ESCRIBAS DE LA HISTORIA 6º A - PESTA

Grey polka dot border

Cuando llegó la hora, Moscardus se reunió con su amigo y juntos fueron al callejón. Allí estaban esperándolos unos veinte soldados o por lo menos eso llegó a contar. Estaban todos armados y con ganas de asesinarlo. De entre la gente, apareció quien parecía ser el jefe. Este no era como los otros. Tenía una armadura reluciente como el sol y una mirada penetrante como la de una pantera. Por donde caminaba, los soldados se movían. Anker pensó que tal armadura debería ser pesada pero efectiva contra los ataques. Cuando llegó al frente dijo: -Tu primera tarea será enfrentarte al Pobrígarro. &nbsp;Anker y&nbsp;Moscardus dijeron al unísono, igual de pasmados. - ¿El Pobrí qué? - El Pobrígarro - respondió Criptolomeo- El ser que puede transformarse en cualquier cosa que vea. El monstruo de la mirada de láser. Anker y Moscardus se quedaron en silencio. Luego de un rato Anker dijo: -Bueno, pero…&nbsp;¿dónde se encuentra esa cosa? -En la selva de Creta - dijo Criptolomeo - Para llegar a Creta hay que cruzar el mar pero eso no es lo más difícil: el Pobrígarro es difícil de encontrar porque se transforma en lo que desea.&nbsp; Luego de un rato, Moscardus respondió: -¿Para qué quieren que mate a esa Pobricosa? A lo que el guerrero contestó:

Narciso - Michelangelo Merisi da Caravaggio&nbsp;

Tercera misión: Escribir mitos "griegos".

Autores: Maia Wolff Dagrosa, Matilde Chebar, Morena Coro, Martín Curi, Facundo Di Carlo.

“Hace mucho tiempo había una princesa llamada Adara. Era muy reconocida por su irresistible belleza, por la cual todos caían a sus pies. Era hermosa,&nbsp;alta y castaña. Un día, un monstruo llamado Artemix se enamoró de ella y él, con valentía, se acercó para pedirle matrimonio. Pero ella, horrorizada, rechazó su propuesta. Artemix, furioso, decidió robarla y, con sus poderes mágicos, la convirtió en un árbol viejo para que nunca pudiera volver a ser amada…”

Hace mucho, mucho tiempo, en una aldea al oeste de Grecia, había un árbol muy viejo y todos se preguntaban cómo era que había surgido de la tierra.&nbsp; La abuela de Hefesto. antes de morir,&nbsp;le había narrado la historia a su nieto, y le pidió que nunca la contara. Pero un día,&nbsp;él, atraído por la belleza de Afrodita, le dijo la verdad sobre el origen del árbol y después se marchó. Con la historia en sus manos, lo primero que hizo ella fue esparcirla por todas las tierras griegas. Un día nació la preciosa hija de Darkon, llamada Aileén, la cual cautivó a todos por su increíble belleza. A ella le gustaba que le contaran una historia para ir a dormir y Aileén, específicamente, le pedía a su padre que le narrara la historia del árbol viejo que todos se preguntaban de dónde había venido.. Entonces su padre comenzaba a narrar:&nbsp;

Ecrous es un ser de la mitología griega, hijo del famoso Minotauro y una de las medusas. Nació en una cabaña, al fondo de un bosque donde vivían varias ninfas. Su cuerpo está compuesto únicamente por una bola gris y una cabeza que tiene una forma ovalada. Posee un ojo rojo que representa el fuego y uno azul que simboliza el agua. Es capaz de provocar un incendio con tan solo cerrar su ojo rojo. También puede inundar todo un pueblo cerrando su ojo más claro. Como es tan pesado, puede derrumbarse fácilmente, pero eso no lo detiene. Está casado con la diosa Luarirna, diosa de la construcción y destrucción, y tiene dos hijos llamados Clores y Flancom. Cuenta la leyenda que cuando nació, las ninfas no lo querían ya que pensaban que él iba a lastimarlas. Pero les tomó poco tiempo darse cuenta de que él no era agresivo con los que lo trataban bien.

Sin embargo, si alguien lo hacía enojar, podía llegar a quemar su cuerpo hasta que los huesos se disolvieran. También podía ahogarlos. Cualquiera que se le acerca quiere hacerlo sentir lo más cómodo posible, pero, a veces, es inevitable sentirse nervioso ante su presencia. Se enfrentó a Teseo, enojado, porque el héroe había matado a su padre. Actualmente está escondido en alguna parte para que nadie nunca pueda encontrarlo...

Cuando termine de limpiar, recorreré todo para ver si no hay guardias cerca y, si no hay nadie, agarraré mi bolso y saldré por la ventana de la cocina. Correré&nbsp;hasta un punto estratégico y voy a esperar hasta que los guardias se hayan marchado. Una vez listo eso, treparé,&nbsp;saltaré la cerca y seguiré corriendo. Es un plan difícil pero sé que yo puedo.&nbsp; Llegó la hora, y estoy más nervioso que nunca. Todo el tiempo estuve revisando mi plan para no olvidarme de ningún paso. Esto es lo que siempre esperé. Estoy a punto de terminar de lavar los platos, más tembloroso cada vez. Reviso si hay alguien por la cocina pero está despejado; por ahora. Agarro mi bolso y, ya preparado, subo a la ventana. Me cuesta mucho, pero al fin lo logro. Corro hasta mi punto planeado y espero allí a que se marchen los guardias. De a poco, estos se van yendo hasta que no queda ninguno. Este es mi&nbsp;momento, salto la cerca y empiezo a correr, le doy un último vistazo el palacio y corro cada vez más rápido. Me interno en un bosque cuando empiezo a escuchar ruidos del palacio, se dieron cuenta de que me fui; no me detengo, no es el momento apropiado. Llego al mar y me meto en un barco. No sé hacia dónde va, lo único que&nbsp;necesito es irme.

Luego de mucho tiempo de viaje llegamos a tierra. Antes de bajar, los vi, eran ellos, los dioses.&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp; Sin embargo, cuando estuve ante las divinidades, estas me dijeron que mi destino estaba en Jenópolis, donde moriría y volvería a nacer como un ser mucho más poderoso que antes. Entonces regresé...

Él inmediatamente tomó su espada y se defendió. Pelearon a más no poder, hasta que Orion le pegó en el casco y lo derribó. Cuando iba a dar el golpe final, Moscardus agarró una flecha y, como Orion no tenía casco, se la clavó en el cuello. Orion cayó al piso con gran estruendo. Moscardus se quedó con la boca abierta y para cuando iba a salir de su trance, un haz de luz cayó del cielo y Ares se elevó con sus cuatro metros de altura. Supuestamente su forma más pequeña era esa, ya que los dioses medían entre diez y quince metros. Ares frunció el ceño y dijo: - ¡Mataste a mi hijo! Puede que haya sido un imbécil y un ladrón, pero era un guerrero y, sobre todo, mi hijo. Desde este día, no podrás descansar porque estarás el resto de tu corta vida intentando escapar de las personas que intentarán matarte a ti. ¡Te convertiré en una mosca, la primera de su especie!

Philippe Magnier - Los luchadores - 1684/1685

Primera misión: Prepararse para viajar en el tiempo Conformar un grupo, elegir el nombre, símbolo y lema que los representará. Presentarse a cumplir con la misión, de manera tal que puedan integrarse con los habitantes de la polis, sin despertar sospechas. Nadie puede saber que vienen del futuro.

La guerra de los grebirianos

Autores: Homero Granata, Josefina Laborde, Joaquín Acevedo Frank, Juan Faraja Adad y Renata Ficher.

Hace mucho tiempo había un monstruo que tenía dos cabezas: una cabeza era de león, y la otra, de tigre. Se llamaba Calíope.&nbsp;Cuando Calíope ya era un bebé de 79 años, en la misma manada que era de distintas especies, una mantis y un toro tuvieron un hijo y nació el híbrido Climántoro, el cual se hizo amigo de Calíope. Esos dos monstruos eran súper fuertes, nadie los podía parar. Un día Dymas los enfrentó, pero las bestias&nbsp;eran muy poderosas, tenían demasiada fuerza. Dymas tenía miedo, no los podía tocar&nbsp;y, cuando estaban a matarlo, Zeus les tiró un poderoso rayo y ahuyentó a los monstruos. Dymas se salvó y Zeus se fue. El héroe lo buscó por todas partes para darle las gracias. Pero Zeus se había ido apenas ahuyentó a los monstruos. Dymas, en ese momento, decidió decirle al rey Lykaios lo que había pasado.

Autores: Franco Gugliuzzo, Félix Luque, Martín González Moreno, Valentina Govetto, Julia Pérez Sánchez y Facundo Becerra.

Al hacerlo sintió un fuerte escalofrío, sin embargo, le gustó y estuvo todo el día jugando con ella, hasta que se dio cuenta de que ya había anochecido y tenía sueño. En un abrir y cerrar de ojos, nuevamente estaba saliendo el sol.

Este mito empieza en los Alpes suizos, en un valle donde se encuentra el pueblito Chad, uno de los más remotos. Sirius era el único chico que creía&nbsp;que podía existir lo imposible. Un día él estaba en la montaña, se perdió y,&nbsp;al llegar el anochecer, intentó buscar su casa pero no la encontró. Tuvo que pasar la noche allí. Se sentó en una roca y encendió una fogata. Se despertó a una hora muy temprana tras lo cual agarró sus cosas y se marchó. En el camino a su casa resbaló y cayó en una cueva.&nbsp; Empezó a buscar una salida pero no tuvo éxito. Lo único que encontró fue una especie de sustancia acuosa blanca que cubría todo como un manto. Al pasar unos cuantos minutos, Sirius se animó a tocarla, con miedo, pero su impulso fue mayor. Era helada y en sus manos se convertía en agua.

Mientras buscaba la salida, encontró un templo bajo tierra y le dio curiosidad entrar. Se encontró con Dymas peleando contra Casiodoro, un ser mitad fénix, mitad hipogrifo. Cuando el monstruo vio&nbsp;a Sirius, se tiró encima de él tratando de atacarlo. El héroe griego intentó ayudarlo y mató a la criatura misteriosa.&nbsp;

Autoras: Zoe Avender, Morena Coro, Matilde Chebar y Camila Del Cioppo

Nací en una familia muy rica y noble pero nunca me gustó crecer allí, ya que no tenía ningún derecho ni ahí ni en ningún otro lugar. No me gusta vivir en esta época donde mis ideas no valen nada y, haga lo que haga, soy considerada débil y patética. Y no solo yo, todas las mujeres son oprimidas, su voz no cuenta y son consideradas frágiles socialmente. Pero a diferencia de las otras, yo tuve más suerte debido a que, al cumplir los veinte años, mi padre murió y yo me convertí en la heredera del trono, ya que no tenía hermanos varones.&nbsp; Desde ese día me transformé en la reina Aglaia y era feliz siendo soberana pues mis ideas y mi voz, por primera vez, eran escuchadas y le importaban a alguien. Podía opinar y decidir. Para mí, ser monarca de mi propio pueblo demostraba que las mujeres eran fuertes y que no necesitaban a un hombre para vivir. Todo estaba bien hasta que un rey me secuestró...

