Los amigos de la esquina

by Stella Allegrini

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“LOS AMIGOS DE LA ESQUINA”

Les queremos contar una historia que sucedió en la esquina de nuestra escuela, entre tres amigos: el Jacarandá, el Lapacho y don Semáforo.
Como todas las mañanas, don Semáforo, entretenía a los árboles con sus historias nocturnas porque ellos dormían de noche, para descansar luego de un día agotador y recargar energías ya que son los encargados de generar oxígeno, de darles refugio a los pajaritos y ocuparse de sus raíces, troncos, hojas y flores. Solo los semáforos de las cuatro esquinas
permanecían encendidos ordenando el tránsito.
-¡AYYY! ¡No me cuente más que me da miedo! – dijo Lapacho.
-¡Pobrecito! – exclamó, Jacarandá- ¿Y vinieron los bomberos?
Y el semáforo siguió contando con voz temblorosa.
-Así pasó, amigos, fue muy triste. A todos nos sorprendió.
Anoche, a los lejos se escuchaba el sonido de un auto, venía a gran velocidad. Con mis otros hermanos semáforos, nos pusimos muy atentos, nos temblaban las luces...
¡Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr se acercaba!
Presentíamos que algo malo iba a suceder. En un parpadeo de luces, se escuchó ¡CRASHHHH!!!!!!!!!! Por una mala maniobra de un conductor irresponsable, el auto terminó sobre la vereda de la escuela y mi pobre hermanito semáforo, atropellado tirado en el suelo.
-¡No lo puedo creer! ¿No estarás exagerando, don Semáforo? – preguntó, Lapacho.
-¡Para mí, usted exagera! Siempre nos cuenta historias de conductores que doblan en U donde no se puede, de motociclista sin casco, de ciclistas que van ocupados usando su celular sin las manos en el manubrio... y tantas historias más que ya ni me acuerdo –respondió, Jacarandá.
-Bueno, a veces exagero un poquito, pero esto pasó tal como se lo estoy contando.
Sigo con la historia: llegaron los bomberos, la policía, los periodistas y también se acercaron algunos vecinos “chusmas” en pijamas y pantuflas. ¡Y ustedes, tan dormilones que no se despertaron con tanto alboroto! ¡Aunque si hubiesen estado despiertos, del susto se les habrían caído las hojas! Jijijijijiji - se reía el semáforo- Pero me acuerdo de mi hermano y se
cruzan los cables y se me aflojan los tornillos. ¡Por suerte, al día siguiente los empleados municipales lo arreglaron y lo salvaron! Como verán, ya está funcionando otra vez, y el conductor del auto salió ileso, sólo unos moretones y una gran multa.
-Le prometemos que esta noche lo acompañaremos, espero que no pase nada. –exclamó, Lapacho.
- A mí esta historia me dio escalofríos, siento mojado mi tronco – se quejó la bella, Jacarandá.
- No te preocupes, Jacarandá, solo es Firuláis que salió a pasear y a hacer sus necesidades.
Así termina nuestra historia que sucedió una noche de verano en la esquina de nuestra escuela. Creemos que es necesario que los conductores sean conscientes de cómo manejan y de la importancia de respetar las señales de tránsito.

Basado en hechos reales.
Seudónimo: Los Lapachos

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