Diario

Martes 11 de junio de 1941

Querido diario,
Mi nombre es Liudmila Pavlishenko y tengo 25 años.
La ilusión que tengo hacia el hecho de estar escribiendo un diario es desbordante,

ya que me permitirá dejar constancia de todos mis logros y demostrar de esta manera la igualdad de las mujeres en todos los ámbitos.
Soy una historiadora y una francotiradora de primera del ejército rojo.
Llegar a alistarme en el ejército como mujer no fue fácil, pero he conseguido demostrarles a todos que si deseas algo lo suficientemente fuerte, lo conseguirás.

Y en mi caso, lo que más deseaba era poder ayudar a salvar a mi país en las situaciones tan cruentas que han sucedido en él ya que tras la Guerra Civil Rusa en 1917, todo comenzó a ir a peor. La unión de Ucrania a la URSS fue realmente algo que salvó al país de ser destruido, aunque eso no evitó que pasáramos por el Holomodor, en el que toda la población ucraniana pasamos por un largo período de hambruna que nos debilitó en todos los sentidos.
Tras la firma del Pacto de no agresión entre Alemania y la URSS que sorprendió a todas las demás potencias hace 2 años, en 1939, éste fue roto por Hitler hace unos meses cuando decidió invadir a la URSS con su operación barbarroja dando comienzo de esta manera a la que se está comenzando a llamar la 2ª Guerra Mundial.

Me estoy dando mucha prisa en relatar esto ya que debería estar en una reunión sobre como vamos a tratar el tema de los alemanes ya que están empujando la frontera soviética hacia el este y parecen imparables.
Estoy muy preocupada por mis familiares, sé que rezan por mí todos los días para que vuelva a casa sana y salva pero en lo único en lo que puedo pensar es en que debo hacer algo para garantizar su seguridad y si la única manera es luchar en el frente, lo haré.
Aquí me despido,

Liudmila.

Querido diario,
ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí pero es que perdí el diario y mi compañera Alina me lo acaba de enviar al hospital debido a que he sido herida por fuego de mortero en una batalla en Sebastopol y he sido trasladada al hospital para recuperarme.
De momento me encuentro bien. La herida podría ser más grave y podría haberme afectado en la mano pero gracias a Dios de que eso no ha ocurrido.
Hace unos minutos han intentado entrar unos periodistas a entrevistarme sobre la batalla pero curiosamente se han dirigido a mí como Lady Muerte. Debo ser conocida en las filas nazis también por haber matado a ese francotirador alemán tan importante.

Viernes, 14 de junio de 1942

Me parece que me he convertido en un objetivo militar, lo que significa que lo más probable sea que me retiren de la primera línea de guerra lo cual me entristece. No es para menos, ya que después de menos de dos años en activo he logrado abatir a 309 enemigos , entre ellos 36 francotiradores. Mi país me considera oficialmente una heroína y el ayudar a mi país es de lo que más orgullosa estoy.

Me despido con esta fotografía mía luciendo la condecoración de la Estrella Dorada que me acredita como Héroe de la Unión Soviética.

Liudmila.

27 de septiembre de 1945

Querido diario,
después de tantos años sin escribir en el diario, tengo que contar muchas cosas.
Lo último que escribí fue que probablemente iban a retirarme de la primera línea de la guerra y mis intuiciones resultaron ser correctas, pues me enviaron a trabajar en la propaganda porque pensaron que si me herían, las tropas y muchos ciudadanos iban a perder la moral por lo que formé parte de una delegación rusa en la que viajé por Estados Unidos y Canadá para presionar a ambos gobiernos y conseguir su apoyo para que atacaran a las fuerzas alemanas, abriendo así un segundo frente en Europa.

De este modo, mis dos acompañantes –el secretario de la Juventud Comunista y el francotirador Vladimir Pchelintsev– y yo, nos convertimos en los primeros ciudadanos soviéticos en ser recibidos por el presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, en la Casa Blanca. Allí entablé amistad con la primera dama que me convenció para dar charlas para dar a conocer mis experiencias como mujer en la guerra. Aunque no fue nada fácil ya que apenas hablo inglés, fui capaz de dar discursos frente a grandes audiencias que a menudo acaban vitoreados por el público. Sin embargo, poco acostumbrados a ver una mujer en uniforme y con una gran experiencia en combate, durante las ruedas de prensa los periodistas me hacían preguntas y comentarios sobre mi vestuario, el maquillaje y otras cuestiones sin relación alguna con mis aptitudes en la guerra.

Eso es algo que muchas mujeres del ejército aguantan cada día desde que se nos permitió formar parte del ejército, el hecho de subestimarnos de manera que nuestras habilidades valgan poco frente si somos bonitas o no. A pesar de que eso me hacía enfadarme a niveles desbordantes , siempre respondí a todos los comentarios con educación demostrando mi valía y logrando volver al tema principal.
La gira causó una fuerte impresión en la opinión pública americana, pero no fue suficiente para convencer a las administraciones de la necesidad de implicarse más en el conflicto. Todavía habrían de pasar dos años hasta el despliegue de la Operación Overlord, el Desembarco de Normandía que sucedió en junio de 1944.

Después de esta operación, volví de vuelta a Ucrania donde fui condecorada de nuevo como Heroína de la Unión Soviética, lo que hizo a mi madre más orgullosa de lo que la había visto jamás y eso es algo que no voy a olvidar jamás.
A pesar de que nunca regresé al frente, seguí formando a cientos de futuros francotiradores hasta el final de la guerra por lo que en este tiempo he seguido estando vinculada con el ejército y lo voy a seguir estando ya que acabo de terminar mi carrera universitaria y ahora voy a poder dedicarme a los diversos trabajos que la armada y el ejército me siguen mandando.

Una de las muchas razones por las que no volveré al frente es porque me han diagnosticado algo llamado estrés postraumático que se deriva como consecuencia por haber participada en un