Un día, yo estaba en el jardín de rosas blancas de mi palacio cuando un grupo de cinco soldados entraron por la fuerza. Traté de combatirlos pero era inútil. Me amarraron y me cubrieron la cabeza, no entendía nada y estaba agobiada. Me arrastraron hasta lo que yo creo que eran las afueras de Jenópolis.&nbsp; Cuando me soltaron, me encontraba arrodillada frente al rey Lykaios y sus soldados, en su palacio. Me presionó para que yo aceptase casarme con él y cederle mi territorio. En el momento en que consentí, me di cuenta de que fue una mala decisión, ya que yo no lo amaba y me obligaba a hacer cosas que no haría. Cada dia, si yo no obedecía a sus órdenes me hacía beber de un cáliz envenenado. Yo, como tampoco era una tonta, le hacía caso, tenía planes en marcha... Quería librarme de él, pero para realizarlos necesitaba ayuda...&nbsp; Por fortuna, la suerte estaba de mi lado puesto que un día llegó un esclavo muy inteligente, Dysthe. Inmediatamente&nbsp;fui a convencerlo para que me jurara lealtad a mí y no al rey. Lo tenía que hacer a espaldas de todos ya que los esclavos no eran bien recibidos y se los trataba de una manera inhumana. Una vez que eso fue logrado le conté sobre mi plan y él me ayudó a perfeccionarlo.&nbsp;Este consistía en que, el día de la Thesmophoria de Atenas, una festividad en la que los hombres no podían participar, entraría al cuarto del rey, lo mataría y me haría la víctima diciendo que un esclavo espartano&nbsp;lo había matado.

Empecé a gritar más y más fuerte. Y nada. Ahí supe que había muerto... En ese mismo instante vinieron los guardias y me llevaron a mi habitación. A la mañana siguiente les dijeron a mis padres lo que había hecho y ellos respondieron que me quedaría sin vestidos por un mes. Mis padres pensaban que para mí eso era un castigo, pero no, porque yo odiaba tener que probarme esos trajes tan incómodos todo el tiempo. &nbsp;&nbsp;Volviendo al tema de Dymas, estaba convirtiéndose en una de las personas más importantes de mi vida. Obviamente mis padres no podían saberlo. Creo que se estaba enamorando de mí ya que me veía con esa mirada tan dulce que él tenía. Estábamos&nbsp;viviendo nuestro cuento de hadas, lástima que ambos ya teníamos nuestras bodas arregladas.&nbsp; Unos días más tarde, recuerdo que&nbsp;me levanté de mi cama, fui a desayunar y sentí un ruido muy extraño: ¡ÉL ESTABA ESPERÁNDOME AFUERA! Yo estaba atónita. Básicamente, ese día había declarado su amor hacia mí. Yo estaba hecha una soñadora. Aunque, como ya dije muchas veces, mi boda&nbsp;había sido acordada con alguien al que no amaba.

Sin embargo, las cosas podrían cambiar, si lograba convencer a mi padre, lo que era y sigue siendo muuuuy dificil. La verdad los reyes son un tanto anticuados. No sabía qué hacer. Por un lado quería hablar con mi padre y, por el otro, no quería que viera a Dymas frente a mi ventana. &nbsp;&nbsp;&nbsp;A la mañana siguiente, alguien llamó a la puerta. Sinceramente, jamás en la vida&nbsp;había estado tan IMPACTADA. Era nada más y nada menos, que… Dysthe. ¿Dysthe? - ¿Eres tú en verdad?. - Él asintió.&nbsp; - Hace un tiempo, logré escapar del calabozo. Unos guardias de los que me hice amigo me dejaron escapar con una condición: debía prometer que algún día les devolvería el favor. &nbsp;De pronto, alguien más llamó a la puerta. Le dije que estaba abierto y que podía pasar. Este día había hecho demasiados cambios drásticos. Pero lo que había pasado ahí, no tenía comparación. Era Dymas, y por cierto, ya éramos oficialmente lo que se le llama “UNA PAREJA”, pero claro, en secreto. Él me vio abrazando a Dysthe y creyó que&nbsp;era otra cosa. Yo intenté explicarle pero él se negaba a escucharme.

Luego de eso, Artemisa, ya cansada de que los humanos invadieran ese territorio, hizo un movimiento y la tierra empezó a resquebrajarse, se separó creando un vacío y de allí surgieron unas piedras gigantes que se alzaron hasta tocar las nubes. Eran puntiagudas con matices blancos y grises.&nbsp; Después de eso ningún humano volvió a cruzar ya que no se podía. No se supo nada más de Dymas y Altaír se casó con otro. Y así fue como la ira de Artemisa creó las montañas.&nbsp;&nbsp;

Integrantes: Ana Raijman, Maia Wolff D., Matilda Turcato y Rocío Rodríguez K. Lema: El que vence a los demás es fuerte. El que se vence a sí mismo es poderoso.

"Entonces, Zeus dijo: - Dysthe ha muerto. ¡Pero solo los dioses podemos dirigir el destino de los humanos! ¡Que el tiempo vuelva atrás! El cobarde Anker debe llegar a tiempo a la boda... El esclavo renacerá como un hombre diferente e iniciará la nueva vida para la que lo hemos preparado desde niño. Por primera vez, el carro del dios Helios retrocedió, en lugar de avanzar, mientras Mnemósine, la deidad de la memoria, borraba los recuerdos del príncipe y del esclavo. Dysthe despertó al amanecer, con la sensación de haber tenido un mal sueño. Anker recibió a los sirvientes que debían prepararlo para su casamiento con la princesa Altaír. Ninguno de los dos imaginó lo cerca que había estado de visitar el reino de Hades."

Mnemósine (1875) - Dante Gabriel Rossetti

Diseño de tapa: Camila Del Cioppo, Ana Raijman, Juana Policastro, Matilda Turcato,

No quiero ser grosera, sin embargo... ¿Dysthe? ¿En serio? Lo conocía casi desde siempre. Nunca lo hubiera considerado mi NOVIO. Dymas se enfadó muchísimo, aunque no entendía el porqué. Me parecía injusto que se enojara así solo por abrazar a mi mejor amigo al que creía muerto. NO soy propiedad de Dymas, así que él no puede&nbsp;intentar&nbsp;hacer parecer que lo soy. Luego, salió de la habitación y se fue a su castillo. No hablamos nunca más.&nbsp; &nbsp;&nbsp;Yo estaba escondiendo a Dysthe en mi habitación. Para cuando llegó mi cumpleaños, Dysthe me podía dar lo único que tenía para ofrecerme. Él quería pedirme que fuera su NOVIA. Yo, obviamente, le dije que debía pensarlo. En mi vida me habría imaginado que ÉL me preguntaría eso. Aunque no quería decirle no de inmediato, ya que el esclavo me había acompañado durante toda mi vida y no podía hacerlo sentir mal.&nbsp; Ese fue el cumpleaños más extraño que tuve. Dymas ni siquiera se molestó en aparecer. Luego, fui a tomar aire al jardín, cuando algo extraño sucedió…&nbsp; Mi estómago estaba muy revuelto y no me sorprendí al ver el vómito en los arbustos. Nunca logré descifrar qué fue. Solo sé que me desmayé y tuvo que venir Acesias, el médico del castillo. Cuando desperté, me dijeron que tenía mucha fiebre, lo que no me tomó por sorpresa, ya que con

toda la angustia que estaba sintiendo últimamente, era de esperarse. Estaba muy sobrecargada y debía descansar. Mi padre dijo que yo no tenía tiempo para relajarme. Eso no era digno de una princesa heredera al trono, porque debía tomar demasiadas clases como para tener tiempo para “reposar”.&nbsp; &nbsp;&nbsp;Así pasaron los años. Yo me convertí en una mujer adulta y tenía responsabilidades. Pronto iba a convertirme en reina, lo que implicaba que debía estar desposada. No solo iba a ser monarca de Jenópolis, no solo de Lykapolis, sino también, de Gloriópolis.&nbsp; Una semana antes de la boda, entró a mi recámara mi madre. Ella me explicó todo lo que debía hacer para ser la nueva reina y gobernar, junto a mi esposo, tres reinos. Pero me sorprendió mucho lo que me dijo luego. No era muy típico de mi madre. Lo que ella dijo fue: - Hija, durante toda tu vida te hemos torturado con lecciones, qué atuendos debías usar… Y noté que, tú no eres de esa clase, no eres como las demás princesas, a las que les gustan las tiaras y cosas así.&nbsp;Debes hacer lo que te haga realmente feliz. Si no quieres casarte con Anker, (que sinceramente casi convenzo a tu padre de que es un torpe y de que mereces algo mejor), si quieres usar ropa de campesino, lo entenderé, y respetaré tu decisión. Y si no quieres reinar, estará bien.

Escuchar a mi madre fue lo mejor que me había pasado estos últimos años. Cuando llegó la boda, vi que&nbsp;Dymas estaba presente. También, estaba Dysthe, solo que, obviamente, escondido. En el momento en que caminé hasta el altar, supe que luego de que yo dijera “acepto”, ya estaría casada con el príncipe. Cuando el sacerdote terminó de hablar, Anker dijo “acepto”. Luego, era mi turno. Sentía los nervios recorrer mi cuerpo. Antes de que yo pudiera decir algo, Dymas se levantó de su asiento y corrió hacia el altar. A todos los tomó por sorpresa. Él se paró enfrente mío, se arrodilló ante mí y dijo: - Princesa Altaír Rudofinsky de Lycápolis y Jenópolis, ¿me harías el hombre más feliz del mundo, casándote conmigo? &nbsp;Puedo jurar, que el templo de Afrodita se detuvo por completo. Y antes de que yo pudiera decir una palabra, también corrió rápidamente hasta donde nosotros estábamos, Dysthe. Y lo que él dijo fue: - Miren, no tengo mucho para ofrecer. Solo soy un esclavo prófugo y no soy rico como todos ustedes, monarcas. No sé si alguien aquí siquiera me considera “alguien”.&nbsp;Pero si hay algo que sí sé es que no hay nada que me haga más feliz que la persona que está aquí frente a mí. Altair, ¿me harías el hombre más feliz del mundo, casándote conmigo?

