La bicicleta mágica

by Stella Allegrini

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“LA BICICLETA MÁGICA”

Había una vez, un niño llamado Tiago que tenía una hermana menor llamada, Ámbar.
Una tarde, para el día del niño, sus padres les regalaron una bicicleta con cambios a cada uno.
Ellos, se emocionaron tanto que se pusieron los cascos y salieron a probarlas.
Cuando estaban por llegar a la plaza, ámbar, sin querer, tocó un cambio de su bicicleta y poco a poco, se fue desvaneciendo. Tiago, asustado se acercó a ella y juntos aparecieron en un lugar que parecía ser un bosque. Los hermanos, confundidos y sin bicicletas, caminaron hasta poder encontrar una ciudad o un pueblo.
-¿Dónde estamos? – dijo Ámbar.
-No sé-le contestó Tiago.
-¿Cómo vamos a volver a casa?
-No sé.-
-¿A dónde estamos yendo?-
- A algún lugar donde descansar y pasar la noche. Allí pediremos ayuda para volver a casa-
- ¿Falta mucho?-
- ¡No sé!, dejá de preguntar porque no sé- contestó Tiago, molesto por tantas preguntas.
Los chicos, siguieron caminando en un silencio incómodo hasta que llegaron a lo que parecía ser una ciudad. Al entrar fueron corriendo a preguntarle a un niño dónde estaban.
- Hola, soy Tiago y ella es mi hermana, Ámbar.
-¿Dónde estamos?- preguntó Tiago.
- En Mannheim- contestó Mateo.
- ¿Man qué? – preguntó confundida, Ámbar.
-Mannheim, Alemania- aclaró el chico.
Antes de poder decir algo, llegó una señora que parecía ser la madre de Mateo.
- Hola chicos, que hacen acá solos, ya es de noche y es peligroso. –dijo la mujer.
- No tenemos donde ir, recién llegamos y nuestros padres no están- contestó triste, Ámbar.
- Pueden pasar la noche en la casa del tío Tommy, y yo me quedo con ustedes-sugirió Mateo.
- Bueno, vamos- dijo la mamá del niño.
En el camino, Ámbar vio cosas muy raras, pero la que más le llamó la atención fue una bicicleta muy diferente a como ella las conocía.
-¡Mirá esa bicicleta! – señaló la joven.
-¿Bicicleta? Eso es una Laufmaschine- dijo, Mateo.
Tiago y Ámbar, se miraron extrañados ya que sabían que algo estaba pasando. Al llegar a la casa donde iban a pasar la noche, cenaron y se fueron a dormir. Al día siguiente, los tres chicos, se despertaron y salieron a recorrer la ciudad.
Más tarde, Mateo fe a buscar agua y al volver, los hermanos le preguntaron en qué año estaban. Él, al darse cuenta de que estaban actuando raro y preguntando cosas obvias, los obligó a decir la verdad, ya que si no lo decían, él no los ayudaría a volver a su casa.
- Hola, soy Tiago y ella es mi hermana, Ámbar.
-¿Dónde estamos?- preguntó Tiago.
- En Mannheim- contestó Mateo.
- ¿Man qué? – preguntó confundida, Ámbar.
-Mannheim, Alemania- aclaró el chico.
Antes de poder decir algo, llegó una señora que parecía ser la madre de Mateo.
- Hola chicos, que hacen acá solos, ya es de noche y es peligroso. –dijo la mujer.
- No tenemos donde ir, recién llegamos y nuestros padres no están- contestó triste, Ámbar.
- Pueden pasar la noche en la casa del tío Tommy, y yo me quedo con ustedes-sugirió Mateo.
- Bueno, vamos- dijo la mamá del niño.
En el camino, Ámbar vio cosas muy raras, pero la que más le llamó la atención fue una bicicleta muy diferente a como ella las conocía.
-¡Mirá esa bicicleta! – señaló la joven.
-¿Bicicleta? Eso es una Laufmaschine- dijo, Mateo.
Tiago y Ámbar, se miraron extrañados ya que sabían que algo estaba pasando. Al llegar a la casa donde iban a pasar la noche, cenaron y se fueron a dormir. Al día siguiente, los tres chicos, se despertaron y salieron a recorrer la ciudad.
Más tarde, Mateo fe a buscar agua y al volver, los hermanos le preguntaron en qué año estaban. Él, al darse cuenta de que estaban actuando raro y preguntando cosas obvias, los obligó a decir la verdad, ya que si no lo decían, él no los ayudaría a volver a su casa.
-Estamos en 1818, ahora dígname porque están tan nerviosos- pidió Mateo.
- Es que no pode- antes que Tiago pueda terminar de hablar, su hermana lo interrumpió y dijo: - Venimos del futuro, exactamente del 2015, probamos nuestras bicicletas nuevas y de la nada, aparecimos acá.
- ¿Me ven cara de tonto o qué? Obviamente no me voy a creer esa mentira- expresó Mateo y, ofendido se fue.
-¡Esperá! Nosotros somos de Argentina, vos elegís si creernos o no- comentó Tiago.
- Bueno, yo les creo, pero cuéntenme algunas cosas del futuro.
Ámbar, le empezó a contar que cuando andan en bici se debe ir por la derecha y que también hay que respetar los semáforos ya que es lo que le estaban enseñando en la escuela.
Después de un rato, se subieron a la bicicleta de Mateo y volvió a pasar, los hermanos se desvanecieron en una especie de taller donde había un hombre trabajando.
Disculpe señor, perdón que lo moleste, pero ¿Me podría decir dónde estamos y en qué año? (preguntó amablemente Tiago).

