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Y ¿sabéis qué? Esta anciana resultó ser la abuelita de una niña a la que todo el mundo llamaba CAPERUCITA AMARILLA.Ah, no... ¡Perdón! CAPERUCITA ROJA.
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Una tarde, mientras la abuelita echaba la siesta y el feo patito se daba un chapuzón en un barreño, la puerta de la casa se abrió despacio y entró, derecho al dormitorio, un enorme lobo. Rápidamente, metió a la abuelita en el armario; se disfrazó con sus ropas y se metió en la cama.