaba tan asustada que me quedé paralizada, pensando en qué lo había causado y qué iba a pasar a continuación. Un hombre con un aspecto familiar entró en mi habitación, vestido de negro, con una máscara cubriéndole el rostro y con aproximadamente diez hombres con lanzas y escudos.

Aún no podía descifrar quién era aquel misterioso señor. Todo pasó tan rápido que no pude pensar ni reaccionar. Desperté en una sala muy elegante, con un acogedor sofá, y no recordaba nada de lo que había pasado. Luego de un rato llegó un hombre que me parecía conocido, pero no lo reconocí hasta escuchar su voz: - Hola, Aglaia -&nbsp;me dijo.&nbsp; - ¡Reconocería esa voz en cualquier lugar! ¡Eres el rey Lykaios! ¿Para qué me trajiste? - le pregunté&nbsp;gritando.&nbsp; - Creo que ya lo sabes… -&nbsp;dijo el rey, con una voz espeluznante.&nbsp; - ¡No quiero casarme contigo! ¡Déjame en paz!- le grité enojada. Se acercó a mí con una expresión de ira y&nbsp;me amarró a una silla, amenazó con encerrarme. Luego de unos días, tuve que ceder. Pase unas noches más, allá, preocupada, pensando en lo que diría mi prometido. Al día siguiente, al caer el sol, Lykaios entró a mi habitación con una propuesta. Me dijo que si yo me casaba con él, no revelaba lo sucedido y decía que todo esto era un acto de amor verdadero, me daría lo que desease. Esa era una gran oferta pensé, pero... ¿qué pasaría con Sebastian?

En mi isla, cuando alguien le quería proponer casamiento a otra persona, el hombre se paraba en “la esquina de los amores “ y emitía un grito, algo así como ¡¡¡AAAHOAHOAHO!!!, y las personas que estaban alrededor le tiraban a la mujer flores que había en un cantero que estaba allí, ¡era tan romántico! Cuando llegué a mi aposento, estaba algo mugriento y de hecho había una rata y cinco cucarachas, ¡realmente asqueroso! Pero en fin, por lo menos no dormiría a la intemperie. En cuanto tuve un poco de tiempo libre porque ya había terminado de hacer todas las tareas que me había dado el rey (hacer unas cuentas para no sé qué, creo que eran deudas, arreglar un poco mi habitación e ir a una junta del rey con algunos pueblerinos más) fui a recorrer un poco el palacio y, la verdad, era hermoso. En el parque trasero había una fuente y alrededor, un rosal. También había unos niños jugando con un palo a la jabalina. Debían de tener unos siete u ocho años; me recordaba a cuando yo era niño y jugaba en el jardincito con mis hermanos. El segundo día de esclavo fue un poco mejor que el primero, aunque estaba algo cansado, porque la noche anterior me había quedado a dormir con los esclavos que trabajaban en las minas y con los niños.

Esa noche, tuve un momento mágico, yo no podía pegar un ojo y entonces sentí que una manita pequeñita me tocaba el hombro. Era una niñita, que al parecer, como yo, tenía insomnio, pero luego me di cuenta de que no era solo ella, sino que había muchos niños y hasta algunos adultos también. Entonces, con su suave voz de angelito, me dijo: - ¿Sabes contar historias? - Claro que sí- le contesté yo , -¿Qué necesitas? - Si no le molesta, señor, - prosiguió ella - me gustaría escuchar una de ellas. En ese momento creí que, aunque extrañaría muchísimo a mi familia, ese lugar me iba a terminar gustando, de alguna forma. Terminé contándoles un mito, el de la diosa Afrodita, porque me acordé de la hermosa dama a la que me había encontrado ese día. Esa mismísima noche, recordé también cuando les contaba los mismos mitos a mis pequeños hermanos. Sé que suena presumido, pero yo era bastante importante para el rey, en muchos sentidos. Era como el segundo consejero del rey, porque el primero era Aeneas. Lo ayudaba con muchas cosas, como a resolver cálculos muy difíciles para pagar sus deudas, le hacía sus juntas con otros reyes y lo salvaba de muchas guerras. Y él lo único que hacía, después de todo el trabajo que me había tomado, era decirme:

Por Angelina Rosello de Rosa

Nombre: Pandora Características: linda, pequeña, amable, graciosa, mágica, seria y tierna. Sus ojos son violetas. Lo que hacía en sus días: Le gustaba reunirse con los animales e interactuar con ellos. El color de sus ojos le permitía hacerse invisible para esconderse de los humanos. A todo animal lastimado, ella lo ayudaba. La leyenda dice que esta niña habita en los bosques más oscuros.

Durante mi niñez tuve que irme a vivir a otra polis con más oportunidades, puesto que mi pueblo natal no las tenía. Crecí en una casita de roble y paja. Pero luego descubrí que era hijo de un dios&nbsp;y mi vida cambió por completo. Fui a visitarlo debido a que nunca lo había visto y cuando lo conocí me pareció una persona genial. Me contó el poder que había heredado y que yo era un semidiós. También me dijo varios secretos familiares y que si no los ocultaba, mi vida podría correr riesgo.&nbsp; Una vez, en el&nbsp;bosque, me encontré con un animal salvaje de piel blanca, con escamas,&nbsp;ojos amarillos y pelaje suave, que era muy conocido por haber matado a muchas personas.

Tuve que pelear y, como ya sabía, yo iba a ganar, pero no fue como imaginé, me costó tanto que creí que me estaba convirtiendo en mortal. Al final&nbsp;lo logré. Pero esta pelea me marcó. ¿Esto me señalaría en lo que, en algún momento, me convertiría?. ¡Podría convertirme en mortal! ¡ Me&nbsp;asusté!.&nbsp; &nbsp;&nbsp;Cuando me mudé a otro pueblo para conseguir más oportunidades, llegué a una casa más fea, sin ventanas, con olor nauseabundo y todo lo deprimente que existe. Allí había competiciones de fuerza, pero eran muy salvajes y sangrientas. Esas no eran competencias de fuerza eran peleas, masacres, solo le podrían gustar a un morboso psicópata. El lugar donde estábamos no era ni similar a nuestro anterior hogar, era una polis grande con un emperador muy cruel. Corría el rumor de que él había matado a todas sus ex.&nbsp; Cuando salí a las calles me deprimí de una manera increíble, no lo podía creer, era todo esclavitud, impuestos altísimos y muerte. Fueron tristes mis años ahí, pero no eternos.&nbsp; Cuando mi madre murió y tuve la edad suficiente, me fui, me establecí en otro lugar y mi vida siguió. Esta gran historia seguirá y seguirá, hasta que yo perdure y muera en el final

Él había tenido un gran amor que falleció en una guerra. Esa fue la única batalla que perdió debido a que no podía soportar el dolor que le causó la muerte de su amada.&nbsp; Luego de ese triste momento, prometió que nunca se volvería a enamorar, porque siempre seguiría amando a Cristel.&nbsp;

Bigo, era un rey griego muy bueno, divertido, gracioso, valiente y fuerte, que luchaba para defender a su pueblo.&nbsp; Cuando tenía cinco años, fue abandonado por su familia porque pensaban que no iba a llegar muy lejos. Haber crecido solo lo ayudó a formar su personalidad y a conocer mucha gente.&nbsp; El año que cumplió dieciocho, un dios griego le otorgó un talento: cada vez que empuñara su espada, nadie lo podría vencer. Esto hizo que se convirtiera en rey de la ciudad de “Oscuridad Profunda”. Cuando su familia se enteró de que era rey, quisieron ir con él inmediatamente, pero Bigo les negó la entrada al pueblo.