&nbsp;El público dio un grito ahogado. Por lo menos, Dymas sí pertenecía a una familia noble. En cambio Dhyste, era de clase baja. Tenía que pensar esa situación. Miré a mi madre. Ella me observó con una mirada como si tratara de decir: “Haz lo que te haga feliz”. Luego de eso, no me quedaron dudas sobre lo que quería hacer.&nbsp; Me paré al frente y dije: - Yo, princesa Altair Rudofinsky de Lycapolis y Jenópolis, hoy voy a casarme.&nbsp; Todos me miraron con una expresión obvia. Ellos querían decir algo así como: “Claro, con Anker, eso ya lo sabemos”. Pero lo que ellos no sabían, era que iba a casarme con Dysthe. Sí, con Dhyste. Me di cuenta de que ÉL me hacía realmente feliz. Quería pasar el resto de mis días con ÉL.&nbsp; - Me casaré con Dysthe, mi fiel amigo, y ahora, mi esposo. La multitud enloqueció. Todos estaban en desacuerdo. Nadie de mi familia se iba a permitir tener una pariente cuyo esposo era un sirviente. Pero no me importó nada de lo que aquella gente dijera. Solo sabía que Dysthe me enorgullecía y nada ni nadie cambiaría eso.

No sé por qué mi padre se comportó&nbsp;tan incompetentemente. Yo creía que Dysthe le agradaba. Pero era tan solo una niña, no conocía la realidad: a los monarcas no les agradan los sirvientes. Es algo que debería haber sabido desde hacía mucho tiempo. Después me contaron las panaderas del castillo lo que le habían hecho. ¡Había sido enviado al calabozo hasta que fuera mayor de edad! Por suerte, el tiempo estaba pasando y seguía con vida con lo poco que tenía. Me enojé con mi padre y le supliqué que lo sacara de ahí.&nbsp; Una noche en el invierno, hacía frío, allí, en el castillo. No recuerdo haber sentido tanta pena por una persona como en aquel momento. Yo estaba sufriendo tanto como él… ¡No lo podía creer! Era el primer amigo que tenía en mucho tiempo y lo eché a perder. Así que, decidida, quise bajar al calabozo para ver dónde estaba Dysthe. Valía la pena salvar a alguien como él.&nbsp;Sé que si yo fuese la esclava, él hubiese hecho lo mismo que yo.&nbsp; Bajé rápidamente las escaleras para que ningún guardia me viera y seguí por el pasillo hasta donde estaban las celdas. Había llegado sin que nadie me descubriera. Busqué por todos lados hasta que lo encontré. Le decía a Dysthe, en voz baja, que despertara pero no se movía.

LAS AGUAS DE POSEIDÓN

Integrantes: Martín González Moreno, Homero Granata, Franco Gugliuzzo, Matías Levi P. y Félix Luque. Lema: El agua es todo, incluso, traición.

Autores: Iván Saadia, Valentino Paternostro, Joaquín Ravera, Nicolás Major S. y Francisco Socolovsky.

Soy el príncipe Anker, hijo del rey Cálix. Mi padre hizo un pacto con el rey Lykaios, antes de mi nacimiento. Si yo era hombre y la princesa Altaír era mujer, lo cual pasó, me tendría que casar con ella. A mí no me interesa en absoluto la princesa, solo me importan sus tierras y sus ejércitos.&nbsp; En las batallas soy el mejor guerrero y un hombre fuerte. Mmm… ¿No me creen? Bueno, hacen bien. Me escondo siempre del enemigo y cuando vuelvo de la batalla, les miento sobre lo que hice. Sí… Adivinaron, soy un cobarde. Lo sé. Todos me creen, menos el maldito esclavo de Altaír. Me mira con desprecio y presiento que lee mi mente.&nbsp;

Mañana voy a casarme, mi padre organizará un gran banquete. Solo las personas de la realeza están invitadas. Mientras estén todos comiendo, voy a escabullirme en el pueblo para sobornar al esclavo de Altaír no quiero que diga nada, si es que sabe algo, para que no me dé mala fama. Si no coopera podría llegar a matarlo. Tengo que pensarlo, porque si llega a contar que nunca peleo, yo quedaría mal con todo mi pueblo. ¿Qué podría querer un esclavo? ¿Su libertad? No lo sé. Le voy a llevar un lingote de oro. Después de todo mañana voy a casarme y voy a ser más rico aún. Ya oscureció. Voy a buscar mi traje para la gala de mañana, el lingote de oro que comerciaré con el esclavo y, por supuesto, espada por si no coopera.&nbsp; Ya es de día, en una hora empieza la boda. Voy a negociar con el esclavo Dysthe. Creo que antes de ir debería idear una estrategia para saber si conoce mi secreto. Le preguntaré si cree que hay alguien que no diga la verdad en el reino. Para escabullirme en el pueblo sin que nadie sospeche, romperé mi traje con la espada y diré que tengo que ver al costurero para que me lo arregle. Con eso tendré una excusa para ir&nbsp;donde vive el esclavo. Cuando llegué la gente me miraba raro y susurraba, pero seguí de largo. Llegué a la casa del esclavo y encontré la puerta abierta, así que entré.

Proyecto de mitología griega

Integrantes: Martin Curi, Juan Faraja Adad, Facundo Di Carlo, Joaquín Acevedo F. y Facundo Becerra Lema: En el presente, en el pasado y en el futuro, el ratón favorito de todos nos acompañará siempre.&nbsp;&nbsp;

Sirius contempló el cielo, observó que estaba nublado y grisáceo. Acto seguido, unos copos blancos empezaron a caer. Dymas le explicó&nbsp;que eso era nieve y que él había tenido que matar al monstruo debido a que Casiodoro había lanzado una maldición sobre el Imperio Griego y no dejaba que esa maravilla fuera compartida con el resto de los pobladores. Sirius se sintió afortunado de haber podido presenciar tal espectáculo. Dymas vio la expresión de Sirius y le dijo que no iba a ser la última vez que lo viera.

Psique abriendo la caja de oro (1903) - John William Waterhouse

Por Juana Policastro y Julia Pérez Sánchez

Este monstruo, llamado Casiodoro, es un ser mitológico con muchos poderes, algunos de ellos muy impresionantes: puede volar ya que tiene alas y también puede&nbsp;resucitar, desde sus propias cenizas. Tiene lágrimas curativas y, lo más importante, puede controlar el fuego. Posee cabeza de águila y cuerpo de caballo cubierto de plumas rojas, naranjas y amarillas. Su ojo es tan chico que es difícil saber cómo ve tanto. Cuando te parás enfrente de él, tenés que hacer una reverencia, de otro modo te atacará. Su hábitat es muy particular, es en lo más profundo del bosque oscuro pero cálido, donde nadie se lo encuentre por casualidad. Muchos creían que era una criatura malvada y violenta, pero la verdad es que solo se defendía.

Aunque Moscardus desconfiaba, le entusiasmaba poder ver a su madre. Como indicaba la carta, fue a la parte trasera del palacio donde lo esperaba Criptolomeo . Le vendaron los ojos y sintió como cinco pares de manos lo sujetaban y ponían en lo que le pareció que era una carreta. Estuvieron, según él, una o dos horas viajando hasta que se detuvieron. Acto seguido lo bajaron y le sacaron la venda.&nbsp; Lo que él creía que vería no se acercaba a la realidad. Él pensaba que su madre estaría en una celda, con una cama y un baño, como las de las cárceles del reino. Pero lo que vio no estaba ni cerca de lo que imaginaba. Su madre estaba sentada en un gran sillón de color rojo que se encontraba en una enorme habitación llena de comida y, como si eso fuera poco, también había una formidable cama y un mesero personal. Se quedó tan sorprendido que no se dio cuenta de que tenía la boca abierta, hasta que Criptolomeo le preguntó: - ¿Por qué estás tan sorprendido? No somos monstruos. ¿Pensaste que estaría en una celda? A lo que Moscardus respondió: -Bueno... - Moscardus quería decir que sí eran monstruos, pero no quería arriesgarse a que dejaran de tratar bien a su madre. - Ya viste que está bien, ahora haz lo que te dije.- dijo Criptolomeo.

Le vendaron los ojos e hicieron el mismo trayecto para volver, solo que esta vez lo dejaron en el muelle donde lo esperaba Anker, ya con la armadura y el arco al hombro.&nbsp; Moscardus se bajó de lo que efectivamente era una carreta. Se equipó con el arco, pero sin la armadura ya que pensaba que le sería más fácil moverse con menor peso. Subieron al barco y cuando estaban a punto de zarpar, Criptolomeo le dijo: - ¡Casi me olvido! No mates al Pejelagarto, tan solo tráeme su collar. Moscardus no entendía por qué quería el collar, pero asintió y se adentró en el mar.&nbsp; Cuando llegaron a la isla, fueron hacia el oeste, donde encontrarían al Pejelagarto. Allí se&nbsp;hallaron con una cueva del tamaño de un palacio. Claro que la entrada estaba bloqueada y no iba a ser tan fácil entrar.&nbsp; Estuvieron un rato buscando otro ingreso hasta que Anker se dio cuenta de que en la parte de arriba de la cueva había un gran hueco. Se pusieron a pensar cómo subir hasta ahí y&nbsp;llegaron a la conclusión de que con el árbol más cercano, una cuerda vieja pero resistente y unas piezas de metal, podrían ascender.&nbsp; Cuando Anker le contó su plan a Moscardus, él no entendía cómo iban a lograrlo. Su amigo se mostraba muy valiente y fuerte. Construyó un juego de poleas con piezas de metal y lo enganchó en el árbol.