-Y, ¿Qué es eso que está armando? - interrumpió, Ámbar.
-Hola niños, están en Copenhague, Dinamarca, en el año 1898 y no estoy armando nada, estoy terminando de crear una bici doble y la voy a llamar “Tandem”.
-¿Y para qué la hacés doble? – quiso saber, Ámbar.
-Esta bici es especial porque es para que las personas ciegas vayan en la parte de atrás y el que maneje adelante va a tener que controlar los frenos y la dirección. Ya sé, ustedes van a ser los primeros en probarla.
Los chicos se subieron a la bici y anduvieron un rato, hasta que Tiago agarró un pozo y cuando se estaban por caer desaparecieron y cayeron en sus camas.
- ¡Tiago, estamos en casa! –dijo feliz Ámbar.
- Es verdad, pero, ¿Las bicis? –preguntó Tiago.
Desde lejos se escucha la voz de su mamá, diciendo:

-Y, ¿Qué es eso que está armando? - interrumpió, Ámbar.
-Hola niños, están en Copenhague, Dinamarca, en el año 1898 y no estoy armando nada, estoy terminando de crear una bici doble y la voy a llamar “Tandem”.
-¿Y para qué la hacés doble? – quiso saber, Ámbar.
-Esta bici es especial porque es para que las personas ciegas vayan en la parte de atrás y el que maneje adelante va a tener que controlar los frenos y la dirección. Ya sé, ustedes van a ser los primeros en probarla.
Los chicos se subieron a la bici y anduvieron un rato, hasta que Tiago agarró un pozo y cuando se estaban por caer desaparecieron y cayeron en sus camas.
- ¡Tiago, estamos en casa! –dijo feliz Ámbar.
- Es verdad, pero, ¿Las bicis? –preguntó Tiago.
Desde lejos se escucha la voz de su mamá, diciendo:
- ¡Chicos a comer! ¿Ya guardaron las bicicletas?
- ¿Fue un sueño? – preguntó Ámbar.
- No creo, parecía muy real. Además, ¿Es posible que dos personas sueñen lo mismo al mismo momento? Vamos antes de que mamá se enoje.
Seudónimo: NN
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