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TORMENTASy
ARCOIRIS
en la Biblia
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INSTRUCCIONES PARA LEER EL LIBRO
Este libro no debe leerse de un tirón, sino, buscar en el índice, aquel tema que te interesa.
Antes de empezar, te invito a que busques un lugar tranquilo, a solas, y comiences cerrando los ojos cinco minutos, escuchando la melodía que tienes insertada en la página y controlando, lentamente tu respiración.
Antes de empezar, te invito a que busques un lugar tranquilo, a solas, y comiences cerrando los ojos cinco minutos, escuchando la melodía que tienes insertada en la página y controlando, lentamente tu respiración.
Este trabajo está dedicado a varios alumnos y alumnas que en estos años, en plena adolescencia, han descubierto que significan las tormentas de sus cabezas y las mareas del corazón.
A todos ellos, con cariño.
A todos ellos, con cariño.
ÍNDICE
- Capítulo I: "La ansiedad" --------------------------4
- Capítulo II: "La depresión"------------------------16
- Capítulo III: "Trastornos alimenticios"---------50
- Capítulo IV: "La soledad"--------------------------72
- Capítulo V: "El rechazo"--------------------------108
- Capítulo VI: "El miedo"---------------------------126
1
PRÓLOGO
En el verano del 2020, y saliendo del confinamiento provocado por la pandemia, una madre con sus dos hijos pequeños tuvo un accidente de tráfico.
La hija pequeña estuvo ingresada en la UCI durante ocho días y debido a las restricciones de aquel momento, solamente pudo estar acompañada del padre, en un hospital, a dos horas de distancia de donde se recuperaba la madre y el otro hijo. Fueron momentos muy duros para los cuatro miembros de la familia, pero, en especial, para la madre, que no se quitaba el sentimiento de culpa. Las secuelas físicas
desaparecieron con los meses, pero el dolor psicológico de la misma no curaba.
Durante un tiempo, estuvo con tratamiento por ansiedad y depresión.
La hija pequeña estuvo ingresada en la UCI durante ocho días y debido a las restricciones de aquel momento, solamente pudo estar acompañada del padre, en un hospital, a dos horas de distancia de donde se recuperaba la madre y el otro hijo. Fueron momentos muy duros para los cuatro miembros de la familia, pero, en especial, para la madre, que no se quitaba el sentimiento de culpa. Las secuelas físicas
desaparecieron con los meses, pero el dolor psicológico de la misma no curaba.
Durante un tiempo, estuvo con tratamiento por ansiedad y depresión.
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Aparentemente, la madre, siguió su vida, su trabajo y sus obligaciones diarias, pero en su rostro tenía una sonrisa especial. La primera revisión que tuvo con el
psiquiatra para controlar la medicación que le había sido recetada desde el mismo día del accidente, tras mantener una conversación entre ambos, y de una
manera mucho más personal, éste le preguntó:
- Con todo lo que ha pasado… eres muy consciente de lo que te sucede, pero tienes una actitud, un humor y una resiliencia, sorprendente. ¿Qué es lo que haces para estar así?
A lo que la paciente contestó:
- La Fe. Vi cómo mi hija entró en la UCI, y en ningún
momento perdí la esperanza de que Dios estaba con nosotros, acompañándonos a los cuatro en el dolor.
- ¿Eres creyente?
- Si, mucho, y me ayuda leer un ratito la Biblia todos
los días desde que era muy joven.
- ¿Eres practicante?
- Por supuesto.
Tras esa pequeña conversación, el psiquiatra dijo a su paciente:
- Ahora lo entiendo todo. Si la gente hiciese lo que
haces tu, nosotros nos quedaríamos sin trabajo.
psiquiatra para controlar la medicación que le había sido recetada desde el mismo día del accidente, tras mantener una conversación entre ambos, y de una
manera mucho más personal, éste le preguntó:
- Con todo lo que ha pasado… eres muy consciente de lo que te sucede, pero tienes una actitud, un humor y una resiliencia, sorprendente. ¿Qué es lo que haces para estar así?
A lo que la paciente contestó:
- La Fe. Vi cómo mi hija entró en la UCI, y en ningún
momento perdí la esperanza de que Dios estaba con nosotros, acompañándonos a los cuatro en el dolor.
- ¿Eres creyente?
- Si, mucho, y me ayuda leer un ratito la Biblia todos
los días desde que era muy joven.
- ¿Eres practicante?
- Por supuesto.
Tras esa pequeña conversación, el psiquiatra dijo a su paciente:
- Ahora lo entiendo todo. Si la gente hiciese lo que
haces tu, nosotros nos quedaríamos sin trabajo.
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