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UN CUENTO MÁGICO
Hace no muchos años en Rafaela, vivía una chica que se llamaba Amanda; ella descubrió que no era como los demás, porque tenía poderes. Tardó mucho tiempo en descubrir qué poder tenía, después de varios meses supo cuál era: crear cualquier cosa imaginaria.
Ella quería hacer un semáforo con sus tres colores favoritos: Rojo, Amarillo y Verde, pero en lugar de eso colores le salió un arco iris. Estaba cansada porque muchas veces lo intentó y no lo logró. Intentó hacer una bicicleta para poder pasear y le salió, pero con cuatro ruedas, cuando
se quiso subir, se cayó y ahí sí que le dolió.
Derramó unas lágrimas, por suerte traía casco y no se hizo mucho daño, estaba tan triste que quería tomar la decisión de dejar la magia; en ese momento se hizo amiga de una chica de sus escuela llamada Juana.
Amanda le contó a su amiga lo que le pasaba, le pidió que la ayudara y le diera consejos de cómo usar la magia.
_ ¡No sé hacer ningún semáforo, ni tampoco una bici con dos ruedas! Juana le dijo que no se preocupara porque la iba ayudar.
Después de dos meses de ir a una escuela de magia, tenía que realizar una prueba sobre las normas de tránsito, le iban a tomar cómo hacer un semáforo con tres colores: Rojo, Amarillo
y Verde, en ese orden, también hacer una senda peatonal donde los rectángulos estén en fila y que sean blancos.
Ella quería hacer un semáforo con sus tres colores favoritos: Rojo, Amarillo y Verde, pero en lugar de eso colores le salió un arco iris. Estaba cansada porque muchas veces lo intentó y no lo logró. Intentó hacer una bicicleta para poder pasear y le salió, pero con cuatro ruedas, cuando
se quiso subir, se cayó y ahí sí que le dolió.
Derramó unas lágrimas, por suerte traía casco y no se hizo mucho daño, estaba tan triste que quería tomar la decisión de dejar la magia; en ese momento se hizo amiga de una chica de sus escuela llamada Juana.
Amanda le contó a su amiga lo que le pasaba, le pidió que la ayudara y le diera consejos de cómo usar la magia.
_ ¡No sé hacer ningún semáforo, ni tampoco una bici con dos ruedas! Juana le dijo que no se preocupara porque la iba ayudar.
Después de dos meses de ir a una escuela de magia, tenía que realizar una prueba sobre las normas de tránsito, le iban a tomar cómo hacer un semáforo con tres colores: Rojo, Amarillo
y Verde, en ese orden, también hacer una senda peatonal donde los rectángulos estén en fila y que sean blancos.
Las señoritas magas comenzaron a tomarle la prueba a los de 6º grado, después a los de 5º y luego de una hora le tocaba a 4º, en ese grado estaba Amanda y Juana. Empezaron otros compañeros y todos los hicieron muy bien.
Luego le tocó a Juana que lo hizo bien y ya le tocaba el turno a Amanda que estaba muy nerviosa; cuando realizó la prueba el semáforo le salió bien, solo que el orden de los colores le salió Amarillo, Verde y Rojo.
La segunda prueba, era realizar una senda peatonal con los rectángulos perfectamente rectangulares y de un blanco reluciente. Amanda nuevamente se encontraba muerta de miedo de fallar ya que en la prueba de los semáforos las cosas no salieron tal como lo esperaba, su amiga estuvo ahí para apoyarla. Al fin llegó el momento de realizar la segunda evaluación, Amanda lo estaba logrando y cuando terminó ¡eran círculos! blancos radiantes.
La maestra le dijo: - Puedes retirarte. Ella estaba asustada hasta que llegó su amiga y le dijo: - ¡Amanda no tenes por qué preocuparte porque lo hiciste genial!
Asombrada y un poco triste Amanda le dijo a su maestra que sabía que no lo hizo bien, pero que ella era así.
La maestra le dijo que no iba a reprobar, lo importante es que comprendió que no puede hacer magia como los demás, pero que es única. Ella estaba feliz, su amiga llegó le dio un fuerte abrazo y estudiaron muchos años juntas.
¡Y colorín colorado este cuento se ha terminado!
Luego le tocó a Juana que lo hizo bien y ya le tocaba el turno a Amanda que estaba muy nerviosa; cuando realizó la prueba el semáforo le salió bien, solo que el orden de los colores le salió Amarillo, Verde y Rojo.
La segunda prueba, era realizar una senda peatonal con los rectángulos perfectamente rectangulares y de un blanco reluciente. Amanda nuevamente se encontraba muerta de miedo de fallar ya que en la prueba de los semáforos las cosas no salieron tal como lo esperaba, su amiga estuvo ahí para apoyarla. Al fin llegó el momento de realizar la segunda evaluación, Amanda lo estaba logrando y cuando terminó ¡eran círculos! blancos radiantes.
La maestra le dijo: - Puedes retirarte. Ella estaba asustada hasta que llegó su amiga y le dijo: - ¡Amanda no tenes por qué preocuparte porque lo hiciste genial!
Asombrada y un poco triste Amanda le dijo a su maestra que sabía que no lo hizo bien, pero que ella era así.
La maestra le dijo que no iba a reprobar, lo importante es que comprendió que no puede hacer magia como los demás, pero que es única. Ella estaba feliz, su amiga llegó le dio un fuerte abrazo y estudiaron muchos años juntas.
¡Y colorín colorado este cuento se ha terminado!
Seudónimo: LA NARRADORA