Le dijo entonces que se llamaba Aileen. Él preguntó qué hacía en el bosque pero ella lo interrumpió preguntando cómo se llamaba.&nbsp; La joven, después de escuchar la respuesta, quedó atemorizada, no podía creer que quien estaba frente a ella era&nbsp;Artemix. La muchacha le suplicó que no le hiciera nada, pero la bestia le contestó tranquila que no tenía por qué hacerle daño. Ella, al instante, le preguntó qué tenía que hacer para que liberara a la mujer del árbol y él le respondió que tenía que derrotarlo en una pelea. El monstruo rio&nbsp;pensando que ella nunca lo podría vencer. La joven eligió la lucha. En ese momento, el padre de Aileén estaba contándole a Dymas a dónde había ido su hija y el héroe, anonadado por su respuesta, fue directo al gran árbol viejo. Al llegar allí se encontró con la gran bestia peleando contra Aileén. A espaldas del monstruo, Dymas sacó su espada y se la clavó. Y mientras Artemix agonizaba, el árbol se iba desvaneciendo y aparecía la hermosa princesa, Adara. Al instante Aileén, se enamoró de Dymas. Antes le gustaba pero, después de que la salvó, sintió amor de verdad. El padre de la joven llegó agitado, después de tanto correr por escuchar gritar al monstruo, por última vez, y abrazó a

su hija. Cuando llegaron al palacio, en la entrada, Dymas, le pidió casamiento a Aileén ya que ellos eran amigos desde la infancia. La joven, sin poder creerlo, aceptó feliz. Lo que ella no sabía era que iba a tener una vida llena de aventuras junto a su esposo y sus dos hijos: Darkon, en honor a su padre, y Adara, en honor a su sueño…

En la Antigua Grecia, cuando los seres mitológicos y los dioses habitaban esta tierra, la gente no vivía del todo bien ya que el planeta estaba habitado por monstruos que aterrorizaban las ciudades. Los dioses te vaporizaban o creaban la criatura más monstruosa para castigarte solo por no ofrecerles un sacrificio. ¿Un ejemplo? Bueno, en la ciudad de Calidón, el rey se olvidó de realizar un sacrificio&nbsp;para Artemisa. Ella estaba muy enojada (sí, los dioses son así, no les das un sacrificio… bueno, pasa esto). El caso es que mandó a un cerdo gigante a aterrorizar la ciudad. El hijo del rey, que era cazador, reclutó a los mejores hombres y lo mataron. El monstruo que voy a crear ahora surgió de manera&nbsp; parecida , solo que la pelea fue entre dos diosas. Atenea se había burlado de Hera por ser tan ingenua. (Y tenía razón, pero ese no es el caso). Hera, re enojada, creó a un monstruo muy temido llamado Heraquime.

Lo mandó a destruir Atenas, la ciudad de Atenea. El monstruo destruyó toda la polis en mil pedazos pero Atenea la reconstruyó y llevó población para que la gente siguiera reproduciéndose. Hera y Atenea se reconciliaron, pero la primera no estaba arrepentida. Años después, ese monstruo fue la prueba número 13 de Hércules.&nbsp; Heraquime tenía tres cabezas de dragón. Cada una de ellas, tenía serpientes en lugar de lengua (dicen que las serpientes eran del pelo de Medusa). Además, cada una lanzaba ácido como la hidra. De los hombros para abajo, era caballo y tenía alas y cola de serpiente. Tenía el poder de correr por las sombras y, cuando volaba, con sus alas podía hacerse invisible. Si te mordía la serpiente de su cola… bueno, te morías pero no instantáneamente ya que el veneno se esparcía y dolía mucho… Pensá en lo mas doloroso del mundo... ¿Listo? Bueno, esto dolía cien veces más. Se decía que era inmortal pero como Hércules lo mató, esa creencia no tiene sentido.

Autores:&nbsp;Facu Becerra, Joaco Acevedo F., Martín Curi, Facu Di Carlo y Juan Faraja A.

Desde pequeño me gustaba mucho la realeza. Como mi madre era la cocinera del Palacio de Lykápolis, viví siempre rodeado de reyes. &nbsp; Mis padres sabían de este gusto mío y siempre me alentaban diciendo que algún día iba a ser un gran rey,&nbsp; sobre todo mi madre. Era quien más creía en mí. Además ella me decía que con mis ojos verdes y mi gran pelo castaño iba a conquistar a muchas mujeres.&nbsp; A medida que iba creciendo, encontraba otros intereses, entre ellos las armas, sobre todo las espadas y escudos. De hecho cuando tenía quince, quería aprender a manejar la espada pero mi padre me decía que era algo muy peligroso; no obstante eso, yo practicaba a&nbsp; espaldas de ellos.

Un día estaba jugando en mi habitación con mi mejor amigo Ulises, cuando se acercó mi madre y me dijo que el rey había muerto y que esto cambiaría mi vida para siempre. Al principio no entendí por qué la muerte del rey sería tan importante para mí. Pero enseguida mi madre continuó y me confesó que mi verdadero padre era, en realidad, el fallecido rey de Lykápolis y lo habían matado, porque el vecino rey de Jenópolis quería sus riquezas, tanto económicas, como naturales. Por eso&nbsp;mandaron a asesinar y a robar, a mi padre.&nbsp; Estaba muy confundido. No había opción, yo iba a ser el nuevo rey de Lykápolis. Cuando me coronaron tenía cinco sentimientos encontrados: odio por los forajidos que asesinaron a mi padre, tristeza por su muerte, felicidad por ser rey, emoción por armar un gran ejército y vengar a mi padre y temor porque mi plan saliera mal. Lo primero que hice al llegar al trono fue nombrar a mi amigo Ulises como mi consejero principal. Él se encargaría de cuidarme las espaldas de posibles traiciones. Al final, no ejecuté el plan de atacar al reino de Jenópolis porque tenía miedo de perder a mi ejército, ya que no estaba bien entrenados.

Con eso pudieron subir hasta el hueco de la cueva. Reubicando el juego de poleas, Moscardus bajó y se encontró de cara con la bestia. Vio el collar. El Pejelagarto medía unos tres metros, tenía cara y cola de lagarto. Lo demás no pudo verlo muy claro, ya que la criatura estaba dormida.&nbsp; Cuando Anker bajó, se quedó mirando fijamente el collar de la bestia. Moscardus notó que estaba como hipnotizado y cuando logró apartarlo, Anker estaba aterrado. Le dijo que contara qué había visto, pero Anker estaba pálido como la nieve. Moscardus observó como su mejor amigo y el mejor soldado que había conocido, huía despavorido, dejándolo solo contra el monstruo.

Lo que sea que hubiera visto, no fue nada bueno. Además, como si ya Moscardus no tuviese suficientes desgracias, Anker gritó como loco mientras escapaba, despertando en el acto al Pejelagarto. Moscardus se cubrió rápidamente con una roca cercana mientras la criatura se terminaba de despertar y logró que no lo viera.&nbsp;El Pejelagarto empezó recorrer la cueva en busca del intruso que lo había despertado de su siesta. Cuando estuvo cerca de la roca, Moscardus saltó y le pegó una patada. El monstruo quedó un poco atontado, lo cual el joven aprovechó para subir al techo e idear un plan.&nbsp; Lo primero que se le ocurrió fue dispararle al botón del collar, lo que provocaría que este cayera y así podría ir a buscarlo. Es lo que hizo, o al menos intentó, porque no tenía flechas en el carcaj, ya que las había dejado en el suelo de la cueva. Entonces, bajó volando, las agarró y empezó a disparar. La primera flecha no estuvo ni cerca del collar, la segunda le pegó a la bestia. Así siguió hasta que le quedaron dos. Empezó a ponerse tenso pero apuntó y ¡PUM! La flecha voló hacia el botón aunque, para su sorpresa, en lugar de romperlo, tan solo rebotó dejando el botón intacto.&nbsp; Solo le quedaba una flecha. Canalizó su ira en ella y le disparó. Mientras la flecha volaba hacia el botón, Moscardus notó que de la punta saltaban chispas y corría electricidad.

Mávri psychí, que traducido al español significa "alma negra",&nbsp;también es conocido como El roba almas. Es hijo de Nix, diosa de la noche, y Ares, dios de la guerra. Nadie lo recuerda desde que Afrodita lo mató. Ella estaba molesta porque su amante Ares la había engañado. Por eso, cuando la diosa del amor y la belleza se enteró de que el hijo de Ares le había propuesto matrimonio a Beroe, su hija, la furia la llevó a arrancarle la carne de los huesos al pobre Criptolomeo. Nix se enteró de lo que Afrodita había hecho y le pido a Hades que lo reviviera. Hades se negó rotundamente pero Nix no se quedó de brazos cruzados. Por la noche, cuando todos dormían, se escabulló en el inframundo, a escondidas, y buscó el alma de su hijo. Cuando la encontró usó todas sus fuerzas para revivirlo pero no salió como ella esperaba. Sí logró resucitarlo pero solo a su esqueleto y a su alma.

Si lo vieras, sería algo así como un esqueleto, con los ojos totalmente rojos flotando en sus cuencas. Por dentro verías su alma, pero no un alma normal sino un alma negra, llena de dolor y furia, con una insaciable sed de venganza. No se puede decir que tenga súperpoderes pero su ira lo hace más fuerte que cualquiera. No necesita respirar, beber o comer pues está muerto. Puede flotar y atravesar objetos sólidos. Por último, no cabe duda de que también es el ser más valiente del universo ya que no tiene nada que perder. Como dije, nadie lo recuerda, piensan que está muerto, pero él sigue ahí...

Aún así, pedí que los entrenamientos fueran mas intensos. Y en venganza por la muerte de mi padre, en vez de atacar el reino de Jenópolis decidí raptar a su reina. Porque claro, me olvidé de contarles que unos meses después de matar a mi padre, el rey de Jenópolis falleció repentinamente dejando a la princesa Aglaia como soberana de Jenópolis. Apenas la vi, me enamoré perdidamente de ella y la convertí en mi mujer. De esta forma, no solo sería mía su belleza, sino también sus tierras.

El día en el que se celebraba mi primer año como rey, estaba muy feliz, hasta que una sorprendente noticia me espantó. El pueblo espartano, le declaró la guerra a mi polis, ya que un soldado de mi padre había matado a un general de Esparta.&nbsp; Por suerte, luego de un duro año de entrenamiento, mi ejército estaba listo para el enfrentamiento y, conmigo a la cabeza, partimos hacia la Batalla de Pilos. Fue un combate arduo. Nosotros estábamos preparados. Pero los espartanos tenían fama de ser unos guerreros imbatibles. Casi muero en combate. Pero los dioses no lo quisieron así. Ares estaba de mi lado. El reino se mantuvo a salvo. Durante mi tercer año de reinado nació nuestra primera hija, la princesa Altaír. Era de una hermosura inigualable y teníamos reservado para ella un próspero matrimonio con el príncipe Anker. Aunque el destino nos jugaría en contra, ya que Altaír se enamoraría más tarde de Dymas poniendo en peligro nuestros acuerdos con los padres de Anker. Un día, mi gran amigo y consejero Ulises me trajo como obsequio un esclavo&nbsp;llamado Dysthe.&nbsp; Y así llegamos al presente, ahora mismo vivo una feliz vida con mi esposa y mi hija, que se salió con la suya y se casó con alguien que no es Anker, pero no estoy enojado porque me dio dos nietos hermosos. La verdad es que tengo una vida muy feliz que quiero que dure por muchos años más.