Autores: Nicolás Maino, Benicio Torres Romero , Facundo Roma D'Amico, Manuel Wainbuch y Liam Vogt.

Soy Dymas, un semidiós griego. Durante muchos años no conocí a mi padre. Así que cuando mi madre me contó que era hijo de un dios, me sentí muy orgulloso. Lamentablemente no puedo revelar su nombre porque es un secreto familiar, que he&nbsp;prometido no contar, debido a que si lo hago recibiré el castigo de la muerte.&nbsp;&nbsp; Durante muchos años combatí ante los muros de Troya y en guerras contra otras polis. Soy siempre elegido por mi valentía y por mi audacia durante las batallas. He llegado a enfrentarme con doce hombres a la vez y siempre salgo victorioso. Eso es, en parte, porque tengo una fuerza sobrenatural que adquirí de mi padre.

Muchos afirman que los dioses me apoyan y que, por esa razón, siempre salgo vencedor. &nbsp;&nbsp;Mi educación estuvo a cargo de mi madre, quien me ayudó a desarrollar mi sexto sentido. &nbsp;&nbsp;&nbsp;Si bien soy de estatura mediana, tengo unos fuertes músculos, por eso mismo me presento en las competencias atléticas de Jenópolis y repetitivamente&nbsp;gano.&nbsp; Un día, en una competencia, me enamoré de una hermosa princesa llamada Altaír. Ella, es hija de la reina Aglaia y del rey Lykaios. Desde niña, su destino era casarse con el príncipe Anker puesto que los padres de Altaír y Anker, así lo habían acordado.&nbsp; Sin embargo, mi amor se vio apreciado por la princesa y nuestro cariño quedó&nbsp;marcado. &nbsp;&nbsp;No todo es color de rosa, el padre de Altaír , Lykaios, se interpuso en mi relación . El rey, me mandó&nbsp;matar. Por suerte, me enteré al momento y me refugié. Igualmente yo no tenía miedo, puesto que soy un semidiós incapaz de perder en una batalla. Sin embargo, me&nbsp;preocupaba porque el rey era,&nbsp;por lejos, el más poderoso y estaba dispuesto a hacer todo para proteger a su hija. &nbsp;&nbsp;Nací en Grecia en el año 10.000 a.C. Tengo una familia con tres hermanos, mi mamá y&nbsp;un papá que no conocí nunca ya que vivía lejos porque era un dios y nunca estaba en casa.&nbsp;

Por Sofía Zonis Segovia

Nombre del ser mitológico: Antrohipomintheus Características físicas: cuerpo de rinoceronte, piernas de humano y tres cabezas de roedor.&nbsp; Poderes: olfato agudo, capacidad de entender el lenguaje humano y gran fuerza en sus dientes. Debilidades: ingenuidad, sensibilidad y torpeza.

Mi historia Me dicen Antrohipomintheus, aunque también me llaman "el monstruo" o "la criatura". Antes de ser lo que soy, era un rinoceronte traído desde África como un tributo del faraón egipcio hacia el rey de la polis. El soberano de Egipto que me había conseguido de muy lejos, más allá del desierto. Un día, a poco de llegar, estaba en una jaula de barrotes de oro, cuando de pronto se acercó una araña que no parecía normal, ya que tenía rostro humano. Luego me enteré de que era Aracne, quien se había enfrentado a la diosa del tejido, y como aquella la había vencido, esta la convirtió en este ser extraño por rencor y envidia.

Contenidos trabajados a lo largo de este proyecto

Prácticas del lenguaje: La narración: ficcional y no ficcional, literaria y no literaria. Características y estructura. La autobiografía y el mito. Pronombres personales. Escritura en primera y en tercera persona. Marco narrativo: clasificación de personajes, espacio y tiempo. Momentos de la narración: introducción, nudo y desenlace. Secuencia narrativa y núcleos narrativos. Tipos de narrador: personaje, testigo y omnisciente. Recursos estilísticos: imágenes sensoriales, metáfora y comparación. Mecanismos de cohesión: Elipsis, reemplazo pronominal, uso de conectores, sustitución (paráfrasis y sinonimia), palabras generalizadoras (hiperónimos), hipónimos y cohipónimos. Uso del diccionario: acepciones, etimología y abreviaturas. Prefijos y sufijos. Reglas de acentuación: monosílabos, hiatos, agudas, graves y esdrújulas. TIC: Uso de documentos de Google, trabajo sobre documentos compartidos, presentaciones de Google. Uso del diccionario de la RAE y de Wordreference (diccionario de sinónimos).

Empezó a sentir como si lo absorbieran, mientras más se movía, más lo succionaba, así que dejó de moverse, vio un tronco y se agarró con todas sus fuerzas. La primera vez no funcionó; la segunda, tampoco pero luego de muchos intentos, logró salir antes de que lo hundiera&nbsp;del todo. Luego de seguir caminando por horas pasó lo menos pensado: ¡una tormenta caliente! Este día no podía ser peor, pero Guille ya estaba acostumbrado a eso y, bueno vivía en un desierto... Sentía cómo las gotas hirviendo tocaban su piel y lo quemaban, ¡dolía un montón!

Era como si alguien lo estuviera haciendo a propósito, pero ¿quién haría algo tan despiadado y horrible? - Debo seguir el camino - pensó - Todos están esperándome. Y usando eso como motivación empezó a adelantar el paso. Después de mucho tiempo de caminar, ya había oscurecido. Pero de la nada vio una montaña altísima y una luz como una linterna gigante sobre la cima.&nbsp; - ¿Qué es eso? - se preguntó -&nbsp;¡Es el Olimpo! ¡Por fin llegué! Corrió y corrió hasta llegar al Olimpo. ¡Era enorme y había dioses de todo tipo! No lo podía creer, ¡había llegado por fin! Estaba muy contento y allí, a la distancia, lo vio: Poseidón a quien había estado buscando todo este tiempo. Ahora no sabía si le concedería esta petición. Se acercó y juntó valor para pedirle: -Hola, señor Poseidón, estoy acá para pedirle un favor. Vine desde muy lejos para que me conceda este deseo. En mi aldea, Arenolis, hay mucha escasez de agua, ¡no nos alcanza para vivir! Entonces, se lo pido por favor, denos algo que sea como un mar pero que también podamos beber de él.&nbsp;

