"Los sueños son la virtud más hermosa que Dios nos ha dado, nacen del alma y se sienten con el corazón" 

Las estrellas también sueñan: Literatura Latinoamericana

Jimena había llegado primero ese día, y tenía armado un picnic para compartir con Eugenio. Estaba sentada sobre el pasto fresco y verdoso.

- ¡Hola! -saludó Eugenio-. - Hola, pensaba que no ibas a venir - exclamó Jimena abrazándolo-. - Lo siento, tardé bastante en llegar, pero te dije que vendría, y aquí estoy. - Tranquilo, no pasa nada, ¿Quieres comer algo? - Claro. - ¿Te gusta estar solo?, Lo digo porque siempre te he visto solitario. - No es que me guste, tan solo no confió en nadie. - ¿Entonces no confías en mí? -preguntó Jimena-. - No, no quise decir eso, tu eres digna de mi confianza, siempre lo has sido. - Bueno eso es alentador -dijo ella sonriendo-. Sabes algo a veces me siento perdida, y sin saber por donde seguir, pero Dios nunca me abandona, y me guía con las estrellas. - Si, es cierto, Dios nunca desamparaba a nadie porque nos ama a todos-respondió él -,pero ¿Por qué te gustan las estrellas?, ¿Por qué hablas tanto de ellas?

No podían estar el uno sin el otro, se amaban con locura, sin importar las circunstancias. Un día en la puerta de la casa de Eugenio apareció una carta, en la cual se especificaba que debía prestar servicio militar obligatorio, Jimena no lo tomó muy bien, pero decidió esperarlo, sin dejar de amarlo ni un solo momento, aunque él se encontrara lejos nunca dejaría de enviarle y escribirle poemas a Jimena:

Martes 13 de febrero de 1745 Quisiera estar contigo, imagino el momento en que pueda estar junto a ti, pero recuerda que el sol brilla, en medio de la tristeza.

Detrás del sol Bajo una brisa ligera, bajo la ceguera incesante, bajo el picotear de aves cantoras Se encuentra la luz más brillante

Más única, más relampagueante ¿Qué ?¿qué podrías hallar? ¿El viejo paraíso, La tierra prometida, El más grande sacrificio? Nadie lo sabe, nadie lo ve, Nadie lo encuentra, ¿Acaso soy la luz? La llama creadora, Lo que da calor y ausenta la oscuridad, Los rayos proyectados sobre la tierra triste, La noche fría y oscura Detrás del sol.

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Para todas aquellas personas que sueñan con el alma y el corazón.

La noche había recorrido el cielo, la luna se mantenía brillante e iluminaba el verde campo en el que estaba recostado Eugenio, él pensaba sobre un futuro de ensueño e imaginaba fantasías dentro de las estrellas que resplandecían en el cielo. Su vida estaba llena de soledad, nada era suficiente, nada era completo. No tenía amigos, ni siquiera en su colegio, pues todos se burlaban de él y le gritaban "nerd" debido a su gran inteligencia, no confiaba en nadie excepto en Jimena, aquella muchacha rubia con ojos azules como el mar, piel blanca y una sonrisa de primavera. No podía evitar verla, pero pensaba que sus latidos jamás iban a estar sincronizados con los de ella. Y de nuevo la tristeza le ganaba la batalla, cubriendo su rostro y sus ojos, de una sublime melancolía.

Autora: Dainny Valentina Manios Maje Nació en Pitalito (Huila) el 26 de noviembre del 2006, es una persona amante de los poemas y libros de autoayuda, lo que ha hecho que escribiera en el año 2020 una parte de su primer libro, y en el año 2022 su segundo libro titulado " Sombras poéticas", más allá de un verso". Un libro que cautivo a los lectores no solo por sus dibujos sino también por sus poemas.

"La mejor manera de recordar lo vivido, es haberlo escrito en el alma"

"Vence los temores, no los alimentes"

aunque la pida no la tendrá porque es única y especial Llamada la encantada y la mágica, su valor es gigante y sus afectos No se piden o se compran en subastas, Sencillamente, se ganan.

Jueves 20 de octubre de 1745 He aprendido a disparar, las armas son un poco pesadas y dan miedo, pero al recordarte a ti, todo temor se va. Para la rosa de mi amor, la que perfuma mi corazón con sus caricias.