Y si mi plan no servía, escaparía a la fiesta, donde no me perseguirían. Suena un poco cruel pero todos tenemos que hacer sacrificios.&nbsp; Para eso iba a usar el cáliz envenenado del rey, lo cambiaría&nbsp;en un momento fugaz en el que ni él ni sus soldados me estuvieran observando pero, para ello, debería desobedecer sus órdenes y conseguir el cáliz, que se encontraba protegido ya que, según el rey, era un regalo de los dioses. Lo que el monarca no sabía era que, también, iba a ser la causa de su muerte...&nbsp; Horas después mi plan falló, así que no tuve más remedio que quedarme con la boca cerrada y permanecer, con una sonrisa falsa, al lado del Lykaios para siempre, como si nada hubiera pasado. Con el tiempo me enteré de que estaba embarazada del rey y no quería que mi sucesora creciera rodeada de esos pensamientos machistas. Tenía miedo de que ella sufriera el mismo infierno que yo había sufrido bajo las torturas del rey. Pero no podía hacer nada para impedirlo. Varios años más tarde, cuando mi hija Altaír cumplió dieciocho&nbsp;años, me enteré de que su padre, el rey Lykaios, había firmado un tratado que obligaba a mi hija a casarse con el príncipe Anker y que este tal príncipe heredaría todas las tierras que algún día me pertenecieron a mí.

No me parecía bueno para ella, puesto que cuando vi a su futuro esposo, noté que no le importaba Altaír, sino que se preocupaba más por los territorios que serían de mi hija, en el futuro. Era igual a mi esposo Lykaios. Poco tiempo después de enterarme de este trato, Anker vino de visita al reino para conocer a la princesa. Personalmente ese joven me daba mala espina, no quería que se casara con Altaír. Pero eso estaba en sus manos.

Integrantes: Valentina Govetto, Julia Pérez S. , Juana Policastro, Josefina Laborde. Lema: Todos los seres tienen luz y oscuridad.

Su nombre es Ajax. Es gordito. Tiene alas grandes y cuello largo. Poderes: Es una estatua poseída que lanza fuego por la boca.

&nbsp;La sirena&nbsp;(1901) - John William Waterhouse&nbsp;

Segunda misión: Ayudar a un personaje de esa época a escribir su autobiografía. El desafío: que los personajes de todas las autobiografías estén relacionados.

Integrantes: Zoe Avender S., Matilde Chebar, Morena Coro, Camila Del Cioppo, Renata Ficher. Lema: Si te metés en nuestro camino, sos hombre muerto. No nos subestimes.

Nos han dicho que, en esa isla, el Pobrígarro guarda todos sus tesoros y, cada vez que mandamos a alguno de nuestros grupos, el Pobrígarro los destruye. Así que te mandaremos a ti y, como sabemos que es una muerte segura, te daremos a nuestros cinco mejores soldados. ¿Cómo sabremos que su madre sigue viva y no la matarás después de que hagamos el trabajo? - preguntó Anker. Cada vez que cumplas una misión,&nbsp;te vendaremos los ojos y te llevaremos hasta ella para que puedas controlarlo - le explicó el soldado a Moscardus. Anker se quedó pensando en si sería buena idea confiar en ellos pero dejó de hacerlo cuando escuchó a Moscardus decir que irían. El joven no podía dejar de pensar en su madre.&nbsp; Al anochecer, partieron hacia el muelle donde los estaban esperando cinco guerreros con armadura completa y dorada. De prisa subieron los siete al barco, que se dirigió con rumbo a la isla. Al llegar a ella,&nbsp;Anker y Moscardus se pusieron a discutir sobre cuál sería la estrategia para matar a esa cosa. Llegaron al acuerdo de que los dos arqueros se quedarían en la torre abandonada, apuntando y disparando a cualquier cosa que se moviera de forma extraña.

Cuando Anker contó lo que habían discutido, uno de los soldados dijo: - Yo no voy a esperar a que ustedes se conviertan en héroes mientras nosotros nos quedamos en una torre. ¿Quién está conmigo? Se escuchó un grito de aprobación y todos los soldados salieron corriendo selva adentro. Moscardus se quedó pensando que los soldados eran un poco tontos pero no tuvo tiempo de decir nada porque sus palabras quedaron ahogadas por el grito de pánico de los hombres. Inmediatamente ingresaron selva adentro, alertas cual lechuza en la noche.&nbsp; Cuando encontraron a los soldados... estaban muertos. ¡No podían creerlo! La bestia se hallaba encima de una rama convertida en águila. Moscardus sabía que era ella porque en su pico y en sus garras había sangre. El Pobrígarro embistió contra ellos... pero, esta vez, siendo un toro. Rápidamente, Moscardus saltó a la izquierda para esquivarlo. Anker no tuvo esa suerte. El Pobrígarro se le tiró encima y le pegó con sus cuernos. El joven se desmayó en el acto. Moscardus empezó a sentir pánico, pero, para su suerte, justo vio al lado suyo un arco y una flecha de los soldados caídos. El joven&nbsp;rodó velozmente para buscarlos, en el momento en que la bestia embistió.

DIOSES DEL OLIMPO

Integrantes: Iván Saadia, Valentino Paternostro, Joaquín Ravera, Nicolás Major S. y Francisco Socolovsky. Lema: Llámame amigo y te parto con un rayo.

Sapphira (Especie desconocida)

Este personaje que creamos se llama Sapphira (Σαπφείρα) y ella es la última de su especie. Es una cambiaformas. Nadie conoce su forma original ya que se puede transformar en cualquier persona/criatura que vea pero solo durante veinticuatro horas. Al modificar su apariencia y convertirse en alguien más, adquiere sus habilidades, incluso, de los dioses. Pero este último poder puede ser sostenido por mucho menos tiempo. Vive bajo tierra debido a que así se siente más protegida de cualquier amenaza. Todo esto es a raíz de que fue la prisionera de Atenea por ocho&nbsp;años, consecuentemente, vive con miedo y mata a cualquiera que se le oponga.

Durante el tiempo que estuvo cautiva, bloqueada de sus poderes por una celda, Atenea le hacía acertijos. Si los resolvía a tiempo era libre si no, se quedaba allí un año más.&nbsp; Una de sus características más importantes es que es casi imposible reconocerla, el único recurso para hacerlo es observar si tiene un tatuaje en su labio inferior, el cual se ve como esto:

Su forma original, que nadie conoce, consta de un cuerpo esbelto, ojos negros profundos inyectados de sangre, cabello corto puntiagudo, cuernos grises con destellos blancos y dientes puntiagudos capaces de cortar metal. Es terrorífica y mortal.&nbsp;

A las once y cincuenta, esperó en el techo el cambio de guardia. A las doce, como había dicho el conocido, el centinela se fue. En ese momento se colgó y se tiró por la tirolesa cual águila por su presa. Llegó a la torre, rompió el vidrio y entró. Para su suerte, no lo escucharon. Encontró el oro y lo bajó por la soga. Moscardus estaba pensando que todo estaba siendo demasiado fácil, cuando la soga se cortó dejándolo atrapado en la torre&nbsp;y con dos guardias protegiendo la puerta. Logró salir y se subió a la parte superior de la torre, pero tenía que descubrir cómo escapar de allí. Pensó en eludir a los centinelas pero estaban mejor armados y lo verían. No le quedaba otra que hacerles una emboscada y... matarlos.&nbsp; En el momento en que&nbsp;el primer guardia se fue hacia las sombras, tensó el arco y disparó. La flecha voló y se clavó en su cuello dejándolo muerto en el suelo. Cuando el segundo fue a ver por qué su compañero no volvía, recibió un flechazo en la frente y cayó junto al primero.&nbsp; Moscardus bajó del techo y arrastró a los guardias hacia los arbustos donde los dejó, rogando por que no los encontraran. Luego de eso agarró las llaves del cadáver con las que se coló en el palacio. Llegar hasta la puerta no fue problema ya que todos dormían, pero cuando se propuso salir, llegaron seis soldados que se quedaron vigilando la entrada.

Él no entendía por qué hasta que escuchó que uno le dijo al otro: - ¿Oíste que un tipo se robó el oro de la torre y mató a Bastian y a Damen? Sí - dijo el otro.- Pero no podrá con nosotros, ¿cierto? Claro que no - dijo el soldado - O eso creo… Moscardus pensó en utilizar la misma táctica: subir a un lugar alto donde no se lo viese y disparar a los soldados cuando estuvieran en las sombras. El primer soldado empezó a alejarse y, cuando estuvo suficientemente lejos, le disparó. “Uno menos”, pensó.&nbsp; En el momento en que otro soldado fue a revisar recibió un flechazo y cayó muerto.

-¡Asesino! Mataste a mi padre! - le dije a Dysthe. Él seguía callado. Estaba harto, le clavé la daga justo donde él se la había enterrado a mi padre… o eso pensaba, porque dijo con un último aliento: -Yo no maté a tu padre, él se quitó la vida por decepción, el rey Lykaios le dijo que no te ibas a casar con la princesa y que eras un cobarde.- Y murió en el acto. Con el alma destrozada, saqué la daga de su cuerpo muerto y la enterré en el mío.

“Mi dolor le transmitiré para dejar de sentir y él obtendrá poderes al fin.” Entonces su padre le traspasó todo el dolor que sentía y le dio el poder del aroma para atraer y después lastimar, como a él lo habían lastimado.&nbsp;

Mi ser mitológico se llamaba Artemix. Él no era habilidoso ni fuerte, en realidad era muy flaco y tenía mucho pelo por todo el cuerpo. Pero lo que hacía que todas las féminas quisieran salir con él, era su perfume corporal. Es imposible describir cómo olía . Lo que sí puedo asegurar, era que hipnotizaba&nbsp;a cualquier mujer que se le acercara. Su poder, en realidad, era atraer a todas las doncellas, pedir su mano y robarles sus sentimientos para que nunca más puedan enamorarse de otro. Su objetivo era desposar a todas las féminas de Grecia. Pero nunca lo logró. Él nació en una casa muy acogedora, en el medio del bosque. Su madre era una minotaura y su padre era un centauro. Su mamá nunca quiso a su papá, tampoco a su hijo y los abandonó por otro centauro. Por eso, una noche de invierno, su padre llevó a su hijo a un árbol y le dijo que cerrara los ojos. Artemix hizo lo que le pidió. Su papá empezó a pronunciar un conjuro que decía:

Autores: Joaquín Ravera, Ivan Saadia, Rocío Rodríguez Koch, Nicolás Major Schiefelbein, Valentino Paternostro y Zoe Avender Schedlbauer.

