Book Creator

Mi Amigo el Sena

by Iara Schusman

Pages 2 and 3 of 17

Mi Amigo el Sena
Iara Schusman Nadler
Loading...
Me encontraba una vez más surcando el Río Sena montada a mi fiel amigo, Belmont. Él, un audaz delfín, se trasladaba aún más rápido que un auto, cosa que yo disfrutaba un montón.
-¡Salta en el aire!- le ordené mientras mis pelos volaban a causa de la brisa que había. El olor a agua fresca y pura entraba por mis fosas nasales e inundaba cada parte de mi ser, generando en mí una cosquillosa sensación de adrenalina que no cambiaría por nada en el mundo: en ocasiones como esas, me sentía plenamente feliz, como si nada más importase.
Solo éramos Belmont, el Sena, y yo. 

-Ha llegado el momento. Mañana Michelle cumplirá sus quince años, y me prometí a mí misma que en su quinceavo cumpleaños por fin haría lo que debí haber hecho hace mucho tiempo atrás. Seré clara contigo, Agnes: quiero que te deshagas de ella- oí a la voz de mi madre decretar con firmeza- Ya sabés, cuando la adopté creía que en un futuro ella sería capaz de dejar de lado esa...condición tan peculiar suya, pero claramente ese no fue el caso. Llegada esta fecha, me dije que, si Michelle no cambiaba su forma de ser, la abandonaría para evitar que sea una carga para mí durante todo lo que me resta de vida, y lamento tener que admitir que aparentemente ese será mi destino si no hago algo al respecto. En cuanto a ti, espero que sepas bien lo que debes hacer.
-No se preocupe, señora, todo está bajo control- respondió la ama de llaves sin inmutarse.
Aquellas voces, que provenían de la habitación de al lado, habían interrumpido mi viaje a través del Río Sena.
Loading...
Enojada por la distracción, arrojé a Belmont a la cama y escondí mi cabeza entre mis manos mientras sollozaba. No estaba preocupada por el delfín, pues este estaba hecho de algodón y no se rompería. Aun así, no pude evitar sentir una ligera pizca de arrepentimiento por ser violenta con él, por lo que me acerqué a la cama y me disculpé con mi gran compañero de aventuras.Mientras acariciaba la suave cabeza de Belmont, me pregunté a qué se referiría mi mamá con eso de ´´deshacerse de Michelle´´, es decir, deshacerse de mí.
Sin embargo, decidí no darle muchas más vueltas al asunto y, sintiéndome agotada, decidí por fin irme a dormir.
Loading...
Enojada por la distracción, arrojé a Belmont a la cama y escondí mi cabeza entre mis manos mientras sollozaba. No estaba preocupada por el delfín, pues este estaba hecho de algodón y no se rompería. Aun así, no pude evitar sentir una ligera pizca de arrepentimiento por ser violenta con él, por lo que me acerqué a la cama y me disculpé con mi gran compañero de aventuras.Mientras acariciaba la suave cabeza de Belmont, me pregunté a qué se referiría mi mamá con eso de ´´deshacerse de Michelle´´, es decir, deshacerse de mí.
Sin embargo, decidí no darle muchas más vueltas al asunto y, sintiéndome agotada, decidí por fin irme a dormir.
Loading...
Loading...
Loading...
Loading...
-Réveillez-vous madame, despiérta señorita. Hoy será un gran día- murmuró Agnes obligandome a despegarme de mi cómoda cama y a abrir los ojos.

