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LAS MANCHAS DE LA JIRAFA

EL ORIGEN DE LAS MANCHAS DE LAS JIRAFAS

Había una vez una pequeña jirafa, era diferente a los demás todos, pues todos tenían manchas excepto ella, por eso la llamaban “la sin manchas”. Todos se reían de ella. Ella siempre le preguntaba a su mamá por qué no tenía manchas y la mama siempre le decía que, todavía le faltaba algo para poder tener sus manchas.
Un día paso algo muy malo llegaron unos cazadores donde vivían las jirafas, una de las jirafas se dio cuenta y le advirtió a toda la manada, corrieron para escapar, pero casi las alcanzan, hasta que lograron esconderse pero a la pequeña la atraparon y la llevaron al lugar de donde escondían los animales que cazaban.

La pequeña jirafita estaba muy triste y no sabía qué hacer, hasta que se le ocurrió una idea; se iba a esconder como lo hizo la manada. Se escondió y los cazadores no la vieron al abrir la jaula por lo que fueron a buscarla dejando la puerta abierta. Así logró salir. Sin embargo, no sabía dónde estaba, miro y miro, pero no encontraba a su manada, se fue corriendo para que no se dieran cuenta que avía escapado.
La jirafita no se iba a rendir tan fácilmente, llegó a un rio y bebió agua, no había encontrado comida, pero por lo menos tenía agua, la jirafita se acordó de algo que le dijo su mama que si seguía el rio iba a encontrar el lugar donde vivían y de paso comida.
Siguió el rio y encontró comida. Pero vio algo que la emocionó más, pues era su mejor amiga Lili, quien le mostro donde estaban.

La jirafita se encontró con su mamá y se puso muy feliz. Su mamá se alegró de encontrarla y le mostró como había empezado a aparecer sus manchas; la jirafita estaba muy feliz, sus manchas eran las más hermosas que había visto.
Su mamá le explico que sus manchitas eran resultado de su experiencia y de todo lo aprendido en su travesía. La jirafita se dispuso a descansar muy feliz de estar nuevamente con su familia.

Hace mucho tiempo, un niño que vivía en el África le pregunto a su abuelo de dónde venían las grandes melenas de los leones; su abuelo le explicó con una historia que era más o menos así:
Hace mucho tiempo en las llanuras africanas había un león muy viejo y uno muy joven que estaban hablando, el viejo le explicaba al joven que debía ser paciente, que la fuerza de los leones no venia solo de sus grandes dientes y sus garras, y que la valentía no se demostraba solo no teniendo miedo a animales más grandes.
Una noche cayó un fuerte aguacero en la llanura, todo se inundó, caían fuertes truenos y rayos que empezaron a tumbar y quemar varios árboles alrededor de la manada. El león viejo empezó a ordenar a los más jóvenes buscar a los cachorros y las leonas para poder ponerlos a salvo.

El león joven al escuchar la orden se molestó, pues su familia ya estaba a salvo y no tenia la culpa de que los otros no hubieran buscado una buena cueva para refugiarse. Así que se acomodo para pasar la noche. A las pocas horas escucho un fuerte estruendo seguido de muchos gritos y aullidos de la manada, el rio cercano se había salido de su zona y estaba llevándose todo a su paso, así vio como su mamá y papá fueron arrastrados por el agua, al igual que sus hermanos pequeños.
El joven león empezó a pedir ayuda y fue el león viejo el primero en socorrerlo, juntos crearon una estrategia para poder ayudar a los pobres leones, buscaron una cuerda y empezaron a tenderla para que se sujetaran, uno a uno fue saliendo los leones. Sin embargo, cuando todo parecía estar bien el joven león vio a su pequeño hermano, un cachorro de tan solo tres meses en el agua. Sin pensarlo se lanzo a salvarlo, nado contra la corriente, lo sujeto y lo llevo a un lugar seguro.