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Vidas destrozadas

by proyectos etwinning

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Hola soy Aysla y tengo 19 años, y sí, he sido violada y golpeada. Y digo que fue suerte que todavía esté vivo hoy. Murieron mi padre y mi madre, él murió a los 43 años y ella a los 37, e Ikeni me dejó con mi hermano de 5 años.
Siempre soñé con ir a la escuela, poder trabajar sin desigualdades y por supuesto poder tener una mejor condición de vida.
Entonces aquí es donde empieza la gran lucha de los refugiados, que es salir de su país. Así que recogí todo lo que pensé que era más importante llevar, lo puse en una mochila y luego me dirigí al aeropuerto. Con mi hermano y yo, muchas más personas estaban tratando de huir, y cuántas fueron golpeadas al pasar por los puestos de control de los talibanes. Mi hermano y yo logramos pasar entre la multitud. Al llegar al aeropuerto logré comprar dos boletos a Portugal, por supuesto compré los boletos más baratos ya que no tenía mucho dinero.
Después de subir al avión, me sentí feliz y libre, porque pude cumplir mis sueños y apuesto a que enorgullecí a mis padres. No pude dormir en todo el vuelo, pero Ikeni fue la que más durmió.
Cuando llegué a Portugal logré trabajar limpiando, mi hermano fue a la escuela. Pero claro, para empezar, todo está bien. ¡Ahora tengo que ahorrar dinero para poder hacer lo que quiero!

¡Hoy puedo decir que me siento LIBRE!
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Hola soy Pablo y hago parte de un grupo de refugiados venezolanos. 
Cada año llegan refugiados al Distrito Federal en busca de oportunidades laborales y una mejor calidad de vida. Se estima que aquí viven de 5 a 15 mil migrantes.
A veces, tomar una decisión puede cambiar por completo el curso de tu vida. Se necesita coraje. Y es precisamente el coraje que llevó a 27 refugiados venezolanos, entre hombres, mujeres y niños, a desembarcar en el Aeropuerto Juscelino Kubitscheck, en Brasilia, para iniciar una nueva vida en la capital federal.
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