Loading...
Las IMÁGENES NARRADAS de l@s alumn@s de 1° 3ra. T.M. son el resultado del trabajo interdisciplinario de Lengua, Artes Visuales, Idioma (Inglés) y Artes Música en el Taller Areal L.A.I.
Esta actividad forma parte del proyecto “Migraciones” desarrollado en dicho Taller, a partir del libro “Emigrantes” de Shaun Tan (Una historia contada por medio de imágenes, sin palabras).
El objetivo del trabajo apunta a promover la imaginación creativa, la lectura de imágenes (Reconociendo los elementos que las componen), la edición (A través de aplicaciones digitales) , una aproximación a la narrativa desde el lenguaje y a la descripción desde la lengua extranjera.
A partir de la apreciación de las imágenes creadas por el autor, l@s alumn@s seleccionaron una e, inspirándose en ella, imaginaron personajes, un espacio, un tiempo y un posible conflicto a fin de crear los relatos y descripciones que aquí se comparten.
Profs. Ornella Restifa, Hernán Prestofelippo, Viviana Abbiati y Marcela Barbará.
LORENZO SKILJO
Encuentro difícil entre un gato, un humano y una lata de atún.
Me desperté y había un gato en mi cama. Un gato con muchos pelos, pelos naranjas, amarillos y blancos. Tenía la mirada fija en mi heladera, sus ojos eran verdes (Por la tranquilidad que tenía al saber que yo no movería un dedo para echarlo) y rojos (Porque aún, estando tranquilo, se encontraba nervioso por el olor a atún que había en la habitación.
Estábamos quietos, él (Para aparentar un tigre salvaje a punto de cazar a su presa) y yo, por el terror creciente de que el gato (En caso de que se atreva a enfrentarse), me corte en pedazos, y más importante todavía: ¡Se comería el atún que había en la heladera!
Entonces, me armé de valor y me levanté.
El gato no me hacía nada malo, solamente me miraba, con sus ojos verdes
y rojos, esperando mi opción. Abrí la heladera y saqué el atún, el gato ya
se estaba levantando de mi cama para acercarse lentamente. Agarré una cuchara y le serví al felino un poco de atún en el piso. Atento a cualquier movimiento inesperado, el gato ya estaba prevenido con sus garras. Rápidamente devoró el atún, no quería perder un segundo porque a la más mínima oportunidad que se me enfrente, yo podría sacarlo a patadas de mi casa. Pero yo no tenía esas intenciones. Primero, porque me daba
miedo lo que podía hacerme el gato, y por otro, porque ya me estaba encariñando con él. Entonces le serví otra cucharada de atún. El gato ya estaba contentísimo. Le serví una última
cucharada. El gato, satisfecho, se había encariñado conmigo también, por un lado porque le daba mucho atún (Está carísimo), y por otro lado porque ya había pasado un buen rato desde que nos habíamos conocido. Se durmió en mi cama. Y después se despertó. Y ahí es cuando oficialmente pasó a ser mi mascota, porque fue cuando pude acariciarlo tranquilamente sin que me muerda la mano. Y lo llamé Atún.
Estábamos quietos, él (Para aparentar un tigre salvaje a punto de cazar a su presa) y yo, por el terror creciente de que el gato (En caso de que se atreva a enfrentarse), me corte en pedazos, y más importante todavía: ¡Se comería el atún que había en la heladera!
Entonces, me armé de valor y me levanté.
El gato no me hacía nada malo, solamente me miraba, con sus ojos verdes
y rojos, esperando mi opción. Abrí la heladera y saqué el atún, el gato ya
se estaba levantando de mi cama para acercarse lentamente. Agarré una cuchara y le serví al felino un poco de atún en el piso. Atento a cualquier movimiento inesperado, el gato ya estaba prevenido con sus garras. Rápidamente devoró el atún, no quería perder un segundo porque a la más mínima oportunidad que se me enfrente, yo podría sacarlo a patadas de mi casa. Pero yo no tenía esas intenciones. Primero, porque me daba
miedo lo que podía hacerme el gato, y por otro, porque ya me estaba encariñando con él. Entonces le serví otra cucharada de atún. El gato ya estaba contentísimo. Le serví una última
cucharada. El gato, satisfecho, se había encariñado conmigo también, por un lado porque le daba mucho atún (Está carísimo), y por otro lado porque ya había pasado un buen rato desde que nos habíamos conocido. Se durmió en mi cama. Y después se despertó. Y ahí es cuando oficialmente pasó a ser mi mascota, porque fue cuando pude acariciarlo tranquilamente sin que me muerda la mano. Y lo llamé Atún.
CELESTE MONZÓN
Nunca sabes cuando alguien llega a tu vida.