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“LA ENSEÑANZA DE JULIA”
En un lugar muy lejano, donde el sol no aparece hasta las diez de la mañana, existía un pueblo llamado, Simona.
Simona era tranquilo, con casas bonitas y patios enormes. Sus calles siempre lucían limpias. Lo que más llamaba la atención de esta localidad era su plaza. Los habitantes del lugar decían que era mágica. La gente llegaba a ella con preocupaciones y luego de permanecer en contacto con la naturaleza o disfrutando sus juegos, se iban renovados, tranquilos y lo más importante, con una solución.
Este pueblo, como toda localidad, también tenía aspectos negativos y uno de ellos, que ocasionaba malestar a la población y en ocasiones accidentes, era que los ciclistas no respetaban las normas de tránsito. Sin contar, además, que las bicicletas no tenían los elementos de seguridad imprescindibles.
En la escuela, los docentes las enseñaban, pero casi nadie las respetaba o ponía en práctica, hasta que un día, llegó el pueblo una niña llamada, Julia. Era muy responsable con el tránsito y principalmente con la seguridad de ella y del resto de la población.
En la escuela, se les ocurrió organizar una campaña donde los chicos mismos sean “minis inspectores de tránsito”, así ellos se darían cuenta de la importancia de conducirse como corresponde.
Simona era tranquilo, con casas bonitas y patios enormes. Sus calles siempre lucían limpias. Lo que más llamaba la atención de esta localidad era su plaza. Los habitantes del lugar decían que era mágica. La gente llegaba a ella con preocupaciones y luego de permanecer en contacto con la naturaleza o disfrutando sus juegos, se iban renovados, tranquilos y lo más importante, con una solución.
Este pueblo, como toda localidad, también tenía aspectos negativos y uno de ellos, que ocasionaba malestar a la población y en ocasiones accidentes, era que los ciclistas no respetaban las normas de tránsito. Sin contar, además, que las bicicletas no tenían los elementos de seguridad imprescindibles.
En la escuela, los docentes las enseñaban, pero casi nadie las respetaba o ponía en práctica, hasta que un día, llegó el pueblo una niña llamada, Julia. Era muy responsable con el tránsito y principalmente con la seguridad de ella y del resto de la población.
En la escuela, se les ocurrió organizar una campaña donde los chicos mismos sean “minis inspectores de tránsito”, así ellos se darían cuenta de la importancia de conducirse como corresponde.
Meses después, todos los chicos y chicas de la escuela respetaban las normas.
Aprendieron que, si lo hacían, se evitaban los accidentes, están seguros y podían divertirse sin correr riesgo.
Aprendieron que, si lo hacían, se evitaban los accidentes, están seguros y podían divertirse sin correr riesgo.
Meses después, todos los chicos y chicas de la escuela respetaban las normas.
Aprendieron que, si lo hacían, se evitaban los accidentes, están seguros y podían divertirse sin correr riesgo.
Aprendieron que, si lo hacían, se evitaban los accidentes, están seguros y podían divertirse sin correr riesgo.
Seudónimo: PEZ