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Vidas destrozadas

by proyectos etwinning

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Escritura creativa
Los refugiados: vidas destrozadas
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Nací en Uganda, me encantaba ver los partidos de fútbol con mi esposo y mis amigos.
Sin embargo, mi vida cambió para siempre cuando hombres armados allanaron mi casa, asesinaron a mi esposo y me hicieron prisionera.
Después de 12 años de fuertes abusos, logré escapar del secuestro, huir de Uganda y encontrar seguridad en Filadelfia.
Volví a soñar, pero me duele el corazón al pensar en mis hijos que nunca más volví a ver y están a 7000 kilómetros de distancia.
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Soy soltera y trabajo en Ungria como veterinaria y como quería escapar de estas peleas y comenzar una nueva vida en otro país más pacífico, pedí asilo político en España, siendo una refugiada legal y seguir trabajando como veterinaria, pudiendo, así, tener una vida normal.
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Vivi en Siria desde que nací hasta marzo de dos mil dieciocho, el día en que perdí a mi hijo tratando de escapar de la guerra.
Mi vida nunca fue fácil, perdí a mis padres muy pronto y fui madre a los dieciséis años.
Finalmente, puedo decir que mi vida se ha estabilizado en los últimos tres años y, en este momento, vivo en Francia con mi esposo. Tenemos trabajo, ganamos bien, pero mi historia quedará marcada para siempre por más años.
Yo me llamo Mateta y soy del Congo. Tengo 18 años, vivo con mi padre y mi hermana pequeña. La vida aquí es muy difícil, porque no hay condiciones necesarias para sobrevivir.
Yo intenté emigrar para Portugal en un barco de madera con mis compis. El barco era muy pequeño y no teníamos comida suficiente para todos.
Cuando llegué a Portugal, me impedieran de entrar, pues estaba entrando ileglamente en el país.
Así, sigo soñando e intentando encontar una vida mejor.
Me llamo Manafa, tengo 16 años y soy de Afganistán.
Salí de mi país en busca de una nueva vida, conmigo solo me llevo la esperanza de un futuro mejor. Tuve que dejar mi país por la invasión talibán.
Pasé momentos de angustia y miedo, porque sabía el peligro que corría, pero logré llegar a Portugal con mi familia donde nos acogieran y llevamos una vida feliz.
Hola soy Pepe, un chico de 13 años que nació en Zimbabue a consecuencia de una violación.
Luego de este evento mi padre biológico desapareció y mi madre murió al poco tiempo de dar a luz.
Fui criado por mi abuela materna, pero ella murió cuando yo tenía 11 años.
Cuando cumplí 12 años decidí cambiar mi vida, fue entonces cuando en mi cumpleaños número 12 me metí en una maleta en el aeropuerto de Harare, capital de Zimbabue, sin saber lo que me esperaba al otro lado.
Cuando el avión aterrizó fui inmediatamente interceptado por las autoridades españolas, al parecer mi vuelo se dirigía a Madrid. Las autoridades me dieron la bienvenida y me llevaron directamente al CAR (albergue para refugiados).
Cuando llegué allí y vieron que era un niño, me enviaron a una institución de adopción, donde al poco tiempo fui adoptado por una familia increíble, que me dio una vida magnífica y sigo viviendo con ellos hasta el día de hoy.
Hola soy Aysla y tengo 19 años, y sí, he sido violada y golpeada. Y digo que fue suerte que todavía esté vivo hoy. Murieron mi padre y mi madre, él murió a los 43 años y ella a los 37, e Ikeni me dejó con mi hermano de 5 años.
Siempre soñé con ir a la escuela, poder trabajar sin desigualdades y por supuesto poder tener una mejor condición de vida.
Entonces aquí es donde empieza la gran lucha de los refugiados, que es salir de su país. Así que recogí todo lo que pensé que era más importante llevar, lo puse en una mochila y luego me dirigí al aeropuerto. Con mi hermano y yo, muchas más personas estaban tratando de huir, y cuántas fueron golpeadas al pasar por los puestos de control de los talibanes. Mi hermano y yo logramos pasar entre la multitud. Al llegar al aeropuerto logré comprar dos boletos a Portugal, por supuesto compré los boletos más baratos ya que no tenía mucho dinero.
Después de subir al avión, me sentí feliz y libre, porque pude cumplir mis sueños y apuesto a que enorgullecí a mis padres. No pude dormir en todo el vuelo, pero Ikeni fue la que más durmió.
Cuando llegué a Portugal logré trabajar limpiando, mi hermano fue a la escuela. Pero claro, para empezar, todo está bien. ¡Ahora tengo que ahorrar dinero para poder hacer lo que quiero!

¡Hoy puedo decir que me siento LIBRE!
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