El planeta del fuego. Un cuento para mayores y pequeños para aprender sobre la prevención de la violencia, y la Paz como aquello que es necesario construir cada día.

El planeta del fuego (CAS)

No a la guerra! No a las guerras! Éste es un cuento que surgió el verano de 2004 en Arbúcies, un pueblo caalán, con el paso de la Marcha por la Cultura de la Paz. En este pueblo el árbol de la Libertad está en medio de la plaza, y allí, debajo del árbol, se reunió mucha gente, una gran parte de la cual era niños de todas partes, que no estaban quietos. Como en cada pueblo tenía que explicar algo sobre esa Marcha, inventé y conté ese cuento. En Reus, por donde también había pasado la Marcha, les interesó el cuento y el Ayuntamiento lo publicó. ¡No a la guerra! ¡No a las guerras! era también el título de la presentación de la primera edición, título desgraciadamente actual, ahora, ¡el 2022!. En este dramático momento en el que hemos tomado conciencia de que la treintena de guerras en el mundo, como la de Ucrania, provocan sufrimientos atroces y evitables en millones de personas, un amigo ha querido rescatar y distribuir este cuento para recordarnos a pequeños y mayores , que los habitantes del planeta azul o nos organizamos para detener las guerras o éstas nos harán desaparecer como especie. Si quieres agradecer el obsequio de este cuento puedes contribuir a fortalecer iniciativas de fuerzas de paz, resistencia y defensa civiles noviolentas. Encontrarás cómo hacerlo en:

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También verás las organizaciones que están contribuyendo a la distribución del cuento y cómo solicitar más ejemplares. 

MARTÍ OLIVELLA I SOLÉ Catalunya, abril de 2022

Y así es como nació lo que llamaron “los bomberos”. El primer trabajo que tuvieron fue el de pensar. Y tuvieron que pensar mucho para encontrar algo que apagara el fuego muy rápido. ¡Hacían pruebas y más pruebas hasta que se dieron cuenta de que, como un milagro, el agua apagaba el fuego! Entonces, cuando empezaba a salir humo de algún sitio, se reunía todo el mundo con cubos, mangueras y escaleras para verter agua y más agua... así de fácil. Ya no hacían como antes que si tú metías fuego en mi casa, yo lo metía en tu casa, y todos salíamos quemados. Ahora, la fiesta del fuego era apagarlo entre todos y con los bomberos. ¡Qué progreso! ¡Qué descanso!

Pero pasaban los años y todavía había incendios, por descuidos, por mala suerte…

Algún día los habitantes del Planeta Azul sabremos prevenir y extinguir el fuego de la violencia.

El planeta del fuego

Para ello, hace tiempo que se están formando unas personas que hacen de pacificadoras noviolentas, expertas en prevenir y apagar las llamas de la violencia. Trabajan con la PREVENCIÓN, ¿os suena? En todo el mundo se preparan unos “bomberos noviolentos” para poder ir donde hay conflictos y ayudar a la gente a evitar que empiecen las llamas de la violencia o a detenerlas, si es que ya han comenzado. Incluso pueden parar la guerra y empezar a construir la paz.

imatge d'un planeta blau i la silueta d'un arbre

image d'habitants del poble amb màscares de fum, corrent per un bosc en flames

Aquesta versió en format llibre virtual ha estat creada per

imatge del logo de Sistema thead: una papallona blava turquesa i la frase Alfabetització digital per canviar el món

Imatge d´un habitant del poble amb mascara de fum i pancartes en protesta contra el foc

imatge de tres habitants del poble vestits de bombers, amb un vestit vermell i màscares de fum

imatge d'habitants del poble amb màscares de fum al mig d'un incendi

A la imatge s'observa un cel blau amb la lluna i les estrelles. Un nen de cara trist i pensatiu recolza el seu cap sobre els braços plegats. Sembla observar petites imatges de persones barallant-se entre si

Pero ocurrió que, con esta piromanía general, se fueron quedando sin bosques, sin casas, sin pueblos. Todo estaba calcinado y lleno de ceniza. La vida inteligente en ese planeta era imposible.