Me gusta viajar en auto, y en especial si voy con Belmont. La ama de llaves me dijo que me llevaría a un lugar muy especial, y no puedo esperar a descubrir de qué se trata. 
Sentada en el asiento trasero y con el delfín de algodón en mis brazos, me era imposible despegar mi cara de la ventanilla. Había tanto por descubrir…
-Ya casi llegamos, Michelle. Y disculpa mi ocurrencia al despertarte tan temprano y meterte de cabeza en este vehículo, pero debíamos partir lo antes posible. Espero que puedas comprenderme.
Me limité a soltar una risita a modo de respuesta.
Después de no sé cuántos minutos de trayecto, Agnes, quién iba al volante, detuvo el coche de una manera tan abrupta que casi me chocó contra el asiento delantero.
-Bájate. Llegó la hora de que emprendas una nueva vida tu sola.
Obedecí a la señora y, tras eso, ella se marchó en el auto y me dejó abandonada en una sucia calle que tenía un insoportable aroma que no fui capaz de reconocer.
Esperé, esperé, y esperé aún más.
Pero Agnes no volvió por mí.
Nunca lo hizo.
La oscura noche se tragó al sol, y yo seguía allí, sentada en una vereda repleta de mugre, al lado de un cartel que rezaba ´´Prisión de La Santé´´.
Decidí acurrucarme contra un poste de luz que había detrás de mí y abracé a Belmont con todas mis fuerzas. De pronto, un pedazo de papel llegó volando, como por arte de magia, hacía mí. Deposité al peluche en mi regazo y examiné la hoja, que más bien parecía un trozo de periódico.
Este contenía varias noticias, pero lo que de verdad llamó mi atención fue la frase de más arriba: la fecha.
6 de diciembre de 1965. Ese día, mi madre había dicho que sería mi cumpleaños de 15 años.
Pero no había fiesta, ni torta, ni regalos.
Lo único que había era una espantosa calle que me hacía tener ganas de vomitar.
Decidí acurrucarme contra un poste de luz que había detrás de mí y abracé a Belmont con todas mis fuerzas. De pronto, un pedazo de papel llegó volando, como por arte de magia, hacía mí. Deposité al peluche en mi regazo y examiné la hoja, que más bien parecía un trozo de periódico.
Este contenía varias noticias, pero lo que de verdad llamó mi atención fue la frase de más arriba: la fecha.
6 de diciembre de 1965
6 de diciembre de 1965. Ese día, mi madre había dicho que sería mi cumpleaños de 15 años.
Pero no había fiesta, ni torta, ni regalos.
Lo único que había era una espantosa calle que me hacía tener ganas de vomitar.
Sentí aquel familiar impulso de golpear a algo o a alguien, y tuve que dejarlo salir. Gritando a todo pulmón, me incorporé y le empecé a pegar fuertes patadas al poste de luz que me había acogido con tanta amabilidad.