Por Nicolás Maino y Facundo Roma D'Amico

&nbsp;&nbsp;Yafaro es un ser animal hecho de arcilla, por un artista griego. Era un obra tan bonita que los dioses hicieron que cobrara vida. Ese día, él apareció en la plaza central de Atenas y, cuando se hizo de carne y hueso, la gente no lo podía creer. "¿Podría ser Yafaro un dios?", se preguntaban.&nbsp; &nbsp;&nbsp;&nbsp;Él tenía alas blancas y un pelaje dorado, medía unos doce metros aproximadamente. Boca puntiaguda y ojos celestes como el cielo mismo. En la boca tenía una lengua áspera y unos dientes puntiagudos y filosos como los de un león, capaces de devorar cualquier cosa. Pero él no era perfecto ya que su corazón todavía era de arcilla y, si el agua&nbsp;tocaba su cuerpo, su hechizo sería suprimido y él de arcilla volvería a ser.. &nbsp;&nbsp;

&nbsp;Tenía la habilidad de volar gracias sus hermosas alas blancas las cuales lanzaban fuego en el aire. Durante sus combates, él podía arrojar proyectiles de oro por su boca. Su sangre era oro puro, equivalente a treinta y seis kilates por litro, que no era mucho si se comparaba con el tamaño de su cuerpo. Este ser fue derrotado por Poseidón y Zeus. Algunas personas todavía dicen ver una gran estatua de arcilla en el océano. Esta batalla comenzó cuando el rompió el equilibrio del mundo tratando de quedarse con él,&nbsp;pero esa es otra historia. &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;“ Cada uno escribe su propia historia”

Narciso - Michelangelo Merisi da Caravaggio&nbsp;

Tercera misión: Escribir mitos "griegos".

Autores: Julian Lejtman, Manuel Henschel, Juan Bautista Dellutri,Tobías Koryto y Eric Christeller.

Soy el rey de Lykápolis y de Jenópolis. Además, he combatido en muchas batallas porque soy el mejor guerrero. La guerra contra los espartanos comenzó a favor nuestro pero los violentos combatientes se pusieron más agresivos, la batalla se emparejó y casi nos derrotan, aunque el dios Hades me ayudó a sobrevivir a ese enfrentamiento mortal: trajo un ejército de muertos y ellos combatieron contra los guerreros del pueblo espartano. Como soy tan inteligente quería tener muchas riquezas, tesoros y todas las tierras de Grecia.

Yo tenía un gran plan para apoderarme de Jenópolis: raptar a la reina. Mi estrategia era que, por la noche, iba a ir al palacio cuando los guardias no estuvieran alerta y entraría al cuarto de la reina con mi tropa de secuaces armados. Luego, nos la llevaríamos en un baúl. Mi matrimonio con la reina fue un desastre porque ella no quería casarse conmigo pero yo la obligué. Mi esposa y yo acordamos con los padres de Anker, el hijo de un rey de una polis vecina,&nbsp;que nuestros hijos se casen, pero en una competencia, mi hija conoció a un guerrero que ganó la disputa. Se llamaba Dymas y Altaír se enamoró de él.&nbsp;&nbsp;&nbsp; En el pueblo todos lo querían, lo amaban por su valentía y sus victorias. Él se destacó en la competencia porque combatió contra doce hombres a la vez y derrotó a todos. Mucha gente dice que es un semidiós o que su padre es un dios griego. Nadie nunca sabrá la verdad sobre eso, solo es un secreto para él mismo. Durante otras guerras contra otras polis él siempre salió ganando por su suerte y su audacia. Las personas que iban a ver sus combates afirmaban que un dios lo ayudaba con armas mágicas o con una fuerza sobrenatural.&nbsp;

Mujeres, niños y hombres pasaban por ahí y pegaban una miradita para ver si algún esclavo les interesaba. En un momento dado, me di cuenta de que ese lugar era Jenópolis.&nbsp;

Hace muchísimos años, cuando era pequeño, mi madre me habló sobre este sitio y en un pergamino de la biblioteca estaba grabado el puerto de Jenópolis. ¡No lo podía creer! Yo rezaba para me eligiera una buena familia.&nbsp;

Al cabo de unas tres o cuatro horas, pasó por ahí un hombre con vestimenta de mucha calidad. Se notaba que era acaudalado. Luego de que el señor me mirara unos minutos, se me acercó y me hizo algunas preguntas sin importancia. Hizo lo mismo con algunas personas más que estaban a la venta. Le dio unos valores a un señor con bigote y nos subió a un carro muy elegante tirado por caballos. Quien me compró, si no me equivoco, se llamaba Aeneas y no dijo nada durante el viaje, pero los que me acompañaban&nbsp;susurraban cosas entre sí, aparentemente sobre mí, lo que me hacía sentir bastante incómodo; seguramente era porque yo no tenía un gran aspecto físico, lo que tampoco me permitía entender por qué me habían elegido para ser esclavo.&nbsp; En un momento dado, me quedé dormido a causa de que llevaba unos dos días en vela. No sé qué pasó después pero, cuando ya casi llegábamos a nuestro destino, el mismo señor que me había adquirido me despertó y me entregó ropa elegante, ordenándome que me la pusiera. Un poco me tranquilizó que me hubiera dado esas prendas, porque significaba que no trabajaría en una mina.&nbsp; Cuando llegué al palacio me pareció el lugar más grande que había visto en mi vida. No me recibieron con los brazos abiertos, pero tampoco me recibieron tan mal. El señor que me había recogido aparentemente era el consejero del rey.&nbsp;

Autoras: Clementina Duhalde, Catalina Stutz. Nili Schuster, Mercedes Scheibler Mortier

En un hermoso pueblo, vivía una joven llamada Triantáfyllo. Su belleza era cautivadora y su temperamento, inquebrantable. Ella era la hija de Altaír y Dymas, también tenía un hermano mayor llamado Dáfni. &nbsp;Le gustaba pasear por el campo y contemplar las flores hasta el atardecer.&nbsp; Un día, ella volvió del mercado ya que había comprado un pan humeante y suave. De repente, descubrió que se avecinaba una fuerte tormenta y decidió apurarse para llegar a casa. Cuando entró, se tomó el tiempo de sentarse y observar el aguacero. No fue hasta que inspeccionó más detenidamente su hogar que se dio cuenta de que no estaba sola. Un bello joven la esperaba a sus espaldas. Al principio se demoró pensando en cómo habría entrado a su casa. Luego descubrió que no era cualquier hombre, él era un dios. &nbsp;

Su dorado cabello resplandecía ante la luz del sol, que ya no se encontraba escondido tras las nubes, pues la tormenta se había esfumado sin que ella se hubiera dado cuenta. El dios la estaba observando, como si hubieran pasado años desde la última vez que había visto a un mortal. - Hola - dijo con una cautivadora sonrisa - Soy Apolo, dios de la belleza y de las artes. - ¿Có-cómo entraste? - dijo la muchacha, paralizada.&nbsp; - Mejor me voy a ahorrar la molestia de explicarte. Vine aquí por tu belleza - explicó el dios - Me atrevería a decir que eres tan bella como la diosa Afrodita, tal vez más - Apolo bajó la mirada al pronunciar estas últimas palabras. Triantáfyllo quedó muda ante esa declaración. No era común que un dios te halagara de esa forma. - ¿Qué está buscando? - pregunto ella, ya menos preocupada - Vengo para pedir tu mano - dijo el dios desesperado - Entiendo si no quieres, es muy apresurado. Tu belleza me ha estado asombrando desde hace un largo tiempo, planeé hacer esto hace unos meses y… no pensé que saliera mal - estaba muy nervioso. La joven nunca había visto a un dios hablar de esa manera, y menos sobre un mortal. Aun así tenía miedo. - Te concederé todos los deseos que pidas - prosiguió - pero solo si te casas conmigo.