Hace mucho tiempo, en la antigua Grecia, el rey de La Canea tuvo una hija llamada Adelaya. Se creía que por su belleza era hija de la mismísima Afrodita. A los quince años la princesa ya tenía más de cincuenta propuestas de matrimonio. El rey siempre pensó que lo mejor sería esperar a que ella fuera mayor de edad, para discutir su compromiso. Pasando los años, las propuestas de matrimonio fueron aumentando, ya que la reputación de la hermosa princesa se conocía en todo el mundo. Al llegar a la edad de los veinte, su padre decidió que ya era hora de que se casara.&nbsp; La mejor propuesta fue la del rey de Olimpia. Él ofrecía riqueza infinita y muchísimas tierras además de darle la oportunidad a la princesa, de gobernar a su lado. Todo parecía perfecto.&nbsp;

Adelaya estaba a punto de aceptar cuando&nbsp;se dio cuenta de que el rey no era lo que esperaba: tenía más de cincuenta años y olía a peces podridos. Muy decepcionada y triste se encerró en su cuarto, en el palacio, sabiendo que en dos meses sería la boda. Lloró a más no poder hasta que vio un haz de luz que entró por la ventana y empezó a tomar forma humana. Antes de que se diera cuenta, había un hombre parado&nbsp;frente a ella que&nbsp;parecía tener unos pocos años más que ella misma. Era alto, moreno, de ojos claros y muy musculoso.&nbsp; El extraño le preguntó por qué lloraba y ella le contó lo que su padre planeaba. Se quedaron conversando y Adelaya se dio cuenta de que se estaba enamorando y, aunque lo acababa de conocer, quería estar con él antes que con el rey de Olimpia. La princesa sabía que el extraño era un dios, ya que no todos se pueden transformar en una luz y luego solidificarse en humano. El dios también estaba enamorado de ella y se lo dijo, también le contó quién era. Pero lo tenía que mantener en secreto y seguir adelante con la boda planeada con el rey viejo. También le dijo que la iba a visitar una vez por semana. Adelaya aceptó con gusto. Siete meses después de su boda con el rey de Olimpia, Adelaya dio a luz a un hermoso niño moreno y de ojos centelleantes como el rayo.

Autores: Camila Del Cioppo, Juana Policastro, Matilda Turcato, Matías Levi Pantarotto, Francisco Socolovsky y Ana Raijman.

Hace mucho tiempo atrás, cuando la tierra era llana cual mar calmo, existía una población que veneraba a los dioses y seguía sus consejos.&nbsp; Había una polis regida por un rey poderoso que tenía una hija bella, con ojos de diamantes y cabello de seda. Se llamaba Altaír. También había un luchador experimentado que quería la mano de la princesa pero, para ganarla, tenía que hacer un acto heroico. A ella le gustaba, en especial, que le llevaran las cabezas de criaturas muy peligrosas. Pero para conseguir eso solo podía ir a un lugar... Más allá de esa ciudad, existían territorios inexplorados, conocidos únicamente por los dioses, donde se encontraban criaturas extrañas y mortales. Entre ellas, una hembra especial que tenía habilidades únicas. Ella contaba con poderes muy afinados de supervivencia y nadie había podido derrotarla.

El luchador Dymas llevaba su afilada espada cargada en la espalda e iba montado en un corcel negro como la noche, listo para partir. Tardó unos cuantos días en llegar al lugar deseado, pero al fin y al cabo arribó. El sitio parecía desierto, sin embargo,&nbsp;si te adentrabas en el bosque, podían verse los ojos de las criaturas en la oscuridad. Algo nervioso, Dymas decidió seguir adelante para encontrar un ser que valiera la pena. Él sabía que los peores se encontraban en lo más profundo del bosque, mas hallarlos, era bastante difícil. Ya estaba amaneciendo cuando vio a Sapphira, una mujer muy delgada, pálida y con ojos penetrantes. Sobre su cabeza, tenía dos cuernos. Estaba bebiendo agua del arroyo. Él se acercó por detrás y desenvainó su espada letal como el veneno, listo para atacar.&nbsp; Ella lo escuchó y se dio vuelta antes de que la espada la partiera en dos. Desenfundó su cuchillo y contraatacó. Siguieron luchando por un tiempo porque ninguno de los dos iba a rendirse.&nbsp; Dymas estaba a punto de sacarle un cuerno, cuando un brillo cegador los inmovilizó. Al disiparse, una hermosa mujer, muy joven y con aspecto furioso, apareció. Era la diosa Artemisa. Portaba un arco y vestía de blanco, con destellos plateados como la luna. Desarmó a los dos y, con una seña de la divinidad,&nbsp;la criatura corrió hasta desaparecer.

Autores: Martín González M., Homero Granata, Franco Gugliuzzo, Matías Levi P. y Félix Luque.

Soy Dimante pero me llaman Dymas, soy el hijo de la divina mujer Lindy y&nbsp;el poderoso rey de los dorios, Egimio. Poco tiempo después de mi nacimiento, mi padre biológico me abandonó. Mi madre se casó con el monarca dorio. Nunca llegué a conocer a mi papá pero se dice que él es un poderosísimo dios&nbsp;y eso me hace sentir muy vanidoso. Como yo quería ser tan vigoroso como él empecé a entrenar día y noche desde los diez años. Comencé a luchar y un día fui a un torneo. Yo estaba en la batalla final, había superado todos los rangos y, por fin, había llegado mi momento de gloria. Combatí con mucha fuerza hasta el final, sin embargo, en un movimiento, todo se&nbsp;fue de control y estuve a punto de morir.

Pero en dos destellos vi que mi padre había vuelto y&nbsp;me dio fuerzas para seguir luchando. Después de eso ganamos todas las batallas en las que combatimos. &nbsp;Ahora todos piensan que soy como un semidiós, porque puedo vencer hasta doce personas juntas, sin ayuda. Sé que todos me ven como un ganador pero a veces no me siento lo suficientemente poderoso y pienso que no tengo que seguir, aunque la gente me motiva a continuar&nbsp;y superarme día a día.&nbsp; Casi todos, incluyéndome, creen que los dioses me ayudan porque tengo muchísima suerte.&nbsp; Siempre me ha gustado la filosofía y el hasapiko. He ido a la escuela con la princesa Altaír pero esa es otra historia. Fui estudiante de Plotino y de Aristóteles, siempre me parecieron personas muy astutas. De niño, era alguien que leía mucho, en especial los libros de Sócrates que eran tan interesantes. Nunca me gustó que&nbsp;me miraran únicamente como un guerrero porque soy mucho más que eso y me hace sentir débil y solo.&nbsp; Tuve un gran amor: Altaír. Pero ya conocerán más a fondo esta historia cuando lean la autobiografía de la princesa.&nbsp;

Cuando su padre terminó la narración, Aileén le preguntó: - ¿Entonces el árbol viejo es una princesa? Y su padre le respondió: - No se sabe pero se dice que si en el árbol hay una princesa, la única forma de rescatarla es ganarle en una pelea al protector del árbol, el monstruo Artemix. Aileén fue creciendo al igual que la duda de qué le habría pasado al árbol. Hasta que un día cumplió veintiséis y su único deseo fue averiguarlo. Decidida por su sueño fue a preguntarle a su padre si sabía algo que no le hubiese contado. Su papá le dijo que no sabía nada más, pero que conocía a una persona que le podía contar la historia tal y como era, y ese era el rey Lykaios. Entonces, fue a su castillo. Cuando llegó, lo primero que vio fue al monarca sentado en su trono y, a su lado, a Dymas quien la miró con cara de enamorado. Ellos, sorprendidos por su llegada, le preguntaron por qué había ido. Aileén les dijo que necesitaba que le contestaran una pregunta que ella tenía desde pequeña: ¿Qué había pasado con Artemix y el árbol de la famosa historia? El rey y Dymas quedaron anonadados, ya que sabían cuál era el origen del árbol, aunque no se lo querían contar por miedo a que le pasara algo. Pero ante la insistencia de la joven, el rey Lykaios habló:

- Había una vez, una princesa llamada Adara que era muy reconocida por su irresistible belleza por la cual todos caían a sus pies. Un día un monstruo llamado Artemix se enamoró de ella y él, con valentía, se acercó para pedirle matrimonio. Pero Adara, horrorizada, rechazó su propuesta. El monstruo, furioso, la convirtió en un árbol, para que nunca volviera a ser amada. Y ella es el árbol viejo del que tanto se habla. Ella, sin poder creer que todo eso fuera verdad, se quedó paralizada. Al día siguiente, fue muy decidida al bosque. Ella sabía que iba a tardar horas, días, tal vez semanas, pero no le importó. Al cruzar las cataratas, la granja del señor Maintor y los acantilados, por fin llegó. Caminó y caminó hasta que empezó a escuchar un ruido muy extraño en un arbusto. Llena de valentía decidió darse vuelta y al segundo, ya atemorizada, se desmayó.&nbsp; Despertó en una cabaña muy grande y extrañamente alta. Vio que la puerta se abría y entraba una gárgola. Esta le sugirió que se escapase pero, al momento, entró una bestia peluda y la gárgola escapó volando.&nbsp; El monstruo le preguntó a la joven cómo se llamaba, ella no quiso contestar pero él la amenazó diciéndole que nunca volvería a su casa.

Como casi erró esa flecha se le ocurrió que debería bajar para que la saeta tuviera menor distancia que recorrer y pudiera apuntar mejor.&nbsp; Bajó del techo y se escondió en una esquina, que además de ser la más oscura, tenía la ventaja de que no podrían atacarlo desde atrás. Cuando un tercer soldado se acercó, no tuvo tiempo a dispararle porque este preguntó: - ¿Están bien? Como seria muy sospechoso que nadie respondiera, se puso el casco de uno de los soldados y dijo con voz grave: - Sí, sí,&nbsp; solo pensamos que sería mejor separarnos para ocupar más terreno. Nosotros nos quedamos vigilando aquí. Vayan a otro lado y nunca salgan de su zona. El soldado asintió y dio la orden de separarse. Su plan salía cada vez mejor. Solo había un problema: no le quedaban flechas.&nbsp; Agarró las puntas de las saetas que estaban en los cadáveres y junto con un hilo y unos vidrios cortados, hizo una trampa.&nbsp; Esta consistía en que él tiraría los vidrios rotos para que un soldado se acercara a inspeccionar,&nbsp; tropezara con el hilo y cayera contra las puntas de flecha que lo matarían al segundo, quedándose él con sus flechas. Tiró los vidrios y, afortunadamente,&nbsp; solo un soldado reaccionó y fue hacia su trampa que funcionó perfectamente dejándolo muerto.

