El soñador

by Stella Allegrini

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“EL SOÑADOR”
-Mamá, ¡Mamá!, tengo que contarte algo, dale, vení. No vas a creer lo que pasó en la escuela hoy. ¡Estoy feliz!
-Primero, recordaremos los buenos modales: Buenas tardes hijo. ¿De quién es esa bicicleta? ¿A quién se la pediste?
-Eso es lo que te quería contar mamá. La gané en un sorteo por el día del niño en la escuela. ¿No está buena? ¡Es hermosa! Voy a dar una vuelta para probarla.
-Recordá las normas de tránsito para un ciclista. Y no olvides el casco. Tené en cuenta de ir siempre por la derecha y que la prioridad de paso la tiene el peatón.
- Sí, mamá. ¡Chauuuu!
Me fui a probar la bici por el pueblo. Estaba dando vueltas alrededor de la plaza. Sentí un ruidito cuando frenaba. Quise parar frente a una casa abandonada para ver cuál era el problema. La bici no respondía, cada vez iba más fuerte, no lo podía controlar, hasta que en un momento veo que voy directamente a chocar contra el cordón. Todo se oscureció...
Pasaron unos minutos... Ahí descubrí que la bici no era la misma y me encontraba en un lugar completamente extraño. ¡Había mucha gente gritando y cantando eufóricamente...
¡DALE CAMPEÓN! ¡DALE CAMPEÓN! Tenían camisetas celestes y blancas. Le pregunté a un peatón que pasaba y me dijo:
- ¡Somos campeones del mundo!, ¡Somos campeones!
Yo no entendía qué estaba pasando, ya me estaba asustando, alcé mi mirada y vi un cartel grandísimo que decía: “Estadio Azteca”.
Me di cuenta que eran las camisetas de la Selección Argentina y que estaba en el Mundial de México 86. ¡Éramos campeones del mundo!
No sabía cómo había llegado hasta ese lugar, ni a ese tiempo, pero tenía la seguridad que iba a festejar con mis compatriotas.
Tomé mi bici, me puse el casco y salí en busca de los argentinos que estaban festejando . Paré en un semáforo y comencé a seguir a un grupo de automóviles que tenían banderas celestes y blancas y tocaban bocinas.
Todos gritaban: ¡Maradooo! ¡Maradooo! Yo los seguía tocando la campanita de mi bici.
A lo lejos veo un colectivo, yendo muy despacio por una calle angosta, me llamó la atención y decidí salir detrás de él.
El colectivo frenó en un hotel, estacioné mi bicicleta en el ingreso y empecé a mirar quienes bajaban.
De repente apareció Maradona, no lo podía creer. Ahí me di cuenta que estaban todos los jugadores de la Selección Argentina. Al lado mío, un aficionado, se metió sin que se dieran cuenta los policías, fue directo hacia Maradona. En ese momento, tomé coraje y me cole al interior del hotel.
Entré sin que me vieran, me iba escondiendo atrás de muebles hasta llegar al ascensor.
Logré llegar a la habitación donde estaban festejando los jugadores.Entré y ante la sorpresa de todos me acerqué a Diego a pedirle un autógrafo.
- Vení pibe- me dijo. ¿Dónde firmo?
- En la remera- le respondí.
Salí de la habitación muy feliz, ¡Maradona me había dado un autógrafo! No lo podía creer.
Corriendo, pasando entre la multitud, logré salir del hotel.
Agarré mi bici y empecé a pedalear. En un momento, volví a encontrarme frente a una casa abandonada y todo volvió a repetirse. El control de la bici, el cordón, el oscurecimiento, la pérdida de conciencia...
Me desperté y vi que estaba en mi cama y mi mamá me llamaba a desayunar. Me pregunté a mí mismo: ¿fue todo un sueño? No tuve una respuesta, pero sí que fue muy real.
Me miré la remera y tenía el autógrafo de Maradona.
Desayuné y mi mamá antes de despedirme para ir a la escuela me dijo:
- ¡Dale! ¡Hoy te ganás la bici!
Ahí afirmé la teoría de que todo fue un sueño, mi mejor sueño.
Seudónimo: EL SOÑADOR

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