Mozart

Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart. Este es el nombre que me pusieron cuando nací un 27 de enero de 1756 en la ciudad Austriaca de Salzburgo. Mi nombre significa "Amado de Dios" pero todos me llaman "Wolfie".
Os voy a presentar a mi familia: mi padre se llama Leopold y mi madre Anna María, también tengo una hermana cinco años mayor llamada Nannerl (Maria Anna).
Mi padre es un violinista y compositor de la corte de Salzburgo (Austria).

Vivía en una pequeña casa, aunque no éramos muy ricos fui muy feliz y afortunado.
Recibí mi primera lección de piano a los 4 años de edad, mi profesor fue mi padre que tocaba el violín y el piano además de dirigir un coro y ser compositor.

Solo tenía 5 años cuando escribí mi primera pieza de piano, un Minueto, danza elegante y majestuosa muy de moda en mi época.
Yo tocaba un montón de notas que venían a mi cabeza. Luego escribía aquellas notas en hojas llenas de pentagramas que me preparaba mi madre. Al principio me ayudaba a escribir mi padre, pero enseguida lo hice yo solo.

Para mí la música era como un juego y mis padres no tenían que obligarme a estudiar; yo esperaba ansioso a que mi hermana Nannerl acabase para tocar yo.
También tocaba con ella dúos que nos componía mi padre. Con la música yo expresaba lo que sentía, si estaba muy contento, mi música sonaba Allegro y si estaba un poco triste mi música sonaba Andante.

A los 6 años, mis padres nos llevan de gira a mi hermana y a mí, por Alemania, Países Bajos , Francia e Inglaterra. La gira duró dos años y los viajes eran muy largos y un poco complicados. Viajábamos cargados con los instrumentos en coches de caballos y dormíamos en posadas. Alguna vez se nos rompió la rueda, menos mal que nos ayudaron a reponerla.

Dábamos conciertos para los nobles en sus palacios, incluso para la emperatriz MªTeresa de Austria en su palacio de Viena.
En esos conciertos demostraba ser un genio tocando el clavicémbalo. También aprendí violín y viola, así podía tocar junto a mi hermana, que también lo hacía muy bien. Yo me divertía mucho, me encantaba hablar al revés y jugar con acertijos y con las matemáticas, que se me daban muy bien. En los conciertos sorprendía a todos con improvisaciones o incluso tocando piezas difíciles con los ojos tapados.

A los ocho años escribí mi primera sinfonía y a los doce mi primera ópera "Bastián y Bastiana". A la edad de once años ya había tocado para las personas más famosas de Europa. Era capaz de memorizar cualquier música que escuchaba y luego la reproducía con mi piano, añadiendo variaciones. Así que a los 16 fui nombrado maestro de conciertos en Salzburgo, mi ciudad natal.

De nuevo realicé otras giras para recorrer Italia, donde pude dar conciertos en Venecia, Milán, Bolonia, Florencia, Nápoles y Roma. Dejé boquiabiertos a todos los italianos que me escuchaban. Llegaron a pensar que tenía superpoderes .

También fui a París, aunque este viaje fue un desastre. Allí murió mi madre y mi vida se hizo más difícil. Dejé de ser tan divertido, ya no jugaba con la música porque tenía que componer muchas piezas para poder ganar dinero.
También en esa época me enamoré de una cantante soprano, Aloysia, pero esta rechazó mi propuesta de matrimonio.

Ya en Salzburgo, comencé a trabajar al servicio del arzobispo como organista de la catedral y componiendo especialmente música sacra. Pero las relaciones con el arzobispo no fueron buenas, no me permitía estrenar mis obras en otros lugares.

Tras discutir con el arzobispo, dejé ese trabajo y decidí ir a Viena, que en ese momento era la capital musical más importante de Europa. Me hospedé en la casa de la familia Weber, los padres de Aloysia. Conocí a su hermana Constance Weber, me enamoré de ella y me casé en 1782.

Me quedé a vivir en Viena, donde daba clases particulares y componía mis obras musicales. Allí llevé una vida feliz, tuve varios hijos, pero solo sobrevivieron dos. Pude llevar una vida lujosa, viajando y estrenando óperas y conseguiendo algo muy importante: ser un músico libre, algo poco usual en aquella época.

Karl Thomas y Franz Xaver

En 1787 realicé varios viajes a Praga para estrenar algunas de mis óperas que tuvieron un gran éxito. Pero poco a poco las cosas cambiaron y el público de Viena dejó de apreciar mi música. Me encontraba agotado y empecé a tener problemas de dinero y de salud.

Tras el estreno de mi ópera "La Flauta Mágica" recibí un encargo misterioso de alguien desconocido para que compusiera un Réquiem (música para funeral). Mientras trabajaba en esta composición me puse enfermo y el 5 de diciembre de 1791, cuando la estaba terminando, llegó mi propia muerte. Tenía solamente 35 años.
A mi entierro, en medio de una gran tormenta, no asistió nadie. Al carruaje que me llevaba, únicamente le seguía un perro.