Moscardus se acercó y recogió las flechas que eran tres. Apuntó al otro soldado y al instante cayó al suelo. Solo quedaba uno. Fue por detrás y lo apuñaló con la flecha. Luego, se fue con el oro precavidamente, se embarcó de nuevo hacia donde estaba Criptolomeo y le entregó la bolsa.&nbsp; La siguiente tarea era ir a matar al bandido más poderoso de todos los tiempos, Orion. Vivía en las montañas de Olimpia, pero lo que Criptolomeo no le dijo era que Orion era hijo de Ares y contaba con su bendición. Moscardus se embarcó hacia Olimpia y, cuando llegó, le preguntó a un vagabundo si sabía dónde estaba Orion, pero él lo ignoró. Siguió su camino hasta llegar a unas montañas hermosas. Las escaló y se encontró con el bandido. Era musculoso y tenía muchas cicatrices en la cara, seguramente por todas las peleas que había tenido. Moscardus se intimidó, pero dijo: - ¡Hola! Vas a dejar de robar ya que te mataré. &nbsp;El bandido sacó su espada y dijo: - Vaya, vaya, vaya. No sé por qué alguien vendría por aquí si sabe que estoy yo. Te voy a dar una oportunidad. Objetos de valor y te dejo huir, pero si no me das lo que quiero, mueres. ¡Así de simple! Tu elección. - Mmm... prefiero matarte. - Pues ven a matarme. Inténtalo... Moscardus le empezó a disparar con arco pero el bandido se cubrió. Orion contraatacó y le sacó el arco a Moscardus.

Él estaba sentado. Cerré tanto puertas como ventanas para que nadie escuchara ni viera lo que iba a pasar dentro. Cuando me aseguré de que no había nadie cerca le pregunté: -¿Crees que hay alguien que no le esté diciendo la verdad al reino? El esclavo me observó de pies a cabeza hasta que se dio cuenta de mi espada escondida en una bolsa. Se quedó pálido y no contestó nada.. Luego dijo: - Sé que no es de mi incumbencia, pero quiero saber qué tienes en tu bolsa. - Como bien aclaraste, no es de tu incumbencia. Se frustró pero se mostró sereno. - Está bien, solo soy curioso. - ¿Me harías el favor de responder mi pregunta? - Sí, por supuesto. Para mí, todos en el reino son honestos&nbsp; - Si me dices la verdad, te daré un lingote de oro - Está bien, seré honesto. Sé tu secreto, pero no lo diré. No quiero tu lingote. - Por supuesto que no lo dirás, porque si lo dices… ya sabes lo que pasará. El esclavo asintió, un poco incómodo con mi amenaza. Satisfecho, fui a recoger mi traje. Ya estaba todo listo para mi boda y volví muy tranquilo. Cuando llegué al palacio encontré a mi padre, con una daga clavada en el pecho.

Como no había nadie alrededor pensé que el esclavo podría haber dicho algo y para fastidiar aún más había matado a mi padre. De inmediato fui corriendo hacia la casa del esclavo donde lo único que hallé fue una nota que decía:&nbsp; Anker: Cuando estabas en la casa de mi esclavo y encontraste la puerta abierta era porque yo había entrado a darle una tarea a él y entonces lo escuché todo. Quise saber cuál era el secreto, pero el esclavo no lo iba a decir porque iba a incumplir su palabra. Le prometí algo muy importante y entonces me lo contó. Has traído decepción a tu pueblo, la princesa no se casará contigo. Eres un mentiroso, aunque seas rico. Yo no quiero más riqueza, quiero que mi hija se case con alguien valiente y honesto. Rey Lykaios Con el corazón invadido por la furia, fui a decirle a mis soldados que íbamos a ir en barco a Pilos para vengarme y destruir todo lo que se interpusiera entre el maldito Dysthe y yo. Después de varios días, los soldados trajeron a Dysthe a mis pies, con sed de venganza, les dije&nbsp;que le amarraran las manos detrás de la espalda, con una soga, y que lo arrodillaran ante mí.

Autoras: Ana Raijman, Maia Wolff D., Matilda Turcato y Rocío Rodríguez K.

Me llamo Altair, soy la princesa de Lykápolis y de Jenópolis, hija del rey Lykaios y la reina Aglaia. Desde que soy una niña, sé que debo desposarme con el&nbsp;príncipe Anker, aunque no lo ame. Pero en una competición atlética en Jenópolis, conocí a un muchacho muy apuesto llamado Dymas, que resultó ser ganador de todos los premios. Me enamoré profundamente de él, aunque ya estaba comprometida. Recuerdo con exactitud el día que conocí al amor de mi vida. Yo estaba frustrada, me deslumbré con él apenas lo vi. Fue amor a primera vista, pero tenía que casarme con el ridículo príncipe Anker.&nbsp; A veces me siento muy sola, ya que mis padres tienen que hacer cosas de reyes, que ni siquiera yo comprendo. Solo soy una niña de quince años.&nbsp;

Aunque no lo crean, la vida de princesa no es tan fácil. Debo estar siempre arreglada, perfectamente peinada, saludar a los monarcas vecinos con mucha gracia y&nbsp;tomar clases de varias cosas aburridas. A veces no quiero ser de la familia real, me gustaría ser normal como las demás chicas. ¡Ah, me había olvidado! Además tengo que tomar lecciones para cuando herede el trono, a los veintiún años. Y para ser reina ya debo tener un rey. Cuando me case con el príncipe, también seré monarca de su territorio, el reino de Gloriópolis. &nbsp;Yo no quería que me desposaran&nbsp;en primer lugar, pero mi padre decía cuando era pequeña:&nbsp;“ Cada reina debe tener como apoyo a su rey”.&nbsp; Mi vida es un vuelco de emociones…&nbsp; &nbsp;&nbsp;Cuando era niña me gustaba escabullirme para jugar con Dysthe, un esclavo de mi palacio. Nadie lo consideraba fuerte ni habilidoso, pero yo lo veía como un gran amigo. Nunca se enteraron de que yo me escondía para jugar con él&nbsp;hasta que un dia… me encontraron. Recuerdo exactamente lo que dijo mi padre: “No puedes jugar con esclavos, por algo son lo que son. A tu recámara en este instante, jovencita, y que nunca más te vuelva a ver con este debilucho, que ni siquiera sirve para cortar la leña."

AUTOBIOGRAFÍA DEL ESCLAVO DYSTHE

Autoras: Juana Policastro, Valentina Govetto, Julia Pérez S. y Josefina Laborde.

Soy Dysthe, nací en la isla de Tera.&nbsp;&nbsp; Yo no me acuerdo de mi familia porque, cuando nací, los dioses me cuidaron, me ayudaron a conseguir comida y a tener modales. Ellos siempre estuvieron conmigo.&nbsp;Por eso soy tan educado y tengo el vocabulario adecuado.Me dijeron que nací el&nbsp;día en que Artemisa brilló más en el cielo. Cuando escuché eso, tenía diez años y estaba asustado. Y tenía razón: una mañana estaba recolectando frutos cuando escuché ruidos raros. Antes de que pudiera darme vuelta ,una red me atrapó y ahí lo supe... Me habían sacado la libertad . Al principio intenté liberarme pero no hubo caso.

Al día siguiente,&nbsp;desperté y todo estaba oscuro, no entendía nada. Cuando pude divisar las cosas un poco me di cuenta de lo que había pasado: me habían secuestrado. Los dioses me habían contado acerca de los distintos trabajos que tenían los esclavos: podían ser&nbsp;artesanos,&nbsp;comerciantes o algo aún peor: trabajar&nbsp;en las minas. Me dijeron que yo no tenía las condiciones para ser un esclavo porque era menudito y débil. Mi única fortaleza era mi sabiduría.&nbsp; &nbsp;Unos días después me habían llevado a un mercado de esclavos. Vi cómo todos se iban con sus dueños y temía que eso me pasara a mí. En un momento, observé que alguien me miraba, yo sentía temor, porque esa persona parecía sentir curiosidad por mí. Hasta que se acercó, habló con un hombre y me llevó. Fuimos en un carruaje durante un viaje largo. Cuando llegamos no lo podía creer: estaba en un palacio. El hombre que me compró me señaló que baje con él . En el momento en que se&nbsp;abrieron las puertas me quedé absorto.

Todos quedaron sorprendidos con el chiquillo por su aspecto, ya que no se parecía en nada a su padre.&nbsp; Claro, nadie sabía, salvo Adelaya,&nbsp;que no era de su esposo sino del mismísimo dios del cielo.&nbsp; Adelaya nombró al niño Moscardus. Este pasó toda su infancia con su mejor amigo, Anker. &nbsp;A la edad de trece años el chico mostró que, con su lado divino, era más fuerte que todos los hombres del reino y más inteligente que todos los sabios. Como si eso fuera poco, varios habían dicho que lo habían visto despegarse más de medio metro del suelo.&nbsp; Con el tiempo, el niño había logrado controlar esa habilidad y ya podía volar más alto que algunos pájaros. No fue sorpresa que, cuando Moscardus desarrolló la habilidad de volar, la gente se diera cuenta de que era hijo del dios del cielo. Nadie volvió a molestarlo. Cuando llegó a la edad de los dieciocho, su padre, Zeus, le entregó en persona una espada y un escudo. Antes de irse le dijo las siguientes palabras:&nbsp; Algún día tendrás que enfrentarte a cinco tareas para probar que eres mi hijo. Practica hasta que llegue ese día ya que no será fácil. Moscardus se quedó inmóvil e incapaz de hablar. Como su padre le dijo, entrenó hasta el día en el que las palabras de Zeus se hicieron realidad y pasó lo esperado.&nbsp;

Él y su madre estaban de viaje por Atenas cuando se encontraron con unos matones que quisieron robarle el collar a Adelaya. Por supuesto, su hijo la defendió noqueando a todos los bravucones ya que no eran una amenaza para él.&nbsp; Cuando llegaron al palacio de vuelta se dieron cuenta de que habían olvidado algo valioso, en el carruaje. Su madre le dijo que la esperara que ella iría a buscarlo. Él respondió que la quería acompañar ya que había muchas peleas en el palacio pero ella le contestó que no se preocupara, que estaría sana y salva. Él, muy obediente, la esperó. Pero pasaron las horas y su madre no regresaba. Moscardus empezó a preocuparse y fue a buscarla. Cuando llegó al carruaje, donde se suponía que estaba Adelaya,&nbsp;encontró una carta que decía: Moscardus: Si quieres recuperar a tu madre sana y salva vas a tener que hacer cinco tareas para nosotros. Si no cooperas, tu madre morirá.&nbsp; Nos vemos al atardecer. en el callejón. Puedes traer a una persona de confianza que no diga nada. Si alertas a las autoridades, despídete de tu madre. &nbsp; Criptolomeo Moscardus quedó incapaz de decir palabras, pero no iba rendirse. Le contó todo a Anker quien accedió a acompañarlo.

