La chica de la pasarela

La chica de la pasarela.

La vida secreta de los cuadros.

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Hace mucho tiempo, en una ciudad de Suecia, vivía una familia muy rica.

La familia estaba compuesta por un padre millonario, una madre modelo y 3 hijos que aspiraban a aparecer en las revistas, hacer anuncios de publicidad, ser entrevistados, en resumen, llegar lo más alto posible.

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Vivían en una casa con un enorme jardín y tenían un perro muy bonito. Después de unos meses, la hija mayor consiguió patrocinar una marca. Mientras tanto, el hijo menor hacía desfiles de ropa para niños.

La otra hija, Paula, tenía 15 años, era alta, tenía el pelo rubio y ojos verdes. Lo que no le gustaba de ella eran sus piernas.

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Ella se esforzaba para salir en una revista famosa, pero de momento no obtenía los resultados esperados, a pesar de haber hecho muchas pruebas.

Sentía miedo de no ser lo bastante buena, así que comenzó a seguir una dieta muy estricta y a hacer mucho ejercicio.

La situación empezó a empeorar y terminó con la locura...
Paula seguía con una dieta muy estricta para mantener un físico perfecto.

Un día recibió una carta de una revista. Le decían que si tenía un peso de 55 kilos, podría ser seleccionada como modelo. Todavía pesaba 60 kilos, así que endureció la dieta porque si conseguía trabajar en esa revista, sería la mejor de Europa.

El desfile que organizaba la revista era en uno de los puentes de París y ella se acercó hasta allí. Toda su familia fue a verla para saber si la seleccionaban. Hizo las pruebas delante de miles de personas y cuál fue su sorpresa cuando le dijeron que la habían seleccionado.
Les preguntó cuánto le iban a pagar y la revista le dijo que se lo decían después del desfile y cuando estaba desfilando, un chico se acercó y la empujó al agua. Todos intentaron salvarla para que no se ahogase. En el mismo instante en que su padre se lanzó al río, llegó la policía.

La situación era complicada porque nadie podía entender lo que pasaba… Era una mezcla de pánico, gritos, música, sirenas de policía… Los instantes en el agua parecieron eternos para el padre que intentaba salvar a su hija. Cuando por fin pudo sacar a su hija del agua, ella no respiraba y tampoco daba señales de vida. El padre estaba desesperado. El agua de la piscina se mezcló con sus lágrimas y no le quedaba más que gritar de la impotencia.

Cuando por fin llegaron los médicos ya habían pasado unos minutos. Todos estaban en shock por lo que había pasado. Reinaba silencio y solo algunos susurros pasaban entre las personas. A unos 20 metros de la piscina estaba aquel chico. No se sabe qué pasaba por su cabeza, tampoco se puede decir lo que sentía en aquel entonces… Estaba allí con los brazos cruzados y con gafas puestas mirando a la escena, totalmente apático.

Paula iba a ser transportada casi sin vida al hospital, acompañada de su madre. No se sabía si conseguiría sobrevivir.
El padre de Paula se dirigió al chico, que estaba serenamente contemplando todos los movimientos y le preguntó:
- ¿Por qué has hecho todo esto a mi niña?
- Lo hice porque me ha quitado mi lugar - contestó el chico.
- ¿De qué hablas? - le gritaba el padre sin enterarse de nada.
- Lo hice porque Paula ha pasado en la audición y yo no.
- Pero eso no significa que puedas hacerle daño.
- Tenía muchas ganas de conseguir este trabajo porque es realmente mi sueño desde que mis padres se han muerto cuando yo tenía 7 años. Así conseguía empezar una vida mejor y dejar de vivir en orfanatos.

A pesar de la situación y del difícil momento que atravesaba, el padre de Paula se ofreció para acogerlo junto a su familia y ayudarlo a seguir con su vida.
Alguien llamó al padre. Eran noticias del hospital...
Le dijeron que Paula estaba bien y no corría peligro de vida, pero seguía inconsciente. Ni el padre ni la madre pudieron dormir cerca de Paula. Al día siguiente, Paula se despertó. Se sentía muy cansada y su discurso no era muy coherente. Durante algunos días, dormía y se despertaba, pero muy poco tiempo. Los padres estaban muy desanimados. Vinieron sus hermanos que estaban en Italia. Todos estaban muy preocupados. Nadie sabía cuáles serían las consecuencias de aquel accidente.
Unos días más tarde, Paula se sentó, se sentía bien, pero desanimada. Pensó que ya no podía ser modelo.