A continuación, le ordenó a Aeneas que preparara a dos guerreros de su máxima confianza y a los caballos, para partir temprano del palacio.&nbsp; Se fue a su acogedora cama con sábanas de seda para estar bien descansado para el siguiente día. Pero, de repente, se le vino algo a la cabeza. Él nunca había estado en el bosque y, a pesar de que iba a ir bien acompañado, no deseaba perderse allí y ser presa de un oso u otra bestia. Además, tenía que pensar cómo decírselo a su esposa, quien de seguro estaría muy angustiada.&nbsp; Pensó que el primer problema ya estaba resuelto porque podía llevar a Dysthe con él, un esclavo del antiguo rey Lykaios, que era muy culto y seguramente podría guiarlo y ayudarlo a descifrar la profecía. Pero instantes después, se acordó de lo que había sido del pobre infeliz: el rey lo había envenenado. Entonces recordó que su suegro tenía un nuevo sirviente, Anelli, tan culto como el anterior, y decidió que lo acompañara en su búsqueda.&nbsp; Dymas se levantó en la madrugada. Hacía calor, pero había un viento fresco. El pasto estaba empapado dado que había caído mucho rocío. Olía a húmedo. El palacio se veía rojizo porque estaba saliendo el sol. Fue a los establos a buscar a su mejor caballo, Énimus, para su salida.

Entonces regresé, pero el hombre ya no estaba, seguramente porque yo había tardado bastante en volver, ya que estaba algo indeciso. Pero, dee pronto, empecé a sentir su olor. Eso fue algo extraño, ya que nunca me había sucedido tal cosa, no solía ser un animal con gran olfato ¿sería por mis nuevos hocicos? Después de haber caminado un par de horas larguísimas, y de haber oído grititos ahogados y llantos de miedo de las personas que se me cruzaron, vi al señor que me había ayudado. Este no me pudo ver, claro, ya que estaba en un carro tirado por caballos, leyendo un pergamino en el cual estaba yo dibujado. Casi se me paró el corazón, me di cuenta de que me estaban buscando. El hombre dejó caer el pergamino sobre el asiento cubierto de cuero. Miró hacia atrás y me vio, dio un respingo, bajó y vino hacia mí. Claro, todo eso ocurría mientras una multitud chillaba como desgraciada y corría en todas direcciones. Cuando por fin mi héroe logró hacerse paso entre esa muchedumbre, me arrojó una soga para que la tomara con alguna de mis cabezas y me pudiera acercar a él. El señor vociferó: “¡Μείνετε ήρεμοι, όλα είναι υπό έλεγχο. Επιστρέψτε στο να κάνετε αυτό που κάνατε!”, lo que quería decir: “¡Mantengan la calma, todo está bajo control. Vuelvan a hacer lo que estaban haciendo antes."

Era increíble, yo podía entender lo que el humano decía. Seguramente, esas cabezas eran mágicas porque me las había tejido un ser con poderes. En ese momento, todos se calmaron y le hicieron caso. Seguro le obedecieron porque tenía un cargo bastante importante en el gobierno. Al parecer así era. Era el veterinario de los caballos del rey y sus demás animales. Yo no había llegado a conocerlo porque solo llevaba unos pocos días con el rey antes de que la malvada Aracne arruinara mi vida. Eso explica también por qué me había curado tan bien. Me enteré de que ese era su oficio porque una señora le dijo: - Caronte - aparentemente ese era el nombre de mi salvador- si usted trabaja como veterinario en el palacio, hágalo allí y no traiga a su bestia por la calle. Parecía algo ebria, ya que no era prudente dirigirse así a alguien tan importante. Cuando por fin estuvimos solos y a salvo, el señor me dijo (convencido de que yo no podía entenderlo): - Creo que será mejor que te refugies en algún lugar subterráneo para que el rey no te encuentre y yo sé exactamente cómo. Mi felicidad fue inmensa. Fue casi como si Caronte me hubiese leído la mente.

Integrantes: Nicolás Maino, Benicio Torres Romero , Facundo Roma D'Amico, Manuel Wainbuch y Liam Vogt. Lema: Venimos para ayudar.

El pobrígarro

Por Clementina Duhalde y Mercedes Scheibler Mortier

El pobrígarro es un animal mitológico. Es una mezcla de pollito, perrito, gatito y colibrí. Tiene el poder de convertirse en cualquier, cosa cuando la ve. También tiene súper oídos y ojos láser. Es una criatura que simboliza la creatividad y la ternura. Es muy difícil de encontrar ya que puede convertirse en cualquier objeto, animal o vegetal.

El monarca, al inicio, pensó que ella se había escapado porque habían tenido una gran pelea, debido a que la princesa no estaba dispuesta a casarse como su padre quería. Pero cuando había pasado un mes desde su desaparición, la gente empezó a dudar de que se hubiese escapado y comenzaron a pensar que la habían secuestrado ya que no aparecía y no había ni un mísero indicio para seguir. Desesperado, Castroy, amo del palacio de Genovia, acudió a Marugno, más conocido como Magnus, su consejero, a quien le preguntó cómo podría encontrarla. Este sugirió que tendría que ofrecer una recompensa a quien encontrase a la joven, pero no una recompensa ordinaria, sino que tendría que ser magnífica, espectacular.&nbsp; - ¿Cincuenta mil dracmas? - quiso saber el rey. - ¡No!- se apresuró a decir el consejero -Tiene que ser algo mejor aún, algo proveniente de los dioses, algo que la gente diera su vida por conseguir. &nbsp;A Castroy se le ocurrió pedirle ayuda a Zeus y, al día siguiente, temprano, partió él solo a buscar al dios del trueno. No descansó hasta llegar al Olimpo donde pidió al todopoderoso que lo ayudara. - ¿Qué haces por acá? - cuestionó Zeus con voz severa y mirada profunda y áspera.

