La generosidad de Neyet

Un relato colectivo del curso 5º B del CEIP Malala

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Ricardo era un hombre que tenía mucho dinero. Era bajo, tenía gafas, con pelo y barba blanca. Viste de manera elegante con ropa de marca. No tiene muchos amigos, es caprichoso, rencoroso y no le gustan las personas que no son como él.

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Todos los días cuando va a trabajar pasa por la plaza de su pueblo y se encuentra con Neyet.
Neyet llegó a nuestro país en una patera. Huyó de África y de la pobreza y vino a España para conseguir alimentos para su familia y una vida mejor.
A Ricardo no le gusta cruzarse con Neyet porque es una persona inmigrante y pobre. Ricardo piensa que los inmigrantes han llegado a nuestro país para quitarnos algo.

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Un día Ricardo iba con prisa en su coche a una comida de Navidad. Iba tan rápido que no vio el camión que se le cruzó por delante. Ricardo terminó herido bajo las ruedas del camión. Una persona testigo del accidente llamó al 112.
Rápidamente la ambulancia llevó a Ricardo al hospital más cercano.
Por las calles corría el rumor de que Ricardo necesitaba sangre tras su grave accidente.

Neyet al enterarse de la noticia no se lo pensó dos veces. Sintió que aunque Ricardo no había sido bueno con ella tenía que hacer algo por él.
Neyet había sufrido mucho y por eso fue al hospital dispuesta a ayudar a Ricardo.
Ricardo tenía un problema: de los pocos amigos que le quedaban, ninguno tenía el mismo tipo de sangre que él. Ninguno le podía ayudar.

Cuando Neyet llegó al hospital vio a los médicos preocupados, se acercó y ofreció su sangre para salvar a Ricardo. Le hicieron las pruebas rápidamente y comprobaron que la sangre era válida para la transfusión. Con mucha alegría le agradecieron su generosidad.
Neyet sentía miedo pero a la vez estaba impaciente por salvar la vida de Ricardo.
Todo salió bien. Cuando Ricardo se recuperó un poco, los médicos quisieron que conociera a la persona que lo había salvado.

Cuando Ricardo vio entró a Neyet en su habitación no podía entender que alguien a quien había despreciado tanto era la persona a la que debía la vida.
Ricardo tardó en reaccionar pero se dio cuenta de que no podía juzgar a nadie sin conocerlo antes. Se dio cuenta también que una persona inmigrante, de otra raza y pobre era más valiosa de lo que había pensado.
Esta lección Ricardo, no la olvidaría nunca