Editorial FGL Junio de 2020 Todos los derechos reservados
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Érase una vez que se era, que dos amigos, una niña y un niño, tenían muuuuuuuuuuuuchas ganas de conocer la isla de las Máscaras.
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La isla de las Máscaras era un lugar sombrío, oscuro y que daba un poco de miedo. Allí no vivía nadie, y se decía que nadie había pisado sus playas.
Pero estos dos amigos tenían muuuuuuuuuuucha suerte. Tenían una barca para ir, tenían un mar en el que navegar y tenían un faro al que seguir.
Y así, una primavera sin flores que disfrutar, estos niños decidieron empezar su aventura. Consiguieron la mejor barca de todas. Una barca que les escuchaba, que les acompañaba, respetando sus ritmos.
Era una barca de colores, vivos y alegres, a la que los niños llamaron Marta la barca. Y pintaron su nombre a estribor. Con unas letras gigantes que les daban muuuuuuuuuucho cariño.
Para navegar hacia la isla, necesitaban un Mar tranquilo, pausado, siempre alegre. De un azul intenso donde peces, sirenas y caballitos de mar vivían felices, y que alegraban día a día la paz y la calma que los niños necesitaban.