Al momento en que entré me di cuenta de qué era: era el palacio del rey&nbsp;Lykaios y de la reina Aglaia.&nbsp; Les dieron permiso a unos esclavos para que me guíen en un recorrido. Yo pensé que&nbsp;ya había terminado, cuando los esclavos me llevaron a una última puerta. Entramos y había un hombre sentado en una silla; no cualquier silla, era el trono. Ese hombre era el rey. Empecé a temblar, estaba nervioso. Parecía severo, pero bueno. Después de unos segundos de silencio, el monarca dijo: Tu trabajo estará&nbsp;en las cocinas, lavando platos. Antes de que pudiera decir algo más, el soberano me dijo que me marchara a mi puesto.&nbsp;&nbsp; Después de mucho tiempo de trabajo, uno o dos años,&nbsp;empecé a pensar. ¿Qué hubiera sido de mi vida si no fuera un esclavo? ¿Iría a la escuela? ¿Seguiría con los&nbsp;dioses? ¿Tendría novia y me divertiría? Eso seguro. No es que en el palacio no fuera feliz, porque con los reyes y la princesa tengo una buena relación, en especial con la princesa; éramos muy amigos. Demasiado amigos, tanto que empecé a sentir algo por ella. Pero eso ya es otra historia. Hace mucho que estoy planeando mi fuga, desde que ella conoció a su futuro marido “el príncipe Anker“, pero yo creo que ella no lo ama. Hay otro hombre, llamado Dymas.

Yo nunca voy a poder estar a su altura. Mientras él se la pasa ganando competencias, yo me la paso fregando platos. Por eso estoy planeando mi fuga y nadie&nbsp;puede enterarse. &nbsp;Mi plan se concretará a la medianoche, en mi puesto de trabajo. Hoy me toca trabajar hasta tarde y hay que aprovechar eso. A la mañana, junté mis pertenencias y las guardé en un estante de la cocina.

Pobrígarro: ser mitológico creado por Clementina Duhalde y Mercedes Scheibler Mortier

Tomó el arco, lo tensó y... ¡ZAS! La flecha atravesó veloz cual rayo, la cabeza del toro, que cayó muerto a sus pies. Se dio un respiro, agarró a Anker y cuando iba llevarse al Pobrígarro, su cuerpo había desaparecido. Tan solo quedaba su cabeza. La levantó, la envolvió con la prenda de un soldado y volvió al barco con ella.&nbsp; Cuando llegó al muelle, lo esperaba Criptolomeo. Tan solo habían tardado tres horas. Criptolomeo se quedó pasmado. No entendía cómo habían sobrevivido y, por otro lado, entendió que había perdido a sus soldados, algo que era de esperar.&nbsp; Luego de eso Criptolomeo le dijo a Moscardus que se fuera a dormir ya que, al otro día, iba a tener su segunda tarea, que consistía en matar al Pejelagarto.&nbsp; Moscardus se despertó a la madrugada y se puso a entrenar con la lanza y el arco, ya que el Pejelagarto tenía múltiples cabezas y la manera de llegar a ellas rápidamente, sería con armas de largo alcance. Comió&nbsp;un tazón de leche con cereales y, cuando terminó, fue con Anker al callejón donde recibió la carta de uno de los soldados que decía lo siguiente: Moscardus: Como completaste la primera tarea con éxito, te llevaré adonde está tu madre para que puedas comprobar que sigue con vida. Nos encontraremos en la parte trasera del palacio. Ven solo. &nbsp;Criptolomeo

Contenidos trabajados a lo largo de este proyecto

Prácticas del lenguaje: La narración: ficcional y no ficcional, literaria y no literaria. Características y estructura. La autobiografía y el mito. Pronombres personales. Escritura en primera y en tercera persona. Marco narrativo: clasificación de personajes, espacio y tiempo. Momentos de la narración: introducción, nudo y desenlace. Secuencia narrativa y núcleos narrativos. Tipos de narrador: personaje, testigo y omnisciente. Recursos estilísticos: imágenes sensoriales, metáfora y comparación. Mecanismos de cohesión: Elipsis, reemplazo pronominal, uso de conectores, sustitución (paráfrasis y sinonimia), palabras generalizadoras (hiperónimos), hipónimos y cohipónimos. Uso del diccionario: acepciones, etimología y abreviaturas. Prefijos y sufijos. Reglas de acentuación: monosílabos, hiatos, agudas, graves y esdrújulas. TIC: Uso de documentos de Google, trabajo sobre documentos compartidos, presentaciones de Google. Uso del diccionario de la RAE y de Wordreference (diccionario de sinónimos). Arte: Reconocer en las pinturas de Ingrés y Caravaggio, la simbología de los mitos leídos. ESI: El rol de la mujer en la Antigua Grecia.

Mitos griegos leídos: Perseo y las gorgonas Ulises y las sirenas El concurso de tejido (Aracne) Las cuatro tareas (Psique y Eros) Narciso y Eco Edipo y la esfinge

A través de este proyecto, los chicos de Sexto Grado se adentraron en la mitología griega. Leyeron muchas historias, investigaron acerca de los principales dioses, conocieron las aventuras de héroes como Odiseo o Perseo, "viajaron en el tiempo, a una polis", para ayudar a personajes del año 10.000 a.C a escribir sus autobiografías. Crearon nuevos seres mitológicos, analizaron el rol de la mujer en la Antigua Grecia y elaboraron originales mitos en los que aplicaron los conceptos de escritura trabajados hasta la fecha y las características que transforman una narración en un mito, en este caso, "griego". ¡Ojalá disfruten de la lectura de este libro virtual tanto como nosotros nos deleitamos con su producción! Nora Anllo

¡Había lanzado una flecha eléctrica! Esta pegó en el botón y lo partió en pedazos haciendo que el collar cayera al suelo.&nbsp; Cuando el colgante tocó el piso, el Pejelagarto empezó a achicarse hasta convertirse en un simple lagarto normal. Moscardus bajó, agarró el collar y se fue.&nbsp; En el barco encontró a Anker sentado en la cubierta. Estaba tiritando y aún estaba pálido. Moscardus le preguntó por qué había huido y Anker le respondió: - El collar del Pejelagarto me mostró mi futuro. Vi cómo moría. Lo lamento pero sabiendo que voy a morir en una guerra, creo que no voy a poder luchar. Que me llamen cobarde, pero no volveré a pelear, me esconderé y mentiré sobre lo que hice ya que no quiero decepcionar a mi padre. Prométeme que no le contarás a nadie. Moscardus se quedó pasmado pero asintió. Durante todo el viaje nadie dijo palabra. Cuando llegaron al muelle Anker se despidió de su amigo no sin antes disculparse unas diez veces por no poderlo ayudar a rescatar a su madre.&nbsp; Moscardus fue donde estaba Criptolomeo y le entregó el collar. Al ver sus heridas, Criptolomeo insistió en curarlo, pero el joven no confiaba en ellos y rechazó su propuesta. A lo que sí accedió fue a que lo dejen equiparse con una de las armaduras doradas que ellos usaban.

Luego se vendó las heridas con lo que pudo y se fue a dormir.&nbsp; Al día siguiente ya se sentía mejor y con más fuerzas para la siguiente tarea, que consistía en robarle tres bolsas de oro, a Atenas. Desayunó y se preparó para ir a allí, a la ciudad más poderosa de Grecia. No llevó armadura para pasar inadvertido. Cuando llegó al muelle de la polis, la gente no se fijó en él. Su plan funcionó. Ahora tenía que colarse en el palacio, robar tres bolsas de oro e irse sin que lo vieran.&nbsp;Esta tarea era la más difícil, ya que pasar la seguridad del reino iba a ser muy complicado, al igual que&nbsp;salir de ahí con el oro. Para su suerte, se encontró con un conocido. Moscardus le preguntó dónde guardaban el oro del reino, pero no le contó su plan de robarlo. El hombre le dijo que el oro estaba guardado en el sótano pero estaba muy vigilado.También le contó que en la torre de la derecha, podría encontrar oro pero en menor cantidad. Moscardus optó por la torre ya que no tenía que llevar tanto. El problema era entrar.&nbsp; Pasaron los días y él notó que a las doce de la noche había un cambio de guardia y durante diez minutos la torre quedaba totalmente desprotegida. Eso era un avance en su plan. Se colaría en el palacio, llegaría a la torre, subiría, agarraría el oro y se iría. ¡Pan comido! Luego pensó que, con una tirolesa, subiría a la torre y bajaría con una soga.

Edipo y la esfinge - Jean Auguste Dominique Ingres (1808)

Segunda misión (optativa): Crear nuevos seres mitológicos: explicar sus características y poderes.

Al fin y al cabo, no tuvieron más remedio que ceder. Luego, Anker se fue con su novia, porque él tampoco me amaba y estaba a escondidas con una duquesa de un reino vecino. Y Dymas... él sí que estaba decepcionado. No podía creer que eligiera a un esclavo, en lugar de&nbsp;a un conde adinerado. Y yo me di cuenta de varias cosas además. Dymas no era muy distinto a Anker, celoso y vanidoso, y le gustaba andar por ahí presumiendo su dinero.&nbsp; El sacerdote leyó varias cosas aburridas, pero luego, Dysthe y yo nos besamos y ya estábamos oficialmente casados.&nbsp; Dos días después, nos fuimos a descansar porque ya estaba harta de la monarquía y quería relajarme con mi marido. Cuando volvimos, nos coronaron rey y reina de Lykapolis y Jenópolis. Mi padre logró entrar en razón y supe que lo más importante para él, era mi felicidad.&nbsp; Años después, tuvimos a nuestra primera hija a la cual llamamos Aglaia, en honor a mi madre que me impulsó a seguir lo que en verdad amaba. Y tres años más tarde, tuvimos a nuestro hijo menor al cual llamamos Holmas, como el soldado que logró defender a&nbsp;Lykápolis de los monstruos Ecrous y Espartilón, porque nuestro bebé, sí que tenía el carácter de un hombre que seguramente, algún día, marcaría la diferencia.

&nbsp;Años después, tuvimos a nuestra primera hija a la cual llamamos Aglaia, en honor a mi madre, que me impulsó a seguir lo que en verdad amaba. Y tres años más tarde, tuvimos a nuestro hijo menor al cual llamamos Holmas, como el soldado que logró defender a&nbsp;Lykapólis de los monstruos Ecrous y Espartilón, porque nuestro bebé, sí que tenía el carácter de un hombre que seguramente, algun día marcaría la diferencia. Actualmente, ya tengo cincuenta años y aquí estoy, relatando mi vida. Estoy muy feliz con Dysthe, aquí, a mi lado, incondicionalmente. Aglaia ya está estudiando para algún día ser la mejor reina que el pueblo haya tenido. Tiene un esposo que la ama, y es realmente feliz.&nbsp; En cuanto a Holmas, debo decir que lo predije: logró la paz entre los reinos Florianópolis y Lykapolis. Él es un líder desde los pañales.&nbsp; Esa es mi historia, aunque aún no haya acabado…

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