Esa flor soy yo He encontrado la más bella de las flores Hallada en el glamuroso jardín Llena de colores, formas y olores Que jamás nadie puede pedir,

Ella era su compañera de curso, cada vez que esta se le acercaba, sentía la necesidad de hablarle, pero su lengua se lo impedía. Después de salir de clases se dirigía al campo que era su único consuelo, y es allí donde justamente conocería a su amor verdadero. Una tarde, cuando el crepúsculo cubría el cielo, Eugenio se encontraba sentado en el verde prado, y escuchó unos ruidos extraños, observó cuidadosamente pero no había nada. - ¡Hola! - exclamó alguien-. Era Jimena, al verla Eugenio quedó sorprendido, sin poder pronunciar palabra alguna. - ¿Oye, te sientes bien? -preguntó ella-. - Si, si- asintió Eugenio-. - Es un lugar muy bello - dijo sentándose junto a él-. El atardecer lo hace hermoso, pero no tanto como las estrellas, ellas tienen vida y corazón - suspiro la muchacha-.

Sábado 26 de noviembre de 1745 Dentro de tres días estaré contigo, ya ha pasado un año desde entonces, espero que aún me sigas amando, estoy ansioso por verte. Para los ojos de mi amor:

La mirada robada Tu mirada he robado Mil y mil veces Pero no te habías dado cuenta De que querías tenerme Cuando yo te vi, Cuando tu me miraste Nuestro amor surgió De la música incesante Bailamos sobre el compás De aquella música Y todo lo que recordarás Será únicamente a mí.

- Porque las estrellas también sueñan- respondió ella, mirando el cielo-. - ¿Qué? -Preguntó Eugenio-. - Si, sueñan, y si tú me dejas te lo puedo demostrar -dijo Jimena- .Eugenio la miró sonriendo. - Entonces hazlo -dijo él desafiantemente-. Cada tarde se encontraban en el campo y se quedaban observando el cielo, al igual que corrían por él, jugueteando como un par de enamorados. Un día cuando estaban sentados en el campo, observando el cielo, Eugenio decidió declarar sus sentimientos. - Jimena, tengo que decirte algo. - Si claro, dime -exclamó ella-. - Yo....-dijo con nervios-. - ¿Tú qué?

- Yo te amo -exclamó él besándola-. - Yo también -dijo Jimena-.

LAS ESTRELLAS TAMBIÉN SUEÑAN

Tenía una madre Había pedido tener una madre Quizás alguna vez la tuvo, Pero no fue suficiente, Pues por culpa de su padre ella jamás volvió. No aguantaba los golpes Y los reclamos, Por cosas que nunca existieron Tuvo que separarse de su hijo. Él creció pero ya no era feliz, Antes si lo era, Su madre ya no volvió a ver Pero él que más quisiera, La playa estaba sola y triste, La tormenta se había Apoderado de ella, Los rayos caían Y de ella yacía los Recuerdos de Billy Mayfield.

No me lastimarás, no me amarás ¡Basta! las lágrimas ya se han derramado El corazón duele y yace en el olvido Los sutíles recuerdos ya son ojos perdidos Y ya no tienen perdón alguno, Las desdichas ahora son solo menosprecio De tus labios fugitivos Un despido ya no es pedido, El viento nunca se llevará la tristeza Solo acogerá las palabras de una promesa Un anhelo perdido, una traición perversa ¿Cómo te has atrevido? Vete, ya no regreses, deja que la tormenta Te lleve a tu destino Tus palabras son ahora sueños rompidos El cielo lo sabe, Dios lo sabe Aún por sigiloso que hayas sido.

- Es cierto, son maravillosas- dijo Eugenio. Pero no puedes estar aquí-exclamó levantándose-. -Por qué no? - Si te ven conmigo se burlarán de ti, y no quiero que te lastimen por mi culpa. - No me importa los demás, son personas de mentes pequeñas, no saben como eres tú. - Tú tampoco lo sabes -dijo Eugenio alterado-. - Es cierto, yo no lo sé, pero siento saberlo. - Es mejor que me vaya -Eugenio le dio la espalda a Jimena y comenzó a caminar hacia su casa-. - Tan solo, déjame conocerte, -gritó ella-. - Entonces ven mañana -dijo él sonriendo-. Ambos retornaron a sus hogares, esperando con ansiedad el siguiente encuentro.

Llego el día del encuentro, ambos fueron al campo y después de encontrarse de nuevo se abrazaron y de allí surgió un beso de pasión y amor. En ese momento las estrellas comenzaron a brillar aún más, bailaban alrededor de ellos, y cantaban melodías frágiles pero que definían sus sentimientos más profundos. -Lo ves Eugenio, las estrellas también sueñan porque de igual manera aman - dijo Jimena suavemente-. - Si, lo entendí, el amor es el sueño de una estrella. Ambos resplandecían mientras los ángeles los levantaban sobre el cielo, su amor era grande como un sueño , pues el hombre sufre más por imaginar poco, que por imaginar tanto, porque las estrellas también sueñan.

"Cuando la vida se torna insignificante parece que el amor desapareciera, pero solo el pájaro cantor lo renueva"