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leyenda del girasol

by Aniela Jasinski

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La leyenda del girasol
Sala Amarilla
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Pirayú y Mandió eran caciques de distintas tribus ribereñas : vivían a ambos lados del río Paraná.
Sus pueblos intercambiaban productos de artesanías, compartían pacíficamente los predios para caza y pesca y celebraban sus festividades en común
Cierta vez Mandió sugirió a Pirayú que unieran sus tribus por medio del matrimonio :
– “Dame tu hija, Pirayú, y nuestros pueblos se unirán para siempre”, expresó.
Pirayú, meneó gravemente la cabeza :
“Me temo que es imposible, Mandió. Mi hija  Caranda  no consiente en casarse con nadie, pues ha ofrecido su vida al dios Sol. Desde pequeña, suele quedarse horas contemplándolo, y parece que no puede vivir sin él, pues los días nublados la ponen triste y meditabunda. No puedo casarla contigo”.
Los ojos de Mandió brillaron con ira :
– “¡Te equivocas, Pirayú, si piensas que olvidaré este desprecio !.
Y el soberbio cacique se retiró intempestivamente de la tienda de Pirayú, dejando a éste sumido en hondas meditaciones. Sabía que su pueblo corría un grave peligro, pues Mandió jamás olvidaba un agravio.
Pasaron varias lunas sin que nada aconteciera. Por fin, una tarde en que Caranda se había alejado con su flexible canoa para contemplar libremente la caída del Sol sobre el río, vio resplandores de fuego sobre su aldea. Llena de feos presentimientos, remó rápidamente hacia la orilla y procuró desembarcar. Pero unos brazos de acero la apresaron y trabaron sus movimientos, mientras la voz de Mandió resonaba en sus oídos :
Y su risa cruel avivó la angustia de la doncella que, mientras procuraba infructuosamente liberarse de su captor, rezaba en muda oración a su dios :
– “¡Oh, Guarahjí (Sol), no permitas que Mandió lleve a cabo su malvado intento!”
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