- Mi hija está desaparecida y necesito que me ayudes a buscarla. Por favor, ¿podrías darme algo que sea de lo más valioso?, ¿algo que pueda ofrecer como recompensa para que me ayuden a buscarla?-anunció su majestad, sonando desesperado. - Puedo ayudarte, pero primero tienes que demostrarme que eres digno. - Entonces, con sus manos, Zeus formó una esfera de cristal y se la entregó al rey diciéndole que debía descifrarla. Zeus agregó: “Aquel que comprenda la profecía, tendrá el poder de saber los movimientos del contrincante”. Castroy tomó el objeto y lo zarandeó hasta que se le cayó de las manos, desde lo alto del Olimpo, a la tierra de los mortales. Zeus, como todo dios, se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y, furioso, lanzó un rayo que electrocutó al monarca matándolo al instante.&nbsp; La esfera quedó intacta y una vieja bruja la recogió y se la quedó. Se sospecha que se la llevó hacia lo profundo del bosque y nadie más volvió a verla. Según el padre de Dymas, todo aquello era una simple leyenda. Pero éste creía que podía llegar a existir. Casi le dio un vuelco a su corazón al oír lo que su consejero le contaba. Tal vez la famosa leyenda fuera cierta.

Los más grandes guerreros se dan cuenta antes de que ataque y, de esta forma, lo reconocen. Así fue como Azoca, un gran guerrero,&nbsp;descubrió su verdadera imagen. Una de sus mayores características es que no va en manada, se cree que es porque los poderes del Féleo son tantos que no necesita ningún acompañante, cabe aclarar que esto es solo una teoría. Esta bestia es ciega, pero sigue su camino con los sentidos restantes. Lamentablemente estos son todos los datos que pudimos obtener de esta criatura.

Kulümnus es el rey de todos los Minotauros, él luchó para ser rey. 

Pero cuando nuestros padres regresaron de su viaje y se enteraron de lo que había pasado, su tristeza fue inmensa y jamás lograron superarlo, al igual que yo. Ya siendo un hombre, una mañana me encontraba pescando en el río Mesta, porque ese era mi oficio y pasaron por ahí unos traficantes de esclavos. Aunque yo era delgaducho y no servía para hacer trabajos físicos, me capturaron igual, no sé por qué. Recuerdo que era un día soleado y de mucho calor. Al principio no me había dado cuenta de que eran traficantes, así que los saludé amablemente con la mano y súbitamente se me tiraron encima. Me pegaron un palazo en la cabeza, me desmayé y me amordazaron. Luego me subieron a su barco, donde me arrojaron a la cubierta, según todos los demás prisioneros, puesto que yo estaba inconsciente. Cuando desperté creo que había unas veinte personas a mi alrededor.&nbsp;

Al día siguiente, uno de los secuestradores abrió la escotilla y, en ese momento, se quedó mirándome como si nunca hubiera visto a alguien tan pálido. En ese instante supe que era porque me sangraba la pierna y mucho. No sabía por qué y sigo sin saberlo hasta este momento. De mi extremidad salía un olor metálico, que parecía ser el de la sangre, pero no le di mucha importancia. El esclavista me tomó de un brazo y me sacó de allí arrastrándome. Yo estaba aterrorizado. Me sentó en un banquito de madera y de un baúl tomó un cuchillo. Grité como nunca antes lo había hecho porque creí que me iba a amputar la pierna. Pero no fue así; simplemente, cortó un pedazo de mi pantalón para atarlo en la herida y que dejara de sangrar. Luego me volvió a arrojar&nbsp;con todos los demás prisioneros.&nbsp; Recuerdo también que debemos de haber tardado alrededor de dos días en llegar a nuestro destino. Lo malo de eso era que no teníamos luz natural, lo que me desesperaba. Hacía mucho calor y yo no podía dormir, o sea que me moría de sueño, pero cada vez que cerraba los ojos venía a mi mente todo lo que había sucedido y me daban ganas de llorar, ya que también sabía que no volvería a ver a mis padres ni a mis hermanos nunca más. El día en el que por fin salimos de ese repugnante barco, recuerdo que estábamos en un puerto y que estaba nublado.

Estuvo entrenando por mucho tiempo, hasta que llegó el día de la competencia, que se llevaría a cabo en el castillo, en una zona exclusiva. Diana estaba muy emocionada, ella tenía un plan para poder ir. Se disfrazó de hombre y allí fue. Nadie sospechaba nada . Había muchos participantes pero se veían débiles, como que no habían entrenado mucho. A ella eso le dio mucha confianza hasta que vio, a lo lejos, a un concursante. Era alto, corpulento y con pelo marrón como el café, no podía ver su cara ya que estaba de espaldas, hablando con el rey Lykaios. A Diana no le pareció raro así que se fue.&nbsp; La joven parecía despreocupada porque ya había practicado las pruebas muchas veces, sin embargo había algo que le molestaba: era el hombre ese que hablaba con el rey, sentía que tramaban algo. Pero no siguió pensando en eso porque no quería distraerse.&nbsp; Por fin estaban por empezar las pruebas. La primera era fácil, había que ir saltando con cuidado sobre bloques de hielo porque, si saltabas muy rápido, podrías llegar a romperlos y la caída te mataría. El rey dio inicio a la prueba y todos empezaron a pasar por los bloques. Un participante de pelo rubio, al ir muy ligero, se cayó y murió. Los otros iban detrás, muy despacio y con miedo a caerse.

Diana&nbsp;iba primera pero el joven de pelo castaño al que había visto hablando con el rey, iba acercándose a ella cada vez más. Ya faltaba poco y Diana iba más rápido al ver que él se le acercaba. Y cuando la iba a alcanzar, ella cruzó la meta y ganó.&nbsp; En el descanso de la primera prueba no pasó nada, solo la miraban todos con envidia, excepto el joven de pelo castaño que le dijo:

Un día estaba en una batalla peleando contra un chico llamado Lino. Después de combatir unos veinte minutos, vio algo familiar en él: el collar que le había regalado a su amada. Inmediatamente detuvo el combate y le preguntó de dónde lo había sacado. Lino le respondió: - Me lo dio mi madre. En ese instante, Bigo gritó: - ¡Mi hijo perdido volvió a casa! Y vivieron felices para siempre.

La sirena&nbsp;(1901) - John William Waterhouse&nbsp;

Tampoco quería que supiera lo de Sebastian, ya que se sentiría decepcionada y triste.&nbsp; Pasados los años Altaír fue creciendo; y al volverse mayor, desarrolló sus pensamientos de una forma muy peculiar: quería ser una mujer libre y poder tener derecho a elegir su camino, cosa que me fascinó, aunque a mi marido no le cayó tan bien. Yo sabía que, por dentro, a mi niña no le gustaba tener un padre como Lykaios, pero no podía hacer nada para cambiarlo. Ella era adolescente, era lógico que se enamorara. El rey ya había arreglado su matrimonio, pero a ella no le importó. Amaba a un joven llamado Dymas. Era muy fuerte, casi como un dios. En realidad no contaba mucho sobre él y, menos, a su padre. Me dijo lo suficiente para saber que estaba perdidamente enamorada, pero no dijo más. Una noche de verano, llegó el consejero del rey con una sorpresa: a sus espaldas había un individuo, recientemente traído del mercado de esclavos. Todos se emocionaron ante aquella noticia. Y al siguiente día, ya estaba alojado en el palacio. Hay que admitir que nos fue de mucha ayuda; como Altaír no iba al colegio, él se ofreció para ser su profesor, era muy inteligente.

