Los Peces Mágicos

El Sr. Matisse le preguntó: - ¿Cuál es tu nombre? El Rey, ya muy enfadado, le respondió: - No le contestaré a sus tontas preguntas mientras maltrata a mis amigos que son los últimos de nuestra especie. Sr. Matisse se puso muy pensativo… “¿Cómo puedo redimirme?”, le dice. - Tienes derecho a redimirte pero solo hay una forma.&nbsp;La única forma es encontrar mi tesoro que está en las profundidades del mar.

&nbsp;- Sí, muy bien. Pero hay obstáculos, ¿verdad? -&nbsp;&nbsp;preguntó el Sr. Matisse. - ¡Claro! Hay muchos obstáculos - contestó el rey de los peces.&nbsp;&nbsp; Entonces el Sr. Matisse se fue a casa para empezar los preparativos para su viaje al fondo del mar. Determinado a cumplir su palabra, partió el señor Matisse hacia el fondo del mar.&nbsp; Justo cuando iniciaba su viaje, se enfrentó a un primer torbellino. Tenía que pensar en una forma de superarlo. La única solución que encontró fue esperar a que pasara, podía llevar horas o incluso días, pero fue la única idea que se le ocurrió.&nbsp;

Ellos le dijeron que ya no quedaban peces como ellos, que si quería más, tendría que ir a

ya que los peces de poderes se tuvieron que ir de ahí porque se estaban extinguiendo, dado que los humanos los cazaban para luego venderlos.

Hace mucho tiempo, el Sr. Matisse fue a buscar 4 peces rojos para ponerlos en una pecera en su&nbsp;enorme casa y quedarse con todos. Quería quedarse con ellos por el simple hecho de que no eran normales,&nbsp;tenían poderes mágicos.&nbsp;

El Sr. Matisse no tenía ni los recursos ni el derecho a ir a otro planeta pero aun así él no les creyó que todos los peces de poderes se hubieran ido a otro planeta, así que insistió y fue a buscarlos por toda la tierra. Recorrió cielo y tierra para encontrar más peces.

Pasaron los meses… Estaba muy tranquilo, solo, pescando en el mar de aguas celestes y claras, hasta que el anzuelo cogió

Al principio el Sr. Matisse no podía entender qué fue porque no se veía en las aguas del mar.

Y de inmediato pensó que este debería ser su último obstáculo y, además, el más difícil de todos, pero se sentía como nunca se había sentido antes. En su corazón solamente reinaba un sentimiento:

Pero ¿sentiría la bellísima sirena lo mismo que él? La verdad es que ella no tenía mucha suerte con los novios y entonces ya había desistido de intentar querer a alguien.

Nadó un poco más y se enfrentó a su segundo obstáculo, un banco de tiburones. Eran demasiados y gigantes. Tenían un aire agresivo, hambrientos. La única forma de pasarlos era distraerlos con comida por lo que arrojó peces muertos a un lado y pasó por el otro.

Estaba seguro de que se encontraba muy cerca de su objetivo. Mientras tanto algo inesperado ocurrió… pues conoció una bellísima sirena, con los ojos azules, el pelo rubio, la cola muy distinta de las demás, lo que la convertía en alguien más especial.

a Matisse y el último, Rodrigo, le dio&nbsp;el poder de

hablar con los animales.

Matisse era un excelente pintor y por eso los retrata en un lienzo, para esconder los peces robados.

Matisse era muy feliz con sus poderes, pero tenía ansias de más, así que fue en busca de más peces con poderes, pero no encontró ninguno ni en su ciudad ni en su pueblo natal. El Sr. Matisse quería tener más peces a todo coste. Así que decidió ir donde había conseguido a sus peces robados y preguntarles dónde había más.&nbsp;

Imagen de portada: Henri Matisse - Los peces rojos

En ese momento, la sirena termina muriendo por culpa de un pescador que pasaba a esa hora y pensó que ella era un monstruo. Cuando Matisse se enteró de que la sirena había fallecido, se quedó con gran disgusto. Pero su gran amor hizo que la sirena renaciera. Ella nunca había tenido tanta suerte en el amor como la que tuvo con Matisse, quedó muy agradecida y le dio un beso.

Ese beso hizo con que Matisse ganara un poder, el poder de

El pintor con muchos esfuerzos tiraba el anzuelo. Y lo que vio lo dejó boquiabierto. &nbsp;Era un pez de una belleza excepcional… Su cola era tan grande que parecía un abanico multicolor… Era de un color dorado que brillaba más que el sol… Sr. Matisse hasta cerró los ojos por tantos brillos… Pero el pintor pensó que se había vuelto loco cuando el pez le dijo: …&nbsp;

&#160;“Seguro que es un pez enorme y ojalá con poderes mágicos”,&#160; pensaba el pintor. No podía dejar la idea de volver a encontrarlos.   “Venga… vamos… un poco más…”

-	Yo soy el Rey de los Peces Mágicos y no hablaré con usted porque está perturbando a mis amigos.

Él juró que nunca más iría a hacer daño a los peces. La sirena y Matisse vivieron felices para siempre y tuvieron muchos hijos peces con poderes mágicos. Matisse se dio cuenta de que el tesoro en el fondo del mar era la sirena y con la sirena ganó un nuevo poder, el poder del

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