Menos mal que un día por la mañana Cendrolina, muy alegre y vivaracha, despertó a todo el mundo con un pregón que decía: - Buenos días a todos, amigos Pirícolas. Como pueden ver, no podemos continuar así. Nuestra pasión por el fuego nos ha llevado a una gran catástrofe, pero tenemos que salir adelante. Deberíamos inventar algo para que con los incendios no nos quedemos sin sitio donde vivir ni sin bosques. De momento os propongo que volvamos a empezar, que volvamos a levantar las casas y a plantar árboles y más árboles. Todo el mundo estuvo de acuerdo, Cendrolina tenía razón, ¡eran vida inteligente en medio del universo! Cuando tuvieron los pueblos y los bosques rehechos, acordaron que si alguien prendía fuego en una casa, el castigo que recibiría sería que le quemarían su propia casa, sólo. ¡Qué descanso!

Mucha gente todavía cree que debemos resolver los problemas a bofetadas y no han descubierto que podríamos hacer de “bomberos” y apaciguar la violencia. Quizás ya es hora de que nos pongamos en la cabeza que somos vida inteligente en medio del universo y que, tal y como hicieron Cendrolina, Pirineos o Blanca Fumata, debemos tratar de evitar que el Planeta Azul se estropee más.

Nosotros también vivimos en un planeta que desde el universo se ve de color, azul. En el Planeta Azul el fuego ya lo sabemos controlar, las casas se encienden muy pocas veces y cuando hay un incendio pronto lo apagamos. Sin embargo, en los bosques todavía se prende fuego demasiado a menudo y debemos tener más cuidado para evitarlo... Pero en el Planeta Azul tenemos otro problema que no hemos sabido resolver tan bien como el del fuego. Es un problema tan grave que el universo entero nos llama el Planeta de la Guerra.

Éste es un cuento que surgió el verano de 2004 en Arbúcies, un pueblo catalán, con motivo de la Marcha por la Cultura de la Paz. En este pueblo tienen el árbol de la Libertad en medio de la plaza, y allí, debajo del árbol, se reunió mucha gente, una gran parte de la cual era niños de todas partes, que no paraban quietos. Como en cada pueblo tenía que explicar algo sobre esa Marcha, inventé y conté ese cuento. En este dramático momento en el que hemos tomado conciencia de que la treintena de guerras en el mundo, como la de Ucrania, provocan sufrimientos atroces y evitables en millones de personas, un amigo ha querido rescatar y distribuir este cuento para recordarnos a pequeños y mayores, que los habitantes del Planeta azul o nos organizamos para detener las guerras o éstas nos harán desaparecer como especie. Si quieres agradecer el obsequio de este cuento puedes contribuir a fortalecer iniciativas de fuerzas de paz, resistencia y defensa civiles noviolentas. Encontrarás cómo hacerlo en:

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Imatge d'una família del poble feliç, el pare somrient amb un extintor d'incendis a la mà esquerra, la mare somrient amb un beu als braços i un nen amb les mans a la cintura somrient

Sus habitantes sentían una fascinación tan grande por el fuego, que cuando había algún incendio en alguna casa o en algún bosque, la gente acudía a contemplarlo y a hacer todo lo que podían para que nunca se apagara y durara todo lo que fuera posible. Todo lo que encontraban lo echaban al fuego como si fuera una gran hoguera de San Juan: ¡venga fuego y venga leña al fuego! He aquí porque nuestro planeta desde el universo se veía siempre al rojo vivo.

imatge d'habitants del poble amb màscares de fum saltant

A la imatge s'observa un planeta de color blau

A la gente de este planeta les costó mucho tiempo y esfuerzos dominar el fuego. Pasaron de la fascinación por el fuego, que todo lo quemaba, a la venganza del fuego, que a la larga también todo lo quemaba, hasta que llegaron a controlarlo y prevenirlo. Pero les valió la pena porque si algún día viajas por el Universo verás que a pesar de todo, ese planeta aún conserva un tono rojizo como de brasas encendidas, que nos da una gran lección.

Érase una vez hace mucho tiempo, unos científicos astrónomos de aquellos que se pasan el día observando las estrellas y los planetas, que nosotros sólo vemos de noche, descubrieron un planeta muy extraño, al rojo vivo como el fuego. No era raro por la forma, porque tenía forma de planeta. No era raro por su órbita en el espacio, porque tenía una órbita como todos los planetas. No era raro tampoco por su atmósfera que había permitido el desarrollo de vida inteligente, como en otros planetas. Lo que de verdad lo hacía extraño era la gente que vivía allí y sus costumbres. Unas costumbres tan extrañas que provocaban que desde cualquier punto del universo, se viera el Planeta del Fuego, éste era su nombre.

imatge d'un incendi a casa del poble. Els ocells volant porten màscares de fum per protegir-se

Esta vez fue el Pirineos quién escribió una carta en el diario: “Queridos Pirícolas, En mi opinión, creo que no vamos bien. Habría que buscar otra forma de tratar el fuego. Mi propuesta es que algunos de nosotros tengamos el trabajo de apagar los incendios y estudiar la mejor forma de hacerlo para que se queme el mínimo planeta posible.” -Sí, sí, ¡muy bien! -Yo me apunto -¡Yo también! Decía la gente, después de leer el periódico.

