Poesía femenina en la literatura medieval y renacentista

Los alumnos de 1º de BTO A, B y C han elaborado este segundo trimestre un trabajo de investigación acerca de las poetas europeas que, aunque poco conocidas y con muy escasa obra, dejaron su huella y su reivindicación en los principales movimientos literarios de estos primeros siglos de las literaturas vernáculas de Francia, Italia y España. Junto a los nombres inmortales de François Villon, Dante, Petrarca, Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega o San Juan de la Cruz, encontramos la impetuosa lírica de María de Francia, la Condesa de Día, Nina Siciliana, Compiuta Doncella, Leonora della Genga, Florencia Pinar, Isabel de Vega o Teresa de Jesús.
Por grupos, estos alumnos han elaborado power-point con los datos encontrados sobre la vida y obra de estas autoras y los han expuesto en clase de Lengua y Literatura española a sus compañeros. También han trabajado el comentario de texto a través de diversos poemas de estas escritoras medievales y renacentistas, facilitados por su profesora, Mª Mercedes Guirao.
Sus reflexiones y valoraciones personales han servido de base para la elaboración de una serie de dibujos, que ilustran estos magníficos poemas, en los que la voz femenina es la protagonista. Ahí va nuestro pequeño homenaje a estas autoras.

Poesía narrativa (materia de Bretaña)
María de Francia (siglo XII)

El ratón de ciudad y el ratón de campo

Se dice de un ratón de ciudad
que quiso ir a divertirse a una ciudad cercana
y tuvo que pasar por medio de un bosque.
Y en el bosque le sorprendió la noche.
Encontró un agujero que había hecho por allí un ratón de bosque,
al que había llevado su despensa.
El ratón de ciudad le preguntó si tenía por allí algo de comida.
—Tengo más que suficiente— el otro le responde—,
¡Pasad y ved! Y su hubierais traído compañía
seríais bien servidos igualmente.

Después de haber pasado allí algún tiempo, habló a su compañero;
le dijo que su casa no era buena
y que no quería quedarse más tiempo;
que se fuera con él y ya vería
cómo le proporcionaba ricos salones,
bellas despensas y bellas bodegas,
buenas bebidas y buenas comidas.
El otro se lo cree y va con él.
Lo llevó a ricas salas, le enseñó sus desvanes,
despensas y bodegas llenas de harina y miel.
Realmente creyó estar en el cielo.
Pero entonces llegaron los bodegueros
que tenían que entrar en la bodega.

No bien la puerta abrieron,
los ratones entraron en sus agujeros.
El del bosque, que ignoraba su existencia,
quedó pasmado de estupor.
Cuando salieron los otros de la bodega,
los ratones volvieron a comer.
Este, que se había llevado un susto de muerte,
estaba triste y dolorido.
Su compañero lo miró y le preguntó con gran dulzura:
— ¿Por qué tienes esa cara, mi dulce amigo?
— Aún — dijo— me dura el sobresalto del miedo que he pasado. ¡Mucho me arrepiento de haberte creído!
Me contaste al detalle tus aventuras,
mas no me hablaste de tus desventuras.
Te asustas de la gente, de los gatos,
incluso de los pájaros
y de los ingenios que contra ti preparan.
Yo prefiero vivir solo en el bosque, seguro y sin angustias, que lleno de tristeza en tus salones.