El acuerdo Finalmente me decidí y le dije con seguridad: - Quiero tomar decisiones políticas y civiles en Jenópolis y en Lykapolis y, además,&nbsp; &nbsp; salir al pueblo de vez en cuando. - Entonces, ¿cerramos el trato? - dijo con cara risueña.&nbsp;

- Claro -&nbsp;dije decididamente y satisfecha de mi respuesta.&nbsp; A la mañana siguiente recorrí la polis con el fin de encontrar a mi viejo prometido Sebastian. Estuve mañana y tarde buscándolo y, al no encontrarlo, decidí preguntar por él. No conseguí información, así que le consulté a una anciana, ella trabajaba en la antigua tienda de telas del pueblo. No recordaba mucho pero me dijo algo que me sirvió: me contó que la última vez que lo vio fue en la torre más alta de mi castillo. Traté de recordar qué había allí, pero no tenía la imagen clara de esa torre, pues no subo a menudo… Hasta que me acordé. Fui lo más rápido posible, corrí entre la gente, no podía entender por qué Sebastian estaría allí, pero lo intentaba. Se me hace difícil pensar cuando tengo algo que da vueltas en mi cabeza. En esa torre se encontraban las armas de los soldados para la guerra tenebrosa, no sé qué haría ahí dentro, solo podría… ¡Ay no! ¿Le habrían hecho algo? ¿Lo habrían…? No quería decirlo… ¿ma-matado? No podía esperar más, tenía llegar allí lo más rápido posible, no debía perder tiempo.

Integrantes: Catalina Rubio Ballester, Jazmín Safirsztein, Angelina Rosello de Rosa, Sofía Riesco y Sofía Zonis Segovia. Lema: La cuarentena nos hace más inteligentes.

THE VIKINGS&nbsp;&nbsp;

Integrantes: Vera Abiad Rabinovich, Rosario Aladro Page, Clara Fierro, Rocío Faraja Adad, Clementina Duhalde, Sol Giniger. Lema: Cómo pretendes volar, si no te alejas de los que te cortan las alas.

Ella pensó. No tenía mucho en ese pueblo, su familia estaba muy lejos y ella no le hacía falta a nadie, excepto a Apolo. - Acepto - dijo Triantáfyllo tímidamente El dios la atrajo hacia él y la llevó a un precioso campo repleto de flores. Ella no se dio cuenta de cuándo partieron ni cuándo llegaron, solo pasó. Al final del camino, Apolo se acercó a la muchacha: - ¿Cuál es tu mayor deseo?&nbsp;- preguntó suavemente tomándola de las manos. - Ninguna flor nunca fue tan divina como para identificarme, deseo una que represente mi belleza y mi inquebrantable temperamento para llevarla conmigo desde nuestra boda hasta mi muerte. Y, con ese pedido, Apolo fue a visitar a Deméter, la diosa de la cosecha y la agricultura.&nbsp; - Deseo una flor que represente la belleza y la personalidad de mi amada Triantáfyllo. - suplicó Apolo. - Está bien - dijo Deméter - Pero necesito algo a cambio.&nbsp; - ¿Que podría entregarte? - Su padre, Dymas, sería un precio justo. - Ella no me amará si lo entrego a la muerte. - Tú no lo harás sino un Pobrígarro. No le dirás nada. De pronto, frente Apolo aparecieron la amenazante bestia y Dymas. Él estaba débil y viejo, por lo que el monstruo no tardó en tragarlo de un bocado.

Apolo estaba horrorizado con solo pensar lo que diría su prometida al descubrir lo que había hecho. - ¡Dame mi flor pues ya pagué su precio!&nbsp; Deméter se concentró en una maceta con tierra. De ella salieron destellos dorados, mientras un pequeño tallo, surgía del centro. Su capullo se abrió y reveló una bellísima flor blanca. Sus pétalos estaban alrededor de una ronda de pétalos y esta de otra, y de otra más, y otra y otra. Su tallo estaba impregnado en espinas, lo que significaba que cualquiera que la quisiera cortar se pincharía. Un aroma fresco, dulce y silvestre invadió el ambiente.&nbsp;

Siempre que me preguntan "¿cómo fue tu día?", yo podría replicar: "Y, bien, pesqué dos peces con mis compañeros y después descansamos un poco." Pero yo suelo relatarlo todo detallado, indicando a qué hora, si había sombra, si hacía frío o lo que fuera, lo que también, a veces, cansa a algunas personas. Pero a mis doce hermanos les encantaba y yo les narraba todas las noches sobre los dioses y ellos iban cerrando sus lindos ojitos. Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Mi casa estaba hecha de palos de madera, ya que yo era muy pobre. Recuerdo lo que amaba esa casa. Tenía mi pequeño cuarto que compartía con mis doce hermanos. Además tenía un jardincito que, cuando llovía, se llenaba de barro, donde mis hermanos y yo nos metíamos. A mis padres mucha gracia no les daba, porque decían que podía haber víboras e insectos ahí, pero… ¿y qué?; con tal de divertirnos hacíamos cualquier cosa. También recuerdo que, junto a la casa, había un lago al que yo amaba ir a observar aves de toda clase, pero lamentablemente por esa zona habitaban traficantes de esclavos, así que había días en los cuales mis padres me decían que no podía salir porque por allí merodeaban ellos. A mí no me daba miedo. Bueno, está bien, un poco sí, pero no era mi culpa, era un niño.

A pesar de lo pobre que soy, la gente me considera muy culto. Eso no es usual, ya que solo la gente con mucho dinero y riquezas se educa en mi&nbsp;polis. También cuesta creer que mi familia tenía una gran villa. En realidad,&nbsp;yo no llegué a conocerla, puesto que, antes de que yo naciera, mis padres eran muy acomodados. Mas a causa de la guerra entre las polis, la villa se incendió junto con los valores que había en ella. Fue muy terrible para toda la familia. En consecuencia, me vi obligado a trabajar a los cinco años para no morir de hambre. Pero mis padres, en cualquier momento que teníamos libre, aprovechaban para enseñarnos todo lo que ellos sabían y no nos dejaban ir hasta que lo entendiéramos. 

Pero cuando Dymas llegó, los dioses ya habían hecho que los géiseres fueran inútiles. Con ayuda de Hades, colocaron todo el calor del inframundo en el portal, para expulsar agua a más quinientos grados,&nbsp;cada diez minutos.&nbsp; Y aunque otros portales se siguen abriendo por el mundo, los dioses los siguen tapando.

Autoras: Rocío Faraja Adad, Sofía Riesco, Catalina Rubio Ballester y Camila San Agustín.