¡Démons!. ¿¡Qué es lo que estás haciendo!?- escuché a una voz decir a mis espaldas.
-M-m-me dejaron a-aquí abandonada, y h-hoy cumplo años- mascullé titubeando.
Volteé para examinar a mi interlocutor. Se trataba de un hombre de apariencia abatida, qué poseía una barba muy, muy larga. Estaba vestido con andrajos y tenía un cigarrillo entre medio de sus dos labios.
-La vida suele ser muy cruel con quiénes somos diferentes, ¿no es así?- consultó perspicazmente
-N-no, a mí me gusta la v-vida- afirmé con seguridad.
-Dime, ¿Alguna vez sentiste que tu mente es distinta a la del resto?, ¿o que tus facciones son un tanto…descomunales?
-No.
El señor me sonrió con ternura.
-Toma, se te cayó esto- exclamó mientras recogía a Belmont del suelo y me lo entregaba.
-G-g-gracias- contesté tímidamente.
-Oye niña, no puedo quedarme aquí por mucho tiempo, ya que ellos vendrán por mí. Además, esta es una zona muy insegura para una cría cómo tú, así que te tengo una propuesta: ¿quieres ´´huir´´ conmigo?. Estaría encantado de festejar tu cumpleaños junto a ti, si me lo permites, claro.
-¡S-s-sí, vámonos!- vociferé elevando mis puños en el aire en señal de triunfo. Ese desconocido me había caído muy bien, y estoy orgullosa de también haberle agradado.
Por suerte, mamá justo estaba pasando por la zona y m-me vio, así que me bajó del barco y me adoptó.
Nathan asintió, mirándome fijamente con fascinación.
-Y…¿sabés por qué se habrán querido deshacer de ti tus otros papás?- indagó él.
Yo negué con la cabeza. No, no lo sabía.
-Lo que puedo decirte es que El Sena m-me protegió. Cualquier bebé habría muerto al estar tendido en el techo de un barco, pero yo no. Ese río me salvó, así que ahora es mi amigo y p-por eso lo quiero tanto- le conté a Nathan.
Él se río con amabilidad.
Había pasado una semana desde mi cumpleaños, (el cual lo pasé charlando con Nathan y aprovechamos para presentarnos), y desde entonces habíamos estado viviendo juntos en una humilde choza cerca del Río Sena. Él me contó que unos tipos malos lo querían capturar, por lo que no podíamos salir mucho afuera. Para conseguir comida, Nathan aseguró tener ciertos trucos especiales. No sé cuáles serán, pero funcionan, ya que nunca pasamos hambre.
-Mi mami me dijo que me había hallado allí, en el Río Sena- le conté a Nathan con un hilo de voz- Había un pequeño barquito en muy malas condiciones, y en el techo de él me encontraba yo, a m-mis c-cinco meses de vida. Era una bebé muy frágil, a quién aparentemente habían dejado abandonada mis p-padres de sangre.
Por suerte, mamá justo estaba pasando por la zona y m-me vio, así que me bajó del barco y me adoptó.
Nathan asintió, mirándome fijamente con fascinación.
-Y…¿sabés por qué se habrán querido deshacer de ti tus otros papás?- indagó él.
Yo negué con la cabeza. No, no lo sabía.
-Lo que puedo decirte es que El Sena m-me protegió. Cualquier bebé habría muerto al estar tendido en el techo de un barco, pero yo no. Ese río me salvó, así que ahora es mi amigo y p-por eso lo quiero tanto- le conté a Nathan.
Él se río con amabilidad.
Había pasado una semana desde mi cumpleaños, (el cual lo pasé charlando con Nathan y aprovechamos para presentarnos), y desde entonces habíamos estado viviendo juntos en una humilde choza cerca del Río Sena. Él me contó que unos tipos malos lo querían capturar, por lo que no podíamos salir mucho afuera. Para conseguir comida, Nathan aseguró tener ciertos trucos especiales. No sé cuáles serán, pero funcionan, ya que nunca pasamos hambre.
Ahora mismo estábamos resguardados en esa choza, conversando animadamente sentados en una mesita que había allí. Acabamos de almorzar un rico pollo, por lo que estaba de buen humor.
A veces extrañaba a mami, pero sabía que tarde o temprano ella vendría a por mí y se disculparía y seríamos felices. 
-Niña, ¿recuerdas lo que te comenté sobre el pasadizo oculto que lleva a una base secreta que me protegerá de los cretinos que te mencioné?- preguntó de pronto Nathan.
-¿E-el que está debajo del Sena, del cual me conaste ayer?- quise saber.
-Ese mismo. Pues resulta que ya llegó la hora de ir. Pase lo que pase, prométeme que no te moverás de aquí.
-Lo prometo.

Muy sigilosamente y con Belmont en la mano, (sí, el delfín estuvo todo este tiempo a mi lado), seguí a Nathan hasta llegar al Río Sena. Él no podía enterarse de que yo ingresaría a la súper base con él, así que debía ser muy ágil y precavida a la hora de desplazarme. Lo vi corriendo de lleno hasta lo más profundo del río, pero no empezó a nadar, simplemente se dejó llevar por la corriente. Ahora ya no sabía si seguirlo o no. Parecía muy peligroso.
Finalmente, logré decidirme.
Adentrarme en el río:
Darme media vuelta e irme:
Opté por...
PrevNext