Imatge d´un home i un nen amb les mans a prop de les orelles i amb cara d´angoixa

En el Planeta de la Guerra hacemos con las guerras y con la violencia lo mismo que aquella gente hacía con el fuego, ¿recordáis?. Nos hemos acostumbrado a que si alguien nos pega, nosotros le pegamos más fuerte. Nos domina la pasión por la violencia, la atracción por la guerra y hacemos películas, juegos de ordenador y conflictos mal solucionados.

Hasta que un día Blanca Fumata envió un correo electrónico que decía así: “Si eres de los que piensa que no basta con saber apagar el fuego, sino que lo mejor es evitarlo, apúntate a PREVENCIÓN, el grupo de personas que estudia qué podemos hacer para que no haya incendios. Pasa ese correo a tus amigos”. PREVENCIÓN hizo mucho trabajo: vieron que había que vigilar cómo se lanzaban las cerillas, las colillas, los petardos, cómo se hacía carne a la brasa en el bosque o cualquier fogata. Inventaron los extintores, que era la herramienta que más rápidamente podía apagar un fuego pequeñito... Y entre todos, consiguieron hacer desaparecer las llamas.

Pero pasaron los años y lo que parecía haber sido una gran solución, no había evitado que volvieran a vivir entre las cenizas, porque hoy por mí y mañana por ti, cada día había llamas en un sitio u otro.

Imatge d'un paisatge: un camp i al fons diversos arbres. un esquirol puja pel tronc d'un arbre i un altre corre per una de les branques. Una mare ocell amb el fill.

A la imatge s'observa un cel blau amb núvols blancs i la imatge d'un home i una dona amb armes a les mans en actitud de lluita

La Marcha por la cultura de paz la organizaba las Fuerzas de Paz NoViolentas (www.nonviolentpeaceforce.org) que, dieciocho años después, siguen actuando en todo el mundo con la misión de proteger a los civiles en conflictos violentos mediante estrategias desarmadas, construir la paz codo con codo con las comunidades locales y defender la adopción más amplia de estos enfoques para salvaguardar la vida humana y la dignidad. Fuerzas de Paz NoViolentas contribuye a una cultura de paz mundial en la que los conflictos dentro y entre comunidades y países se gestionen con medios noviolentos. Estamos muy lejos de poder conseguir esta misión en todos los conflictos violentos, porque la mayoría de estados y de la ciudadanía siguen creyendo que las armas y los ejércitos son el único medio para defenderse legítimamente de agresiones o para defender sus ideales, intereses, estilos de vida... Y por eso, mucha gente sigue pagando impuestos en nombre de la paz para fortalecer la “defensa y seguridad militar violenta”, sin dedicar recursos a construir sistemas de “defensa y seguridad civil noviolenta”. De hecho, para estos nuevos sistemas se necesitarían muchos menos recursos que los dedicados a la defensa militar, provocarían menos daños y ofrecerían una seguridad humana más efectiva No puede ser que ante una guerra más, por falta de haber organizado una alternativa civil de defensa noviolenta, la población sólo pueda elegir entre apoyar la guerra (con más armas, más soldados, más destrucción, más muertes, más presupuestos) o decir no a la guerra (con más manifestaciones antimilitaristas y por el desarme, más llamadas al diálogo, más análisis sobre las causas de la guerra...). En los últimos cien años existen suficientes experiencias, estudios y propuestas en todo el mundo para poner las bases de un sistema civil de defensa noviolenta como alternativa a un sistema militar de defensa violenta. Si obtenemos la aportación y la implicación ciudadana necesarias, queremos plantear cómo podría ser un sistema civil de defensa noviolenta catalana, tanto en la fase actual, como en el caso de convertirse en un estado independiente.

<a href="http://www.lluitanoviolenta.cat/projecte-defensa-noviolenta">www.lluitanoviolenta.cat/projecte-defensa-noviolenta</a>

El planeta del foc  martí olivella solé  ilustracions Marc serra sardá.  diseny Josep Basora

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