En Jenópolis, una polis lejana, había una niña con ojos celestes como luceros, pelo negro como la noche y muy bonita, a la&nbsp;que le interesaban mucho las batallas con seres mitológicos. Su luchador favorito era Dymas ya que él siempre ganaba. Muchos decían que los dioses lo ayudaban pero ella no pensaba así. Un día, Diana fue a ver una de sus peleas contra un ser mitológico llamado Lobster, era el ser más temido del momento, con sus garras y sus cuatro cabezas. Nunca nadie había visto algo igual, pero el héroe griego lo venció. Todos quedaron asombrados. Ella siempre había querido ser como Dymas, tan valiente y luchador, pero sus padres le decían que eso era cosa para hombres y que ella tendría que estar aprendiendo a cocinar y a hilar.&nbsp; Había una competencia llamada “Guerra Olímpica” que organizaba todos los años el rey Lykaios. La jovencita se moría de ganas de asistir, pero como era mujer no podía.

Integrantes: Julian Lejtman, Manuel Henschel, Juan Bautista Dellutri,Tobías Koryto y Eric Christeller. Lema: Un guerrero siempre mantiene su espada afilada… pero jamás la saca sin una causa.

LAS GUARDIANAS DE LOS MITOS

Integrantes: Nili Schuster, Mora Taboada, Catalina Stutz, Camila San Agustín Apa y Mercedes Scheibler Mortier. Lema: Protegeremos los mitos mejor que nadie.

Apolline, que significa&nbsp;sol, calor, fuerza, es una gata montés con cola de león, alas de pegaso hecho de fuego. Es la mascota de Hestia, diosa de la leña, el hogar y el fuego.

Sus pisadas son de fuego y puede volar. Es la única de su especie. Se dice que es la hija de la temible Quimera pero, debido a que Belerofonte mató a su madre, quedó huérfana y Hestia decidió adoptarla y educarla para que no ataque a las personas. Apolline ayuda a los dioses y artesanos a construir armaduras, espadas, escudos, etc. porque como escupe fuego, puede modelar el metal fácilmente. Su debilidad es el agua, obviamente. Ahora vive feliz con Hestia, haciendo alguna que otra travesura.

Entonces me dijo que por ahí cerca había un volcán extinto donde había túneles que había dejado la lava y donde podría esconderme sin que nadie pudiera matarme. Allí fuimos. Tardamos un día entero en llegar a nuestro destino pero valió la pena. Cuando ya me había instalado, Caronte se fue pero me prometió que volvería cada tanto. Me dio muchísima hambre, dado que no comía desde hacía unos dos días. Entonces, empecé a olisquear un huerto donde había lechuga y morrón, lo cual era bastante extraño dado que nunca me habían gustado. Estaba empezando a preocuparme por todos los cambios que me estaban sucediendo: entendía el lenguaje de los humanos y tenía un gran olfato, algo extraño estaba pasando. Salí rápido de mi refugio, me dirigí al huerto y devoré todo lo que se cruzó a mi paso. Mi apetito era algo descomunal. Todos los días hacía lo mismo, una y otra vez, destrozando todos los huertos y dejando sin comida a los campesinos. De vez en cuando, Caronte venía a visitarme y me ponía muy feliz. Nos habíamos hecho muy buenos amigos. Un día vino, pero no parecía el mismo de siempre. Tenía un ojo morado y partes de su cuerpo estaban ensangrentadas.

Entonces, a punto de explotar en llanto, levantó una lanza. Yo no sabía qué estaba ocurriendo. Él siempre había sido un gran amigo así que no me esperaba lo que estaba a punto de suceder. Me dijo: - Perdón querido compañero, no tengo más remedio que hacerte esto. Adiós - y con una lágrima en el ojo, me la clavó en el cuello, donde se juntaban mis tres cabezas, y me lo atravesó. Tuve tiempo de mirarlo a los ojos mientras agonizaba. Él también me miró a los ojos, rompió en llanto y me dijo: - El rey tenía a mi esposa y a mis hijos. Descubrió esta mañana que yo sabía dónde estabas y me ordenó matarte porque si no, los mataría a ellos. Lo siento, amigo. En ese momento, me brotó una lágrima, no solo por el dolor sino por mi gran decepción. En mis últimos suspiros, llegué a morder su cuello, con mis afilados dientes, y a arrancarle la cabeza.

Autores: Manuel Wainbuch y Tobías Koryto

Külumnus y Bigo eran hermanos inseparables.&nbsp; Construían chozas muy grandes porque querían ser los héroes de su pueblo como su padre y el padre de su padre.&nbsp; El día que estaban armando la casa para el alcalde, llegaron unos bandidos que se hacían llamar Los Pata Apestosa porque todos tenían una pierna embarrada. Entraron a la polis como si fueran del pueblo. Los habitantes estaban muy asustados&nbsp;porque los malhechores estaban armados hasta los dientes. Por esto consiguieron rehenes en la choza en la que estaban Bigo y Külumnus. Los hermanos vieron lo que estaba pasando y decidieron que si salvaban a toda la gente secuestrada serían los héroes del pueblo. Los Pata Apestosa pidieron a los pueblerinos&nbsp; cincuenta lingotes de oro y plata.

Una sombra pasó por la espalda de los secuestradores. Uno de ellos salió volando y todos ellos se pusieron a pelear contra los hermanos. Fue un combate agresivo: se esquivaban y se lastimaban unos a otros hasta que en un momento los hermanos cayeron al piso sin poder moverse. De la nada surgió una figura, era Ares, el dios de la guerra, que los revivió convirtiéndolos en criaturas guerreras. Así derrotaron a los Pata Apestosa tirándolos a una cascada de mil metros de altura. Nunca más se supo sobre los bandidos.

En un momento entramos a una sala, donde estaba el soberano, conversando con su hija, la bella Altair, quien, luego me comentaron, no pensaba en otra cosa que en su enamorado Dymas, un apuesto héroe, admirado por todo el pueblo de&nbsp;Jenopolis y Lykápolis, aunque, según mi parecer, era un sujeto bastante engreído. En esa sala, había cuadros que parecían ser de reyes anteriores y también había una alfombra roja. Apenas el consejero entró por la gran puerta, el monarca preguntó:&nbsp; - Buenos días, Aeneas, ¿qué hacés por acá? Hoy es tu día libre - y el consejero respondió: - Mi rey, eso estaba haciendo, pasaba por el puerto y me pareció que le gustaría recibir un obsequio, así que le compré unos cuantos esclavos; pero este me pareció que le podía servir para ayudarlo con la contabilidad de sus deudas con los otros pueblos. Tengo que admitir, que me dio miedo equivocarme, ya que no era tarea fácil el mandado que me había encargado el rey. Afortunadamente lo hice bien y me dio el resto del día libre.&nbsp; Cuando pasaba por uno de los pasillos, mientras me conducían a mi alcoba, caminaba por ahí una dama muy bien vestida, con largo cabello y ojos verdes. El señor que me estaba conduciendo a mi habitación hizo una reverencia ante ella y entonces me di cuenta de que esa dama tan hermosa era la reina.&nbsp;

Al primer momento en que la vi me enamoré profundamente de ella; me pareció que era como Afrodita por lo hermosa; pero igual la quería conocer mejor antes de declararme ante ella. 

A los hermanos los felicitaron por esa gran hazaña y se convirtieron en los protectores del pueblo. Pero Zeus, que había sido el anterior protector de esa polis, indignado y celoso, les lanzó un rayo que los convirtió en los monstruos mitológicos que conocemos.&nbsp;

Autores: Benicio Torres Romero, Facundo Roma D'Amico, Angelina Rosello de Rosa, Rosario Aladro Page.

En la antigua Grecia, en los años en los que Gargano, el dios de la gravedad y el viento, estaba ocupado sosteniendo la Tierra, la Luna y el Sol, ideó un plan para que los humanos llegasen al olimpo y de ahí se teletransportaran al río Estigia. Este consistía en lograr que los humanos lo atravesaran a nado y consiguieran la inmortalidad. Yuni, la mensajera de los tres mundos, advirtió a los dioses del plan de Gargano. Las divinidades, al enterarse de esto, enviaron al todopoderoso Yafaro, la bestia más peligrosa del Olimpo, para acabar con el que intentara llevar a cabo el plan de la vida eterna, pasando a través de los géiseres.&nbsp; La avaricia del rey Lykaios hizo que enviara a Dymas a ver los géiseres para llevar adelante el proyecto. Yendo hacia allí, Dymas&nbsp;tuvo que enfrentarse a Yafaro. En la pelea recibió ayuda de Gargano y salió victorioso de la batalla.

Segunda misión (optativa): Crear nuevos seres mitológicos: explicar sus características y poderes.

Edipo y la esfinge - Jean Auguste Dominique Ingres (1808)

Un día, él se acercó y me dijo que me veía preciosa. Yo estaba tan emocionada que salí corriendo. Luego me escribió una carta diciendo lo que sentía por mí.&nbsp;Me hallaba tan feliz que le dije la verdad: “Me van a casar por la fuerza”.&nbsp;Le expliqué también que yo no quería estar con Anker.&nbsp; No me importa lo que diga mi padre, yo amo a Dymas. &nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;Una mañana, el consejero real le regaló a mi padre, un esclavo llamado Dysthe, él era muy educado, no era fuerte pero sí intelectual. Le pedí que me ayudara en&nbsp;mi amorío con Dymas. Se negó. Dijo que era poco racional y que mi destino era casarme con Anker. Me enojé y le dije que no le dijera a nadie ya que si mi papá se enterara, no me dejaría ver más a mi amado y no lo soportaría. Dysthe aceptó no decirle a mi padre, sin embargo&nbsp;yo desconfiaba un poco de él y lo sigo haciendo, debido a su actitud con el rey. Creo que le cuenta todo lo que ve y que mi papá lo mandó a vigilarme.&nbsp;Sí, suena raro, pero lo presiento, es como si alguien me estuviera mirando todo el tiempo.&nbsp; &nbsp;&nbsp;&nbsp;Yo&nbsp;recibía buena educación, pero solo acerca de lo que a las mujeres se les permite:&nbsp;tejer, hacer las tareas del hogar, cocinar o&nbsp;cosas así .

El&nbsp;cambiaformas es muy grande, tiene unas enormes y largas aletas que lo hacen ser muy veloz, no tiene cara pero tiene muchos dientes filosos en forma de espiral, en un orificio que se hace tan grande como la boca de un tiburón,&nbsp;para poder aspirar a las presas chiquitas.

La&nbsp;metensomatosis&nbsp;(del griego antiguo μετενσωματοσις) se refiere a la transición o cambio de un cuerpo en otro. La palabra&nbsp;metensomatosis&nbsp;significa literalmente "desplazamiento del cuerpo".

Desafortunadamente para los hombres, los caballos se les dispararon apenas la trampa los prendió. Estaban solos, en el medio del bosque sin caballos y atrapados. Por fortuna, Dymas llevaba consigo una espada, y logró cortar las gruesas y ásperas cuerdas que los tenían allí presos. &nbsp;Después de aquel día tan ajetreado, decidieron descansar en aquel momento y, al día siguiente, temprano, volver a salir.&nbsp;Así que así fue. Se despertaron a las cuatro de la madrugada, para aprovechar la luz del sol. Ese día hacía más calor que el anterior, lo que los favoreció bastante, dado que alguno de ellos estaba empezando a resfriarse. Continuaron a pie. De repente el terreno empezó a estremecerse, por lo tanto, los guardias, Dymas y Anelli, creyeron que era un terremoto, pero se equivocaban. No lo era, tampoco era un huracán. Entonces… ¿qué era? De entre medio de unos árboles salió una criatura gigantesca. Todos se dieron cuenta de lo que ocurría: esa bestia era una de las muchas trampas que se encontraban en el bosque para que fuese imposible llegar hasta la vivienda de la bruja.&nbsp; Dymas, recordó al monstruo que escupía fuego y que su padre le había contado en la leyenda, una abominable criatura llamada Yafaro.&nbsp; Los cuatro lo vieron, pero eran tan valientes que no temían hacerle frente. El gran rey, como muy astuto que era, ordenó a los dos guerreros que se quedaran&nbsp;enfrentando a la aborrecible monstruosidad.

Dymas tomó a Anelli del brazo y lo arrastró hacia lo alto de un montículo de piedras que estaba sobre la posición de los dos guerreros. Yafaro se abalanzó sobre los pobres infelices de los soldados, llevándolos así al lugar donde los cuerpos descansan y las almas renacen.&nbsp; Sin perder un minuto, Dymas provocó un gran derrumbe sobre la horrorosa bestia,&nbsp;enterrando así a los guerreros y a Yafaro. En medio del estrépito, el monstruo soltó una gran llamarada, sin embargo, los dos hombres restantes sortearon este inoportuno inconveniente.&nbsp; No obstante, los individuos no notaron que cuando Yafaro saltó sobre los antiguos guardias y creó un gran cráter en la tierra engendrando así, un volcán. Por esa razón, cada año, en esa misma fecha, el volcán hace erupción, a consecuencia de que Yafaro, eternamente atrapado en aquel cráter, recuerda lo ocurrido y se enfurece, volviendo a escupir fuego. Ese fue el primer volcán en la historia de la humanidad. Aquella montaña eruptiva, se llama Yafarús.&nbsp; Luego de sortear esto, Anelli y Dymas lograron llegar a una choza algo descuidada. Allí vivía la temible bruja. La adivina sostenía aquella esfera tan deseada en su mano derecha. El combatiente le exigió a la bruja que le entregara la bola. No obstante, ella rompió a carcajadas y le vociferó que si deseaba el tesoro, debía de darle algo a cambio.

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